Ojal¨¢ los pol¨ªticos solo se hablasen por carta
Esto no traer¨ªa concordia a las relaciones, pero las har¨ªa m¨¢s legibles e interesantes. Aunque se asocia el correo con el amor, por carta tambi¨¦n se puede armar bronca
Es cierto, como dice Pedro S¨¢nchez en su respuesta a Feij¨®o, que ¡°hoy disponemos de medios m¨¢s ¨¢giles para la interlocuci¨®n que el di¨¢logo epistolar¡±, pero quien elige la carta no busca inmediatez. Tambi¨¦n hay medios m¨¢s ¨¢giles para elegir parlamentos que meter papelitos en urnas, e incluso hay medios m¨¢s ¨¢giles de gobierno que la democracia, y no por ello vamos a renunciar a ella. A m¨ª me gusta que los pol¨ªticos se enfrenten a las decisiones morales y est¨¦ticas del protocolo epistolar: ?empezar con ¡°estimado¡± o ¡°querido¡±? ?Tratarse de t¨² o de usted? ?Despedirse con una f¨®rmula cort¨¦s u obviar la despedida, a lo burro? ?A ordenador o a mano? Y si es a ordenador, ?con qu¨¦ tipograf¨ªa? Son elecciones importantes que retratan a los corresponsales. Ojal¨¢ una democracia epistolar. Abogo por una reforma constitucional que obligue al Gobierno y a la oposici¨®n a relacionarse por carta. Es m¨¢s, prohibir¨ªa los emoticonos y los mensajitos en las redes. ?Quiere usted plantearle una propuesta a su rival? Pues pida el recado de escribir, como hac¨ªa Madame de S¨¦vign¨¦: escoja su mejor papel verjurado y esm¨¦rese en la letra.
Esto no traer¨ªa concordia a las relaciones, pero las har¨ªa m¨¢s legibles e interesantes. Aunque se asocia el correo con el amor, por carta tambi¨¦n se puede armar bronca. Que se lo digan a Pablo de Tarso, que fund¨® el cristianismo mandando ep¨ªstolas leninistas. Las cartas permiten una crueldad muy superior a la de internet. En otro peri¨®dico, en otra ¨¦poca y yo dir¨ªa que en otro pa¨ªs, un lector que ten¨ªa un comercio de plumas estilogr¨¢ficas escribi¨® al director unas cartas en papel grueso, con impecable caligraf¨ªa inglesa, en las que reclamaba mi despido. En una adjunt¨® un billete de cinco euros como contribuci¨®n a mi finiquito, por si el diario andaba escaso de liquidez. Ning¨²n tuitero furioso ha igualado su malicia.
El borrador del telegrama de p¨¦same de Felipe Gonz¨¢lez a Danielle Mitterrand por la muerte del expresidente franc¨¦s empezaba: ¡°Al recibir la muy triste noticia¡¡±. Alguien (seguramente, Felipe) tach¨® el ¡°muy¡± y dej¨® la noticia con una tristeza atenuada, soportable, casi fr¨ªa. Ese tach¨®n es m¨¢s revelador que cualquier discurso, porque en las cartas no se puede mentir. Ni siquiera cuando llevan mentiras enormes, como las cartas de los soldados desde el frente, donde cuentan que est¨¢n bien, que no hay de qu¨¦ preocuparse y que gracias por los chorizos. Incluso en la banalidad m¨¢s embustera se adivina la angustia. No tengas miedo, dice quien vive aterrado. Nadie puede esconderse en una carta, por eso el presidente prefiere los whatsapps.
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