Las cartas sobre la mesa
¡®Las cartas del boom¡¯, contiene la correspondencia sostenida entre Cort¨¢zar, Vargas Llosa, Fuentes y Garc¨ªa M¨¢rquez a lo largo de casi cuarenta a?os
Hay una serie de valores generalmente entendidos para definir a una generaci¨®n literaria, entre ellos que las fechas de nacimiento de los escritores que la forman sean pr¨®ximos; la convivencia personal; un hecho hist¨®rico contempor¨¢neo frente al cual tomen una posici¨®n decisiva; y que frente al anquilosamiento de la generaci¨®n que les antecede renueven de alguna manera la literatura, hasta llegar a crear un nuevo canon.
Si nos atuvi¨¦ramos a la regla de las edades, la generaci¨®n del boom no ser¨ªa tal, dada la notable disparidad de edades entre dos de sus integrantes, pues entre Julio Cort¨¢zar, nacido en 1914, y Mario Vargas Llosa, nacido en 1936, hay m¨¢s de veinte a?os de distancia. Contempor¨¢neos solo ser¨ªan Carlos Fuentes (1927) y Gabriel Garc¨ªa M¨¢rquez (1928).
Me he puesto a hacer estos c¨¢lculos al terminar la lectura de Las cartas del boom, reci¨¦n publicado por Alfaguara, que contiene la correspondencia sostenida entre ellos cuatro a lo largo de casi cuarenta a?os, entre 1955 y 2012, primero un escarceo t¨ªmido, luego un fuego cruzado intenso, exultante, en los a?os sesenta y setenta, y al final algunos pocos disparos de despedida; unas pocas cartas, y cablegramas de felicitaci¨®n por premios, o p¨¦sames. Pero todo suenan ya distante, como esos desfiles majestuosos que tras cruzar el escenario terminan con redobles de tambores que se alejan tras bambalinas.
Si nos atenemos al requisito de la convivencia personal, esta sobra. Se trata de una amistad desenfadada que no pocas veces llega a mostrarse ¨ªntima. Se env¨ªan entre ellos los originales de las obras que preparan, o las ya concluidas, se elogian y se critican, el m¨¢s severo y sincero de todos Cort¨¢zar. Todos se muestran conscientes de que participan de un fen¨®meno de renovaci¨®n, y apuntan sus dardos contra sus antecesores, convencidos de que est¨¢n librando a la narrativa latinoamericana de las r¨¦moras de los vern¨¢culo, y del peso muertos del indigenismo.
Es la misma conciencia que tuvieron los modernistas de que cumpl¨ªan una tarea innovadora frente a una literatura ag¨®nica, y Rub¨¦n Dar¨ªo supo expresarlo en los pr¨®logos de sus libros, verdaderos manifiestos est¨¦ticos. Si sum¨¢ramos como requisito generacional la existencia del manifiesto literario, estas cartas hacen ese papel.
El modernismo produjo un solo estilo de colorida pirotecnia. En el boom hay cuatro estilos. El realismo m¨¢gico solo pertenece a Garc¨ªa M¨¢rquez, una matr¨ªcula ¨²nica que en lugar de seguidores solo consigui¨® imitadores. La exageraci¨®n en ¨¦l ¡°no es una manera de alterar la realidad sino de verla¡±, dir¨¢ Vargas Llosa en Historia de un deicidio.
Pero el esp¨ªritu de identidad que campea entre los cuatro los lleva a proponerse proyectos conjuntos, una novela a dos manos entre Garc¨ªa M¨¢rquez y Vargas Llosa sobre la guerra de 1932 entre Per¨² y Colombia; otra novela colectiva sobre dictadores latinoamericanos, proyectos a los que Cort¨¢zar aparta el cuerpo. Y juntos firman declaraciones pol¨ªticas, manifiestos de protesta.
Y si hablamos de manifiestos, Rayuela de Cort¨¢zar lo es, no tanto del grupo como de toda una generaci¨®n de lectores para la que funcion¨® como un manual de conducta personal contra el c¨®digo de costumbres establecido; y surgi¨® una nueva conciencia, la de cronopio, frente a los famas detestables y las vacilantes esperanzas.
La mayor empresa para crear una nueva visi¨®n de la historia a trav¨¦s de la novela compromete la obra de Carlos Fuentes, la ambici¨®n de usar la ficci¨®n como espejo ¨²nico y valedero de todos los entramados del pasado y volverlos presente. Y es el propio Cort¨¢zar quien, en sus lecturas de los manuscritos de las novelas de Vargas Llosa, descubre que est¨¢ frente a algo que antes no ha encontrado en ninguna parte, el entrevero de tiempo y espacio en planos simult¨¢neos, el paso desde un pasado m¨¢s lejano a otro m¨¢s cercano, o al presente.
Y, siguiendo con la cartilla, si hay un hecho hist¨®rico trascendental, de cara al cual los cuatro se sit¨²an en primer plano, es la revoluci¨®n cubana, primero con fervor un¨¢nime, los m¨¢s cercanos Cort¨¢zar y Vargas Llosa, y Fuentes y Garc¨ªa M¨¢rquez m¨¢s cr¨ªticos: ¡°si los amigos cubanos se van a convertir en nuestros polic¨ªas, se van a llevar, al menos por mi parte, una buena mandada a la mierda¡±, le dice Garc¨ªa M¨¢rquez a Fuentes en marzo de 1967; ¡°¡que no se olviden que estamos con ellos por convicci¨®n y no por miedo de que nos pongan presos¡±.
En 1971, la prisi¨®n del poeta Heberto Padilla y el esc¨¢ndalo de su confesi¨®n de culpabilidad posterior -el famoso caso Padilla- se convierte en un parte aguas que crea contradicciones insalvables; Fuentes y Vargas Llosa se vuelven cr¨ªticos del r¨¦gimen de Fidel Castro, en tanto Cort¨¢zar y Garc¨ªa M¨¢rquez se mantienen cercanos.
Esta generaci¨®n cre¨® tambi¨¦n algo nuevo: sac¨® a la literatura latinoamericana de las catacumbas, de las tiradas dom¨¦sticas de libros y de su circulaci¨®n local, y creo un nuevo mercado, no solo en espa?ol, sino en el mundo. ¡°Para m¨ª que el famoso boom no es tanto un boom de escritores como un boom de lectores¡±, le dice Garc¨ªa M¨¢rquez a Fuentes en 1967, reci¨¦n aparecido Cien a?os de soledad.
Un libro epistolar como pocos, porque es el retrato de una ¨¦poca.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.