El pa¨ªs de las escasas primaveras
Como en 1944, la sociedad de Guatemala quiere modernizaci¨®n, vientos de libertad. La esperanza es Bernardo Ar¨¦valo, que disputar¨¢ la segunda vuelta de las elecciones el pr¨®ximo 25 de agosto con Sandra Torres
Los mayas cre¨ªan que la historia era circular, sujeta a constantes ciclos de repetici¨®n, y la de Centroam¨¦rica da para creerlo.
Seg¨²n se repet¨ªa la posici¨®n de las estrellas, se repet¨ªa la historia. Ahora mismo, parecen encontrase de nuevo en el lugar que ten¨ªan en el cielo hace 80 a?os, en 1943, cuando el istmo se hallaba sometido a crueles dictaduras que, a su vez, eran s¨ªmiles de otras de m¨¢s atr¨¢s: el general Ubico, que se peinaba con un mech¨®n de pelo suelto sobre la frente para parecer a Napole¨®n, reinaba en Guatemala; el general Hern¨¢ndez Mart¨ªnez, vegetariano que profesaba el espiritismo, en El Salvador; el general Car¨ªas, que utilizaba una silla el¨¦ctrica de voltaje suficiente para chamuscar a los prisioneros pol¨ªticos, en Honduras; y el general Somoza, que met¨ªa a sus propios prisioneros en jaulas de su jard¨ªn zool¨®gico, en Nicaragua.
Al a?o siguiente, en 1944, cuando soplaban vientos antifascistas en los finales de la guerra mundial, una ola de protestas callejeras en las capitales de Centroam¨¦rica se llev¨® al general Mart¨ªnez y al general Ubico. Sobrevivieron a duras penas Car¨ªas, que muri¨® en su cama, y Somoza, que a?os despu¨¦s se encontr¨® con las balas disparadas por un poeta.
Y sucedi¨® lo inaudito: derrocado Ubico, el doctor Juan Jos¨¦ Ar¨¦valo, un maestro normalista, exiliado en Argentina, fue electo presidente de la rep¨²blica con el 85% de los votos.
Los folletos tur¨ªsticos ensalzan a Guatemala como el pa¨ªs de la eterna primavera. El pr¨®cer cultural Luis Cardoza y Arag¨®n hablaba m¨¢s bien del pa¨ªs de la eterna balacera, y hay un cuadro del pintor Luis Diaz que se titula Guatebala.
Los a?os de gobierno del doctor Ar¨¦valo son reconocidos justamente como los de una primavera democr¨¢tica, interrumpida cuando su sucesor constitucional, el coronel Jacobo ?rbenz, fue derrocado en 1954 por un golpe militar patrocinado por la United Fruit y los hermanos Dulles, adalides de la Guerra Fr¨ªa. La ca¨ªda de ?rbenz es tema de la novela de Mario Vargas Llosa, Tiempos recios.
La primavera democr¨¢tica dur¨® diez a?os. El doctor Ar¨¦valo, igual que ?rbenz, fue anatemizado por comunista. Proclamaba un ¡°socialismo espiritual¡± a trav¨¦s de reformas profundas en la educaci¨®n, algo que un marxista ortodoxo clasificar¨ªa como socialismo ut¨®pico; pero los retr¨®grados de entonces no quisieron escuchar sus discursos donde dejaban expl¨ªcito que ¡°el comunismo era contrario a la psicolog¨ªa del hombre¡±.
Un reformador que quiso modernizar la sociedad guatemalteca, feudal en su estructura agraria, con una inmensa poblaci¨®n ind¨ªgena sometida y apartada, y que, en los a?os posteriores a la guerra mundial, advert¨ªa: ¡°temo que el occidente haya ganado la batalla, pero en sus ataques ciegos al bienestar social, pierda la guerra contra el fascismo¡±. Una reflexi¨®n que no pierde vigencia.
Contra ese mismo muro choc¨® ?rbenz, juzgado y sentenciado como comunista por los hermanos Dulles, entre otros pecados mayores porque intentaba una reforma agraria basada en las tierras ociosas de la United Fruit, una medida que se quedaba p¨¢lida frente a las que la Alianza para el Progreso del presidente Kennedy declarar¨ªa permisibles despu¨¦s.
Los astros de la historia vuelven a colocarse ahora en la misma posici¨®n en que se hallaban en el cielo maya en 1944: la f¨¦rrea dictadura de Ortega en Nicaragua, la dictadura digitalizada de Bukele en El Salvador, una dictadura institucional en Guatemala que cambia de rostros, pero no de esencia, ayer Jimmy Morales, un c¨®mico de la televisi¨®n, hoy Alejandro Giammattei, antiguo director penitenciario.
Los due?os de este sistema cerrado y excluyente han terminado con la independencia judicial, han obligado al exilio a jueces y fiscales, encarcelan y destierran periodistas, y tienen el poder de vetar a los candidatos presidenciales, como ha ocurrido con estas ¨²ltimas elecciones, en cuya primera vuelta se les col¨® un candidato al que no daban importancia porque se hallaba en el piso de las encuestas. Su partido Semilla, formado por intelectuales de clase media, les parec¨ªa igualmente inocuo.
Sorpresa te da la vida, canta Rub¨¦n Blades: ese candidato es Bernardo Ar¨¦valo, hijo de aquel profesor normalista de la primavera democr¨¢tica. Disputar¨¢ la segunda vuelta el pr¨®ximo 25 de agosto con Sandra Torres, que concurre por tercera vez. Y ahora los se?ores feudales est¨¢n aterrados: si en la primera vuelta una cuarta parte de los electores votaron nulo o en blanco, porque sent¨ªan no tener candidato, ahora sienten que s¨ª lo tienen. Otra vez, el fantasma de la amenaza comunista en escena.
Zancadilla tras otra, han buscado sacar del juego a Bernardo Ar¨¦valo. Usaron las maltrechas instituciones judiciales para ordenar un nuevo recuento de votos, y no les result¨®, los votos siguieron siendo los mismos. Un juez decret¨® invalidar al partido Semilla, bajo el argumento de la obediente Fiscal¨ªa, de que la firma de un adherente era falsa. Tampoco result¨®. Hasta lo inaudito de un allanamiento judicial al propio tribunal electoral.
Pero los astros est¨¢n alineados, otra vez de la misma manera. En el firmamento se lee cansancio ante la corrupci¨®n p¨²blica, la penetraci¨®n creciente del crimen organizado, la burla de las instituciones, el feudalismo arcaico, los abismos de desigualdad social. Como en 1944, la sociedad quiere modernizaci¨®n, vientos de libertad.
Que repitan los dioses mayas la primavera democr¨¢tica.
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