Francisco quiere una Iglesia que sepa llorar, amar y besar
En estos d¨ªas, los viejos amigos Bergoglio y Fern¨¢ndez, el nuevo cardenal argentino, han aparecido reflejando a un nuevo tipo de Iglesia m¨¢s cercana a sus or¨ªgenes, m¨¢s humanos que divinos
El papa Francisco acaba de nombrar, por sorpresa, 21 nuevos cardenales. De ellos, contra la costumbre secular del Vaticano de elegir cardenales sobre todo europeos, varios son tambi¨¦n esta vez de la periferia de la Iglesia, como lo era ¨¦l y entre los que podr¨ªa estar quien le sustituya.
El jesuita papa Francisco, argentino, que al llegar a la cumbre de la Iglesia escogi¨®, no el nombre del importante fundador de su Congregaci¨®n, Ignacio de Loyola, sino el de Francisco, conocido como el santo de los pobres y amante de la naturaleza, ha buscado al elegir nuevos cardenales a personajes hasta ayer desconocidos, llegados de los lugares considerados como las favelas de la Iglesia.
Entre los 21 nuevos cardenales, el que m¨¢s llama la atenci¨®n es su compatriota argentino V¨ªctor Manuel Fern¨¢ndez, considerado un doble suyo, amigo de una vida, con una visi¨®n de la Iglesia tambi¨¦n en la l¨ªnea de la renovaci¨®n y de la vuelta a sus or¨ªgenes.
D¨ªas antes del anuncio de los nuevos cardenales, Francisco ya hab¨ªa sorprendido a la Iglesia al poner a su amigo y compatriota al frente del dicasterio m¨¢s importante del Vaticano, el de la Defensa de la fe, que estuvo siempre en manos de importantes, sesudos y conservadores te¨®logos de la Iglesia como el fallecido papa alem¨¢n Joseph Ratzinger, que fue el encargado de condenar a los modernos te¨®logos de la Liberaci¨®n.
El papa Francisco, amante de devolver a la Iglesia a su esp¨ªritu primitivo, de perd¨®n en vez de castigo, de sencillez y de fuerte cu?o femenino, ya ha confesado que ha dejado por escrito su renuncia en caso de que alguna enfermedad le impida gobernar con lucidez.
No parece simple coincidencia el nombramiento inesperado de su amigo Fern¨¢ndez como Prefecto de la Congregaci¨®n de la Fe, triste recuerdo de la Santa Inquisici¨®n, y enseguida el haberle elegido como cardenal. Ello le permitir¨¢ participar adem¨¢s en un nuevo c¨®nclave para elegir al pr¨®ximo papa, algo que est¨¢ siendo analizado con alegr¨ªa y aprensi¨®n al mismo tiempo en el ¨¢mbito sobre todo de la Iglesia conservadora, que considera al papa Francisco poco menos que un hereje con sus aperturas a los nuevos tiempos.
La Iglesia legada a¨²n al viejo y severo Concilio de Trento, y a la que le gustar¨ªa sepultar al progresista Concilio Vaticano II, no ve con buenos ojos los nuevos horizontes teol¨®gicos que est¨¢n abriendo, sea el papa Francisco o su amigo y cardenal, Fern¨¢ndez, que nada en sus mismas aguas a la b¨²squeda de la esencia de la revolucionaria fe de la Iglesia primitiva de los m¨¢rtires.
Ambos, el papa Francisco y su amigo cardenal, Fern¨¢ndez, nadan en las mismas aguas no tanto de un moderno cristianismo apellidado de progresista, sino que han buceado siempre en los or¨ªgenes de un cristianismo de los excluidos, entre ellos las mujeres. De un cristianismo que a todos acoge y que no se averg¨¹enza ni de amar ni de llorar, de ser humanos m¨¢s que divinos. ?Es ello ser conservador o progresista?
Es curioso que Francisco y su amigo Fern¨¢ndez sean dif¨ªciles de catalogar en su b¨²squeda de los or¨ªgenes de la Iglesia m¨¢s carism¨¢tica que teol¨®gica. Osar¨ªa decir, m¨¢s humana que divina, m¨¢s espiritual que teol¨®gica.
En estos d¨ªas en los que el Vaticano ha sido noticia han quedado plasmados dos rasgos m¨¢s humanos que divinos, que reflejan el alma del papa Francisco y del nuevo cardenal, su amigo y compatriota argentino, al que los vetustos te¨®logos dogm¨¢ticos no saben c¨®mo catalogar.
Quiz¨¢s porque aparecen m¨¢s humanos que divinos, m¨¢s modernos que tradicionales. ?O es que alguien pod¨ªa pensar antes de ellos que la Iglesia podr¨ªa bendecir el sacramento del matrimonio a dos divorciados ya en su segunda familia? ?O bendecir a una pareja de homosexuales? ?O ir pensando en abolir el celibato eclesi¨¢stico e introducir a la mujer en el sacerdocio?
En estos d¨ªas, los viejos amigos Bergoglio y Fern¨¢ndez han aparecido reflejando a un nuevo tipo de Iglesia m¨¢s cercana a sus or¨ªgenes, apareciendo m¨¢s humanos que divinos. No es una iglesia progresista, mundana, pero s¨ª cercana a los dolores y alegr¨ªas de sus fieles.
El nuevo cardenal argentino ha acaparado la informaci¨®n mundial gracias a su libro publicado hace ahora 20 a?os, titulado ¡°S¨¢name con tu boca. El arte de besar¡±. ?Un obispo, hoy cardenal y Prefecto de la Doctrina de la Fe, que ya ha escrito sobre la importancia del beso, como expresi¨®n de amor humano? Y su libro, siendo a¨²n joven, no hablaba de besos espirituales, sino humanos, carnales aunque como expresi¨®n de un amor profundo y delicado al mismo tiempo.
El nuevo cardenal, y qui¨¦n sabe si posible sucesor del papa Francisco, en su libro habla del beso con todos sus detalles m¨¢s humanos, dir¨ªa hasta carnales, al mismo tiempo que expresi¨®n de un amor puro. ¡°Si no hay beso de verdad, puede haber sexo pero no amor¡±, escribi¨® el nuevo cardenal. Y lo hizo entonces con sentido del humor, algo en lo que tambi¨¦n se parece a su amigo papa Francisco. Hablando del beso, escribe el nuevo cardenal, despu¨¦s de haberse consultado entonces con j¨®venes amigos suyos, que se debe evita, por ejemplo, que un gran bigote moleste a la mujer al besar y da consejos, como por ejemplo, recortarlo.
En su libro sobre los besos, el cardenal de hoy hablaba entonces sea del beso de la traici¨®n del ap¨®stol renegado, Judas, como de los besos de las prostitutas. Escribe que el beso es algo sagrado que debe respetar la libertad del otro del que no soy due?o. Y el nuevo vigilante hoy de la ortodoxia de la Iglesia, escribi¨® entonces incluso del beso de las prostitutas. Las defiende cuando, seg¨²n ¨¦l, a pesar de prestarse " todo tipo de juegos sexuales, no se dejan besar por nadie¡±.
S¨ª, el nuevo cardenal argentino es el m¨¢s parecido a Francisco. Una mezcla dif¨ªcil de entender pues se trata de ser tradicional y moderno al mismo tiempo. De ser recio en los valores originales del cristianismo y abierto a los nuevos tiempos en un mundo en el que renace la fuerza de la mujer, hasta ayer relegada en la Iglesia a un papel de simple coadjuvente sin poder de decisi¨®n. M¨¢s a¨²n, objeto y tentaci¨®n para los eclesi¨¢sticos varones.
Si Fern¨¢ndez no se escandaliz¨® ya de joven de escribir sobre el beso sobre el que dice que fue a buscar ¡°las palabras de los poetas¡±, el actual papa Francisco, su gran amigo, tampoco se averg¨¹enza de llorar en p¨²blico, de enternecerse consolando las penas de desconocidos. Y hasta exhorta a los cristianos a no avergonzarse de llorar por los que sufren injusticia y abandono.
Lo acaba de decir d¨ªas atr¨¢s al denunciar la tragedia de los inmigrantes del Mediterr¨¢neo. ¡°Me averg¨¹enzo de una sociedad que no sabe llorar¡±, afirm¨®, mientras su amigo y nuevo cardenal se averg¨¹enza de quienes ¡°no saben besar¡±.
Estamos ante dos figuras de la Iglesia y del Vaticano que rompen todos los esquemas del pasado, que no se definen como progresistas ni conservadores, sino como seguidores de una religi¨®n universal en la que cab¨ªan fieles y paganos, en la que el amor no era prohibido ni estigmatizado. Ni siquiera sublimado.
Es una curiosa nueva Iglesia que, mientras por primera vez persigue y castiga los pecados de la pederastia, permite que se bendigan otros tipos de amor fuera de los cl¨¢sicos de hombre y mujer.
Es una Iglesia que no se escandalizar¨ªa de volver a sus or¨ªgenes, donde la mujer gozaba del mismo poder de los hombres, donde el celibato era desconocido, donde el eje del cristianismo era el amor y s¨®lo el amor y, sobre todo, el cuidado por lo que el mundo despreciaba.
Una Iglesia que, como la de hoy de Francisco y de su amigo y nuevo cardenal, Fern¨¢ndez, que m¨¢s que ir a la caza de herejes doctrinales, son capaces de llorar sin avergonzarse, o de escribir, sin rebozos, sobre el papel de los besos y de la sexualidad dentro de la Iglesia.
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