Vuelve la austeridad y no hay dinero para las ambiciones geopol¨ªticas de la UE
Las matem¨¢ticas de las reglas fiscales simplemente no cuadran. Estamos llegando al l¨ªmite de lo que puede hacer una UE descentralizada y basada en normas
Lo he llamado el peor error pol¨ªtico que he visto en mi vida: la austeridad tras el estallido de la crisis de la zona euro. Deterior¨® permanentemente la resiliencia econ¨®mica de la eurozona, contribuy¨® al auge de la extrema derecha y abri¨® una brecha entre los pa¨ªses de la UE que utilizan el euro. Est¨¢n a punto de cometer el mismo error.
La austeridad no es un compromiso entre el dolor a corto plazo y el beneficio a largo plazo. Tambi¨¦n empeora la situaci¨®n de la gente a la larga. La Fundaci¨®n para una Nueva Econom¨ªa (NEF), presentaba no hace mucho un c¨¢lculo del coste total de la austeridad durante todo el periodo: un d¨¦ficit de 533.000 millones de euros en inversiones en infraestructuras, incluidas las energ¨ªas renovables. Podemos verlo en todas partes: en forma de fuerzas armadas y polic¨ªa mal financiadas, de ferrocarriles deteriorados y de autopistas cerradas.
A favor de la Comisi¨®n Europea podemos decir que ha propuesto una reforma del antiguo r¨¦gimen fiscal: el Pacto de Estabilidad y Crecimiento (PEC). Se trata de un conjunto de normas para garantizar la convergencia fiscal dentro de la zona euro. La Comisi¨®n afirma que quiere aplicar las normas de manera m¨¢s flexible y adaptarlas a la situaci¨®n econ¨®mica de cada pa¨ªs. Pero el ministro de Hacienda alem¨¢n, Christian Lindner, no se f¨ªa de la Comisi¨®n ni de muchos de sus colegas europeos. El ministro alem¨¢n quiere volver al antiguo r¨¦gimen, con solo unos cuantos cambios. Supongo que se alcanzar¨¢ un acuerdo. Pero hasta eso significar¨ªa que se avecina mucha m¨¢s austeridad.
Y va a ser peor que la ¨²ltima vez por la situaci¨®n desde la que partimos. En Italia, la econom¨ªa registr¨® un d¨¦ficit del 8% el a?o pasado, y se prev¨¦ que descender¨¢ hasta el 3,7% el a?o que viene. A partir de ese momento, Italia necesitar¨¢ un ajuste fiscal adicional. Ambas cosas juntas suponen una presi¨®n fiscal incre¨ªble. Francia, que padece m¨¢s disturbios civiles de lo normal, tambi¨¦n se ve obligada a efectuar recortes fiscales de una magnitud similar.
Consideremos ahora la pol¨ªtica. La agenda del cambio clim¨¢tico de la UE est¨¢ entrando en una fase en la que empieza a costar dinero de verdad. El Gobierno alem¨¢n est¨¢ a punto de aprobar una propuesta de ley sobre la calefacci¨®n dom¨¦stica que obligar¨¢ a los propietarios de viviendas a sustituir las baratas calderas de gas por caras bombas de calor. Y Bruselas prepara una normativa medioambiental mucho m¨¢s costosa. La eliminaci¨®n progresiva del autom¨®vil de motor de combusti¨®n supondr¨¢ un coste para los propietarios. La oposici¨®n a las pol¨ªticas verdes es una de las causas del aumento del apoyo a la extrema derecha en Alemania.
A?adamos ahora la austeridad a esta mezcla. Con el regreso de las reglas fiscales vuelven las restricciones presupuestarias rigurosas. La agenda verde es el proyecto m¨¢s caro de toda la historia de la UE. Afectar¨¢ a los ciudadanos de forma desigual. Los propietarios de viviendas, las personas que viajan a diario entre su hogar y el trabajo y los agricultores saldr¨¢n mucho peor parados que los habitantes de las ciudades que viven en pisos alquilados. La austeridad hace que a los gobiernos les resulte m¨¢s dif¨ªcil compensar a los que salen perdiendo. Se est¨¢n abriendo divisiones entre el campo y la ciudad parecidas a las que provocaron el Brexit.
Hay bastantes similitudes con la econom¨ªa pol¨ªtica previa a la salida de Reino Unido de la Uni¨®n Europea. Por t¨¦rmino medio, el rendimiento del pa¨ªs brit¨¢nico en la UE fue razonablemente bueno, pero los beneficios se distribu¨ªan de forma desigual. Si no se compensa a los fracasados, estos registran su descontento en las urnas.
La austeridad tambi¨¦n coartar¨¢ otros grandes compromisos financieros, como la ayuda financiera y militar a Ucrania. Ahora que han vuelto las reglas fiscales, esta ayuda competir¨¢ con el gasto interno. En marzo, justo despu¨¦s del aniversario de la invasi¨®n rusa, el coste de la reconstrucci¨®n de Ucrania se cifr¨® en unos 400.000 millones de d¨®lares, una cantidad que podr¨ªa duplicarse f¨¢cilmente a medida que avance la guerra. La plena adhesi¨®n a la UE implicar¨ªa costes adicionales, ya que la Uni¨®n tendr¨ªa que apoyar a Ucrania durante mucho tiempo despu¨¦s de la adhesi¨®n.
Si Ucrania ingresara en la UE, se convertir¨ªa en el mayor receptor neto de fondos comunitarios, desplazando a los actuales receptores, en su mayor¨ªa pa¨ªses del este y el sur de Europa. Las aportaciones netas de Alemania, que ya son las m¨¢s elevadas, aumentar¨ªan sobremanera. Me cuesta ver c¨®mo ser¨¢ posible todo esto una vez que vuelvan las restricciones fiscales.
La UE podr¨ªa recurrir a la magia financiera. Es una maestra en el oscuro arte de las cortinas de humo fiscales. Pero eso tambi¨¦n tiene sus l¨ªmites. La UE podr¨ªa poner en marcha un mecanismo de reconstrucci¨®n de Ucrania parecido al fondo de recuperaci¨®n que cre¨® al principio de la pandemia, pero este mecanismo se vendi¨® como algo excepcional y no cuenta con el apoyo de todos. Tambi¨¦n podr¨ªa intentar incorporar a las instituciones internacionales y al sector privado, e incluso desviar los activos rusos congelados, unos 200.000 millones de euros en las reservas del banco central. Pero esto ¨²ltimo resulta problem¨¢tico desde un punto de vista legal y podr¨ªa llevar a los inversores internacionales a evitar la zona euro. No hay decisiones f¨¢ciles. La mayor parte de la financiaci¨®n para la reconstrucci¨®n tendr¨ªa que estar garantizada por los gobiernos nacionales, y todo requerir¨ªa unanimidad. Ese es el cuello de botella.
La combinaci¨®n de austeridad fiscal y necesidades de financiaci¨®n contrapuestas me hace desconfiar de cualquier propuesta grandiosa sin coste, como el apoyo financiero a gran escala a Ucrania o un ej¨¦rcito europeo. La cuesti¨®n clave no es si son buenas ideas. Yo creo que lo son. Sin embargo, no veo c¨®mo se puede organizar una mayor¨ªa pol¨ªtica a favor de ellas y seguir haciendo todo lo necesario, y m¨¢s, para que la UE funcione.
La austeridad tiene muchas repercusiones econ¨®micas, pero los efectos secundarios pol¨ªticos son extremadamente t¨®xicos. Nuestros d¨¦ficits son mucho m¨¢s elevados ahora de lo que lo eran entonces; tenemos una inflaci¨®n elevada; la extrema derecha es mucho m¨¢s fuerte; y la UE se ha comprometido de antemano con una costosa agenda verde. Todo ello limita las opciones de pol¨ªtica exterior de la UE justo en un momento en que esta empieza a descubrir su protagonismo geopol¨ªtico.
Las matem¨¢ticas simplemente no cuadran. Estamos llegando al l¨ªmite de lo que puede hacer una UE descentralizada y basada en normas.
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