La oportunidad de Puigdemont
A diferencia de lo que suced¨ªa en 2018, el control del expresidente de la Generalitat sobre Junts es ahora total
Es probable que Pedro S¨¢nchez no hubiese llegado a la presidencia del Gobierno si hubiese dependido de Carles Puigdemont. Cuando se celebr¨® la moci¨®n de censura, Puigdemont viv¨ªa en Berl¨ªn sin poder salir de Alemania. Hab¨ªa estado bajo custodia policial en la c¨¢rcel, esperaba la respuesta que la Audiencia de Slesvig-Holstein dar¨ªa a la demanda de extradici¨®n del juez Llarena (la deneg¨®) e imaginaba una federaci¨®n de partidos independentistas en vistas a las elecciones municipales que se celebrar¨ªan al cabo de un a?o. En esas circunstancias recibi¨® la llamada de Pablo Iglesias. Le plante¨® la posibilidad de presentar una moci¨®n para tumbar al gobierno popular. ¡°Puigdemont estaba ya muy lejos de Espa?a¡±, explic¨® Iglesias, ¡°la conversaci¨®n con ¨¦l no era la conversaci¨®n con un l¨ªder pol¨ªtico que gestiona los asuntos del d¨ªa, sino con un exiliado¡±. A pesar de la autoridad que conservaba en el independentismo, Puigdemont no controlaba al grupo de su partido en el Congreso. Fueron veteranos diputados junto a la coordinadora Marta Pascal los que pilotaron unas conversaciones a diversas bandas en las que ya se plantearon medidas de pacificaci¨®n. Puigdemont se sinti¨® traicionado. ¡°Ahora aprovechan que estamos en el exilio y en la c¨¢rcel para desmontar y dinamitar la estrategia construida con mucho esfuerza y sacrificio. Y con apoyo popular¡±. Interpret¨® aquel movimiento como un error que vengar¨ªa.
Desde ese momento y hasta ahora, Puigdemont no ha tenido oportunidad alguna de influir en la pol¨ªtica espa?ola. Es verdad que a lo largo de este lustro el mundo ha cambiado y el movimiento independentista no ha dejado de empeque?ecerse, como evidencia su decreciente capacidad de movilizaci¨®n o su respaldo en las urnas, pero ahora la aritm¨¦tica electoral le ha dado una oportunidad. A ¨¦l. Tal vez irrepetible, la ¨²nica que le permite estar en la ecuaci¨®n. Y la decisi¨®n que tome dif¨ªcilmente es comprensible si solo se le caracteriza como ¡°un pr¨®fugo de la justicia¡±. Todo es bastante m¨¢s complejo.
A la hora de valorar sus trascendentales decisiones durante el nefasto octubre de 2017, tras constatar que la suspensi¨®n de la declaraci¨®n de independencia no forz¨® una negociaci¨®n con el poder ejecutivo, su autocr¨ªtica no fue haberse saltado la Constituci¨®n y el Estatut y haber provocado el colapso del autogobierno. Su interpretaci¨®n es que se equivoc¨® al no haber aguantado el pulso de la confrontaci¨®n que ha mantenido desde que huy¨® para no ser juzgado. Esa interpretaci¨®n y esa decisi¨®n le otorgaron un liderazgo nacional que buena parte de la ciudadan¨ªa reconoci¨® en las elecciones al Parlamento Europeo de 2019: su candidatura, que no pudo desactivar la justicia, obtuvo m¨¢s de un mill¨®n de votos. Entonces redact¨® el panfleto Reunim-nos. Ten¨ªa un plan: una confrontaci¨®n m¨¢s all¨¢ de las instituciones y que implicaba desde una estrategia econ¨®mica, la conquista de asociaciones c¨ªvicas y una desobediencia a gran escala como reacci¨®n a la sentencia del Tribunal Supremo contra los l¨ªderes del proc¨¦s. El caos vivido durante aquellas jornadas, m¨¢s la llegada de la pandemia, representaron el principio del fin de esa fantas¨ªa insurreccional.
A partir de aquel momento, el independentismo perdi¨® centralidad y el mito Puigdemont empez¨® a menguar. Pero su situaci¨®n ¡ªligada a la de los exconsellers Com¨ªn y Puig, los que lo han acompa?ado en B¨¦lgica¡ª ha sido como el dinosaurio del cuento protegido por la telara?a judicial construida por su abogado. Mientras su partido segu¨ªa sin estructurarse, mientras internamente no eran pocos los que lo consideraban una losa, su autoridad en Junts estaba all¨ª. La us¨® para apoyar un perfil pactista como el de Xavier Trias para la alcald¨ªa de Barcelona. Pocos d¨ªas despu¨¦s impidi¨® que un pragm¨¢tico como Jaume Gir¨® fuese el candidato a las elecciones generales e impuso a la intransigente M¨ªriam Nogueras. Estamos aqu¨ª. Ahora su control sobre el grupo, a diferencia de 2018, es total. La duda es si usar¨¢ esa influencia para desestabilizar al Estado, siguiendo su l¨®gica de estos a?os, o negociar¨¢ y se adaptar¨¢ a una realidad social y pol¨ªtica que en Catalu?a poco tiene que ver con el trauma que nos dej¨® en los d¨ªas del mundo de ayer. Que actuar¨¢ como un pol¨ªtico qued¨® claro en la extensa declaraci¨®n que public¨® este s¨¢bado en Twitter. L¨¦anla.
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