Las ni?as ya no quieren ser Barbie
Lo interesante de la pel¨ªcula de Greta Gerwig es el revuelo que ha despertado en esa parte del p¨²blico masculino que se refugia en el rechazo ultra a todo lo que huela a feminismo
Obviemos por un momento la imposibilidad manifiesta de que Hollywood sea ahora feminista, o de que la rubia de pl¨¢stico que protagoniza el taquillazo del verano y una omnipresente campa?a basada en el viejo culto a la mercanc¨ªa pueda ser la pura encarnaci¨®n del poder femenino. Porque no me negar¨¢n que exigirle a Barbie que sea subversiva en un mundo en el que la propia subversi¨®n tiene valor de mercado tiene su guasa. M¨¢s que su contenido, lo interesante de la pel¨ªcula de Greta Gerwig es el revuelo que ha despertado en esa parte del p¨²blico masculino que se refugia en el rechazo ultra ante todo lo que huela a feminismo. Miren nuestros recientes resultados electorales y la brecha intrageneracional entre los muchachos seducidos por la reacci¨®n y sus hom¨®logas femeninas, que votan mayoritariamente por las izquierdas. No es una lectura interesada, pues los datos son los que son: el voto joven ofrece claves sobre la posible renovaci¨®n y resistencia de los valores sociales.
Pero volvamos a Barbie, pues contiene mensajes que pueden explicarlo. No me refiero a los gui?os trans o queer, como cuando la mu?eca fugada de Barbilandia reconoce ante los acosadores que la objetivizan sexualmente que no tiene genitales: ¡°Ni Ken tampoco¡±, afirma. Lo interesante es c¨®mo se expresa que el estatus de hombre o mujer no nos lo otorgan nuestras partes nobles, sino c¨®mo nos construimos socialmente. Pero, con todo, es Ken quien ha levantado m¨¢s ampollas en la ultraderecha planetaria. En realidad, Ken no es un pusil¨¢nime. Vive la misma crisis existencial que Barbie, aunque no nos ense?en su celulitis como s¨ª hacen con ella. Ken solo se siente bien cuando Barbie lo mira. Esta aparente falta de testosterona es lo que ha enfurecido a los voceros ultras, cuando el mensaje de la pel¨ªcula consiste en una vieja idea feminista: los hombres tambi¨¦n deben emanciparse de los imperativos de su propio g¨¦nero.
¡±Son los hombres quienes juegan a mu?ecas¡±, dec¨ªa la cr¨ªtica de arte ?ngela Molina. La mujer es el espejo donde se mira el hombre para obtener su propia identidad. Necesita una princesa para verse a caballo, en busca de alguien a quien salvar para salvarse a s¨ª mismo. Solo se concibe como pr¨ªncipe salvador, pero necesita que Barbie act¨²e como princesa desvalida. Por eso, cuanto m¨¢s femenina es Barbie m¨¢s masculino se siente Ken, y cuanto m¨¢s se sale de los patrones de lo que se espera de una Barbie, buscando su propia autonom¨ªa, m¨¢s perdido se siente ¨¦l, pues esa imagen especular ya no reafirma su masculinidad. La pel¨ªcula es un llamamiento a romper con ese c¨ªrculo vicioso, esa complementariedad de g¨¦nero que atrapa a hombres y mujeres y nos impide buscar nuestra propia autonom¨ªa. ¡°Ya no puedo volver a ser Barbie¡±, dice la protagonista. ?Y por qu¨¦ Ken no quiere dejar de ser Ken? Necesita a Barbie para obtener su propia identidad y eso es lo que explota la ultraderecha. Pero las ni?as ya quieren dejar de ser Barbies. Kens del mundo, ?libraros de vuestras cadenas!
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