El encuentro de El Ni?o y la especie zombi
Hay indicios de que la crisis clim¨¢tica se acelera, pero no de que la humanidad haya recuperado su instinto de supervivencia
Dej¨¦ la Amazonia, donde se anunciaba la temporada de incendios criminales, para realizar un viaje de una semana al extremo sur de Brasil. Aterric¨¦ pocas horas antes del comienzo de un cicl¨®n. No pude dormir porque el viento aullaba, las ventanas no paraban de dar golpes y era imposible dejar de imaginar el sufrimiento de quienes viv¨ªan en las casas m¨¢s vulnerables. Al d¨ªa siguiente, sin embargo, la mayor¨ªa no parec¨ªa especialmente preocupada, aunque se hab¨ªan suspendido las clases en las escuelas p¨²blicas. Al expresar mi preocupaci¨®n por la falta de preocupaci¨®n, la explicaci¨®n se repiti¨® en boca de distintas personas: ¡°Oh, es que el cicl¨®n del mes pasado fue mucho peor¡±.
Es f¨¢cil imaginar que pronto, muy pronto, estas mismas personas comentar¨¢n que el cicl¨®n de la semana pasada fue peor que el actual. Y en alg¨²n momento las conversaciones tratar¨¢n si el cicl¨®n de ayer ¡ªo de hace unas horas¡ª fue m¨¢s o menos destructivo que el de ahora. Parece que los fen¨®menos extremos empiezan a normalizarse en el sentido com¨²n, pero no porque haya una adaptaci¨®n consciente para evitarles un futuro hostil a las nuevas generaciones, sino por una brutal desconexi¨®n de la realidad.
Ahora mismo, en todo el planeta, hay indicios de que la crisis clim¨¢tica se ha acelerado, lo que se est¨¢ denominando ¡°una emergencia dentro de otra emergencia¡±. No hace falta ser ind¨ªgena o cient¨ªfico para darse cuenta de que las se?ales est¨¢n en todas partes, las pueden sentir personas de varias regiones del mundo. En la Amazonia, el comienzo del verano es siempre un momento de gran tensi¨®n, porque cesan las lluvias y los destructores de la selva le prenden fuego, seguros de que quedar¨¢n impunes. Este a?o, todo indica que ser¨¢ peor. Y lo peor, esta vez, se llama El Ni?o.
Estudios cient¨ªficos muestran que la selva se calent¨® m¨¢s y experiment¨® sequ¨ªas m¨¢s severas en los dos eventos anteriores del fen¨®meno: de 1997 a 1998 y de 2014 a 2016. Y ahora El Ni?o se encontrar¨¢ con una Amazonia mucho m¨¢s fr¨¢gil, mucho menos resistente a incendios y sequ¨ªas, arrasada en los ¨²ltimos a?os por el Gobierno de extrema derecha de Jair Bolsonaro (2019-2022). Dado que contamos con la Amazonia, gran reguladora del clima, para mitigar los efectos de El Ni?o, tiene sentido predecir que su fragilidad generar¨¢ impactos en cadena.
Debemos usar la emergencia para intensificar los esfuerzos, acelerar las pol¨ªticas y tomar medidas. Pero eso no ocurrir¨¢ hasta que descubramos c¨®mo reconectar a la poblaci¨®n humana con el instinto de supervivencia perdido. De momento, estamos atrapados entre la desconexi¨®n de la mayor¨ªa y el nihilismo de los que ya lo dan todo por perdido. Ni unos ni otros evitar¨¢n la colisi¨®n.
Tan urgentes como las medidas para detener el calentamiento global son las pol¨ªticas p¨²blicas para informar y educar a la gente sobre lo que ya ocurre y c¨®mo tendremos que, r¨¢pidamente, adaptarnos y convertirnos en otro tipo de personas. Si no se hace nada para preparar a la especie, el riesgo de que los zombis de hoy despierten como humanos en p¨¢nico podr¨ªa dar a la cat¨¢strofe que se avecina una dimensi¨®n que ni siquiera la ficci¨®n es capaz de anticipar. Adaptaci¨®n no puede confundirse con desconexi¨®n. Solo la conexi¨®n con la realidad puede salvarnos de nosotros mismos.
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