Ayotzinapa: ara?ar la verdad¡ pero ni de cerca la justicia
El grupo de expertos describe los barroquismos de nuestro sistema de justicia y la nula val¨ªa de las v¨ªctimas pobres, entre otros vac¨ªos
El Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes que investigaba la noche de Iguala ha concluido su misi¨®n en M¨¦xico. Se van con el reconocimiento de las familias de los 43 de Ayotzinapa, tambi¨¦n se marchan frustrados porque apenas si pudieron ara?ar la verdad de esa tragedia.
?ngela Buitrago y Carlos Mart¨ªn Beristain rindieron este martes el sexto y ¨²ltimo informe del GIEI. Ya solo ellos quedaban del pu?ado que originalmente trabaj¨® en el caso que conmocion¨® a M¨¦xico en 2014. Su reporte final aporta indicios de una verdad que se topa con una conocida pared.
En la prensa mucho se ha dicho esta semana de la denuncia del GIEI sobre la cerraz¨®n de las fuerzas armadas a revelar a los expertos todo lo que saben sobre los hechos del 26 de septiembre de hace casi nueve a?os.
La secretar¨ªa de la Defensa Nacional no ha querido aportar documentos y testimonios sobre lo que supieron, en tiempo real y en las horas y d¨ªas posteriores, de la refriega en la que desaparecer¨ªan 43 alumnos de la escuela normal rural Ra¨²l Isidro Burgos.
Integrantes de la Sedena saben m¨¢s de lo que dicen, tienen m¨¢s documentos de los que han mostrado, porque aquellos d¨ªas en Iguala, antes de la matanza y despu¨¦s de la misma, hicieron m¨¢s de lo que han querido reconocer, sostiene el reporte de los expertos.
La certeza del GIEI sobre el ocultamiento castrense no surge de la suspicacia, ni de la mera l¨®gica. El nuevo reporte compendia elementos, que apuntan al Ej¨¦rcito, que han podido reconstruir con datos de telefon¨ªa, testimonios an¨®nimos y documentos arrancados a cuenta gotas a la oscuridad oficial.
Cada pedazo de evidencia desenterrado es contrastado por el GIEI con otras fuentes, con otros papeles y declaraciones. Y en no pocos casos, con tan novedosos indicios, han buscado de nuevo a elementos de las fuerzas armadas y policiacas que al ser confrontados con la nueva versi¨®n aceptan que antes dijeron medias verdades o que ahora ¡°recuerdan¡± lo que ante la evidencia se ven obligados a aceptar, para de inmediato volver al mutismo.
Meses de pesquisas cuyos frutos mueren en el callej¨®n sin salida que es la negativa de la Secretar¨ªa de la Defensa Nacional a colaborar. Mas no son los ¨²nicos reticentes. En su sexto volumen, el GIEI denuncia acciones ilegales o indebidas de la Secretar¨ªa de Marina que, otra vez, hab¨ªa ocultado.
Hay que repetir esto: el sexto informe, como los anteriores, no es un panfleto que elabore hip¨®tesis desde la nada o el sospechosismo frente a la omnipresencia de las fuerzas armadas mexicanas. Es un volumen con, a pesar de la poca colaboraci¨®n oficial, nuevos indicios de lo ocurrido en Iguala.
Por ejemplo: aportan el an¨¢lisis de medio millar de llamadas hacia y desde el C4 de Iguala revelan la imposibilidad de que soldados y polic¨ªas aleguen desconocimiento de los hechos desde el minuto mismo en que se origin¨® la gresca que termin¨® en la m¨¢s grande matanza de mexicanos en tiempos modernos. Y adem¨¢s de las llamadas, est¨¢ la novedad de la localizaci¨®n de actividad telef¨®nica de mandos en distintos lugares de esa ciudad guerrerense.
Los nuevos hallazgos, sobre la actividad de integrantes del CISEN, de polic¨ªas locales y federal, de integrantes de las fuerzas armadas e incluso de miembros del crimen organizado, a juicio del GIEI se puede y se debe reconstruir el verdadero papel que esos actores jugaron en el momento mismo de la captura de los j¨®venes, en las jornadas en las que desaparecieron y en las que supuestamente ya se investigaba su paradero.
La esperanza del GIEI es que la Fiscal¨ªa General de la Rep¨²blica retome los hallazgos y se pidan ministerialmente los documentos que a ellos les negaron. Que del informe se pase al expediente. Que el trabajo no haya sido en vano por la fuerza obstructiva de las fuerzas armadas.
Que Sedena y Semar no sepulten la posibilidad de que los mexicanos tengan acceso a la verdad de lo que ocurri¨® en Iguala, del paradero de los muchachos, de las responsabilidades de quienes no actuaron a la altura de su deber para que los estudiantes no fueran entregados a los delincuentes.
Las llamadas de militares que se comunicaban entre cuarteles y el C4 en las horas en que sucedieron los hechos, y el hallazgo, gracias a datos de telefon¨ªa, de que mandos castrenses estuvieron en lugares cercanos a la refriega que los militares no han reconocido, abren nuevas interrogantes sobre qu¨¦ supieron y qu¨¦ decidieron hacer con eso los uniformados.
M¨¢xime que, al menos para el caso de los soldados, estos hab¨ªan recibido por aquellas fechas una alerta del alto mando para que se reportara a la secretar¨ªa todo incidente, dado que estaba pr¨®ximo a conmemorarse el 2 de octubre, fecha que concita marchas y movilizaciones contra la hist¨®rica y traum¨¢tica represi¨®n del ej¨¦rcito a estudiantes en la plaza de las tres culturas.
La tarde del 26 los soldados supieron de camiones secuestrados, grupos de estudiantes dirigi¨¦ndose en varias direcciones, polic¨ªas reprimiendo a los j¨®venes, presencia de criminales y balazos por doquier¡ ?y los batallones, el 41 y el 27, nada registraron de lo que pasaba en sus narices? ?Qu¨¦ callan?
La verdad hist¨®rica de Pe?a Nieto es sustituida este sexenio por la verdad callada. El presidente L¨®pez Obrador se ha tragado su compromiso por esclarecer la tragedia que quebr¨® al gobierno de Pe?a Nieto. Ayer viernes advirti¨® que ni militares ni marinos hablar¨¢n del caso. Y que ¨¦l, como comandante supremo, rechaza la cerraz¨®n denunciada por el GIEI. Para el tabasque?o hay un nuevo complot y es en contra de las fuerzas armadas.
Las familias de los 43 reciben en las postrimer¨ªas del sexenio de Andr¨¦s Manuel el reporte donde Buitrago y Beristain muestran, sin ocultar su decepci¨®n, huellas de sus esfuerzos por llegar al fondo, pero reconocen que apenas si ara?aron la verdad, la epidermis de lo que sucedi¨®.
Perplejos exponen una realidad contradictoria: encomian al presidente de la Rep¨²blica por haber ordenado a las fuerzas armadas que colaboraran con ellos, y se encogen de hombros al no poder explicar por qu¨¦ tras esa orden no hubo apertura ni acatamiento del Ej¨¦rcito y la Marina.
La esperanza de resolver el caso se pudri¨®. Un nuevo sexenio, una nueva frustraci¨®n para 43 familias y una sociedad agraviada. Los del gobierno anterior quisieron cerrar el expediente a punta de tortura y fabricaciones. Los del actual lo quieren decretar con algunas ¨®rdenes de detenci¨®n pero sin un relato convincente, por crudo que resulte, por reveladoras que sean las complicidades de las autoridades con el crimen organizado.
Desde hace semanas, las familias han solicitado una audiencia con el presidente para manifestarle su desaz¨®n e inconformidad. AMLO no ha encontrado espacio en su agenda para el dolor de las familias de los estudiantes asesinados de la normal rural de Ayotzinapa.
Las familias de las v¨ªctimas no quieren m¨¢s reuniones protocolarias con Alejandro Encinas, el subsecretario de Derechos Humanos que no tiene algo qu¨¦ ofrecer a los deudos, ni interlocuci¨®n, luego del fallido informe en el que incluy¨® mensajes de telefon¨ªa que resultaron ap¨®crifos.
La promesa de L¨®pez Obrador de hacer justicia a estas v¨ªctimas se marchita. Sin el GIEI, Encinas es a¨²n m¨¢s d¨¦bil frente a las fuerzas armadas al tiempo que las familias no ver¨¢n en ¨¦l al sustituto de los expertos internacionales. Y como AMLO opt¨® por los militares, los deudos se saben de nuevo solos.
El GIEI se retira legando una cr¨®nica en seis tomos de una historia demasiado familiar para los mexicanos.
El grupo de expertos describe los barroquismos de nuestro sistema de justicia, la propensi¨®n de ¨¦ste a medio vivir en una realidad en donde poderes f¨¢cticos imponen los ritmos y alcances de la ley, la imposibilidad del Estado mexicano para descorrer el velo de lo que sabe de la penetraci¨®n de los criminales en instancias de gobierno y la nula val¨ªa de las v¨ªctimas pobres. Estampas de un d¨ªa cualquiera en la vida de M¨¦xico, dir¨ªa Ibarg¨¹engoitia.
Salvo que se supon¨ªa que con Ayotzinapa ser¨ªa distinto. Que 43 j¨®venes devorados de golpe por criminales y polic¨ªas (?y por fuerzas armadas?) era demasiado incluso para una naci¨®n mansamente ah¨ªta de masacres y muerte. Que el ¡°nunca m¨¢s¡± detr¨¢s del grito ¡°Fue el Estado¡± iba en serio, por eso el pe?ismo fue y ser¨¢ despreciado, por eso a M¨¦xico urg¨ªa un gobierno que s¨ª procurara justicia y verdad: AMLO tendr¨ªa la valent¨ªa de hacer la autopsia del caso...
Los expertos del GIEI dejan cientos de p¨¢ginas que dicen busquen aqu¨ª, pregunten por esto que no nos contestaron, abran una investigaci¨®n a partir de tal documento, soliciten una diligencia en aquel lugar, no dejen suelta la contradicci¨®n de varios testimonios, no olviden tocar en esas puertas que a pesar de la orden presidencial permanecieron cerradas. Porque a pesar de todo, nosotros apenas si rozamos la superficie de la verdad. Y de la justicia, ni hablar.
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