Jugar como una chica
El desarrollo del deporte femenino no solo est¨¢ derribando barreras, sino que tiene el potencial para revolucionar los par¨¢metros de los valores que mostramos en el terreno de juego
En el espectacular v¨ªdeo de uno de los patrocinadores de la selecci¨®n francesa de f¨²tbol, con motivo del Mundial femenino, vemos a unos intr¨¦pidos jugadores masculinos dominando el juego con estilo, elegancia y t¨¢ctica, para descubrir de pronto que es un montaje hecho con inteligencia artificial. Lo que realmente vemos es una compilaci¨®n de los mejores goles de la selecci¨®n femenina. Muchos dir¨¢n que era cuesti¨®n de tiempo que el f¨²tbol femenino ganara visibilidad. Desde luego, en un mundo donde no se juega limpio con los referentes (es m¨¢s meritorio ganar Roland Garros si eres var¨®n) es algo extraordinario que cada vez haya m¨¢s chicas que quieran y est¨¦n c¨®modas jugando al f¨²tbol. No siempre fue as¨ª.
Nos ense?aron que hab¨ªa una forma de lanzar, sentarse o moverse como una chica, algo que se deb¨ªa a una esencia femenina que condicionaba nuestra forma de estar en el mundo. Pero supimos que lo que nos condicionaba era lo que se esperaba de nosotras: cuidado, no silbes que eso es de ni?os; cuidado, no te espatarres haciendo el pino que es algo muy feo en las ni?as. Esas imposiciones sobre lo que se esperaba de nosotras como chicas provocaba que no acab¨¢ramos de utilizar todo el potencial de nuestros cuerpos porque, al hacerlo, violent¨¢bamos nuestra supuesta feminidad. Hay diferencias f¨ªsicas que son innegables, pero descubrimos que, al emprender algunas tareas, no nos fallaba tanto la pura fuerza bruta como nuestra capacidad para coordinarnos muscularmente. Cuando lanz¨¢bamos una pelota no gir¨¢bamos el torso o levant¨¢bamos el brazo como ellos, sino que permanec¨ªamos erguidas. No era la fuerza lo que provocaba la diferencia, o no de forma tan determinante, sino la indecisi¨®n o la falta de seguridad con la que nos enfrent¨¢bamos a cualquier reto f¨ªsico por miedo a que nos juzgaran poco femeninas.
El desarrollo del deporte femenino no solo est¨¢ derribando esas barreras, sino que tiene el potencial para revolucionar los par¨¢metros de los valores que mostramos en el terreno de juego. Se dice que el f¨²tbol masculino es m¨¢s espectacular porque, a veces, incluso duele verlo, como ocurre con los partidos de Nadal o Alcaraz. Pero la visibilidad de las mujeres en el f¨²tbol permite ense?ar otras posibilidades que tambi¨¦n pueden explorarse desde el deporte, especialmente el juego en equipo, como sucedi¨® con La Roja que gan¨® el Mundial masculino de 2010. El f¨²tbol masculino, sin embargo, parece hoy orientado a potenciar y valorar otras cosas. Contaba la escritora y activista Pauline Londeix que incluso el Bal¨®n de Oro estaba pensado solo para el delantero y no para el portero o el defensa, y que esa era una expresi¨®n del individualismo que premia hoy el f¨²tbol masculino. Queda por ver si el desarrollo del deporte femenino permitir¨¢ revolucionar los par¨¢metros de lo que ponemos en valor en la cancha o el terreno de juego. De momento, ellas han conseguido entrar en los ¨¢mbitos tradicionalmente ocupados por los hombres y tener como referentes a jugadores masculinos. Solo falta que ellos tambi¨¦n quieran parecerse a lo que las mujeres representan.
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