La herencia de Berlusconi: los girasoles hipnotizados
Estos d¨ªas se ha conocido el reparto, entre pocos, del patrimonio del magnate; la tremenda losa de su legado sociocultural pesa fuerte sobre todos
En los ¨²ltimos d¨ªas, se han ido conociendo los detalles del reparto de la herencia de Silvio Berlusconi, fallecido el pasado mes de junio. Tiene cierto inter¨¦s en el ¨¢mbito empresarial conocer c¨®mo queda el mando de su imperio, y puede tener morbo para los aficionados al cotilleo comentar los detalles colaterales. Pero lo que verdaderamente importa, por supuesto, es el descomunal legado sociocultural ¡ªantes que pol¨ªtico y econ¨®mico¡ª que la par¨¢bola berlusconiana presenta. Berlusconi fue el gran acelerador del movimiento de part¨ªculas que preexist¨ªan, que tenemos dentro. Pero ¨¦l deton¨® una nefasta reacci¨®n en cadena cuyos efectos siguen corroyendo.
Berlusconi fue un estandarte. Un modelo que encarnaba la primac¨ªa del ¨¦xito material sobre la altura intelectual y moral, de la cultura del atajo por encima de la de la honradez, de una visi¨®n degradante de la mujer. ?l mismo, y su imperio medi¨¢tico, irradiaron las ondas que agitaron part¨ªculas y desataron ¡ªen una gran parte de la sociedad italiana¡ª instintos e inhibiciones que se manten¨ªan en el subsuelo. El mecanismo es conocido: si un exitoso l¨ªder hace y dice ciertas cosas, pues aquello ya no es tab¨², ya no intolerable, ya no es pol¨ªticamente incorrecto, ya lo puedo decir y hacer yo tambi¨¦n. Y, se sabe, los genios salidos de la l¨¢mpara nos lo vuelve a meter dentro ni Arqu¨ªmedes.
Por supuesto, en pol¨ªtica tambi¨¦n desat¨® una reacci¨®n en cadena que sigue marcando. Fue ¨¦l, en 1994, quien sdogan¨° (dej¨® pasar la aduana) a los posfascistas de Gianfranco Fini, un notable pionerismo en Europa occidental. Hoy mandan en Italia los herederos de ese partido al que Berlusconi facilit¨® entrar a palacio. Ese episodio fue s¨ªmbolo de su relativismo asim¨¦trico, de principios f¨¦rreos solo cuando interesa. Si ven¨ªa bien, se trataba con soltura a posfascistas poco reconstruidos o a dictadores. Al otro lado, sin embargo, los socialdem¨®cratas post 1989 segu¨ªan siendo para ¨¦l peligrosos comunistas.
Fue precisamente al referirse a uno que s¨ª que fue comunista en su momento, Giorgio Napolitano, cuando Barack Obama dej¨® meridiana la clave de todo. Fue all¨¢ por 2009, Obama estaba de visita en Italia por un G-8 mientras Berlusconi era presidente del Gobierno y Napolitano, de la Rep¨²blica. Obama alab¨® con fuerza al segundo tras su encuentro bilateral: ¡°Es un aut¨¦ntico l¨ªder moral¡±. Qued¨® claro que el otro no lo era. Obama tambi¨¦n elogi¨® la ¡°integridad¡± de Napolitano, cualidad dura de encontrar en Berlusconi. El amigo americano confraternizaba con el l¨ªder excomunista mientras no pod¨ªa ver ni en pintura el presunto liberal atlantista: era una cuesti¨®n de valores.
Ese liderazgo escaso en moral e integridad irradi¨® sus valores alternativos durante lustros, cargado de individualismo, hedonismo, cierta vulgaridad, superficialidad, y mucho m¨¢s. Fue una extra?a fuerza. Por un lado, atra¨ªa a tantos como un im¨¢n. Por otro, mientras imantaba, disgregaba. Esa fuerza, junto a otras m¨¢s estructurales ¡ªcomo las que describe Ricardo de Querol en su libro La gran fragmentaci¨®n¡ª, presidi¨® una gran descomposici¨®n de la sociedad. Cada cual buscando su atajo hacia el triunfo material personal. Lo que sigui¨® fue en gran medida un s¨¢lvese quien pueda. En esas, hasta los m¨¢s rectos empiezan a tener la tentaci¨®n de aparcar en segunda fila, saltarse la cola, o peor.
Por supuesto, no todo fue responsabilidad de Berlusconi. Los italianos est¨¢bamos bien dispuestos a esa deriva, ¨¦l simplemente la foment¨®. Pero no era inevitable.
Uno de los versos m¨¢s famosos de un italiano de otra clase, el poeta premio Nobel Eugenio Montale, habla de un ¡°girasol enloquecido de luz¡±. Imagen radiante de plenitud y felicidad, del poder¨ªo de la luz. Los ejemplos luminosos hacen mucho. ?Qu¨¦ habr¨ªa pasado si Zelenski hubiese huido de Ucrania al segundo d¨ªa de la invasi¨®n? Los liderazgos importan. Italia, puede que merecidamente, en vez de un sol, tuvo un hipnotizador. Muchos girasoles, en vez de seguir el astro, se quedaron embaucados por un hipnotizador poco luminoso. Quiz¨¢, sin ¨¦l, habr¨ªa sido diferente. Pero lo hubo, y tantos girasoles ah¨ª siguen, a lo suyo, se les ve un poco encorvados, un poco solos, en la multitud.
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