Sor Cristina
El edificante ejemplo de Pedroche infundir¨¢ en muchos de nosotros los beneficiosos sentimientos de culpa y de verg¨¹enza, que nos llevar¨¢n a mortificarnos, a¨²n m¨¢s, con la esperanza de salvarnos
En una entrevista concedida en 1981 al Sunday Times, Margaret Thatcher afirm¨® que, para el neoliberalismo, ¡°la econom¨ªa es el m¨¦todo, pero el objetivo es cambiar el coraz¨®n y el alma¡±. Con esta frase, la dama de hierro se erig¨ªa en la madre superiora de la contrarreforma neoliberal, cuyo objetivo era hacer de nuestra sociedad una especie de convento, en el que todos nos esforz¨¢semos por expiar el pecado original de nuestra naturaleza deficitaria. Porque, tras su apariencia materialista, el capitalismo neoliberal abomina del car¨¢cter corporal de nuestra existencia, que se revela en su pecaminosa tendencia a descansar, a enfermar, a envejecer o, simplemente, a vivir. Siendo su ¨²ltimo anhelo limpiar de toda escoria el oro de la vida, para transformarlo en lingotes de puro valor econ¨®mico. De ah¨ª que, a pesar de toda su purpurina hedonista, este no cese de provocarnos sentimientos de culpa, verg¨¹enza, miedo y mortificaci¨®n. Dormir menos, trabajar m¨¢s, curarse antes, jubilarse m¨¢s tarde, no tener hijos, tenerlos y no tener tiempo de estar con ellos, gestionar en redes nuestra marca personal las 24 horas del d¨ªa¡ cualquier cosa con tal de escapar a las llamas del infierno de la miseria y la marginaci¨®n, que no concibe en t¨¦rminos meramente econ¨®micos, sino tambi¨¦n ¡°religiosos¡±.
En el gran convento neoliberal, los economistas son te¨®logos; los influencers, sacerdotes; los coaches, padres espirituales; el ingl¨¦s, lengua sagrada; las frases motivacionales, mandamientos; los cursillos de formaci¨®n, retiros; los emprendedores, santos; los m¨®viles, rosarios; y las redes sociales, coloridas vidrieras en las que admirar el para¨ªso prometido, y ponderar los sacrificios que exige. Tal es el caso de la estampa que muestra c¨®mo sor Cristina Pedroche ha logrado, tras santas mortificaciones, el milagro mariano de dar a luz a un ni?o conservando su cuerpo inmaculado. Insisto, lo que en dicha foto parece una celebraci¨®n del cuerpo es una negaci¨®n del mismo, ya que pretende abolir sus caracter¨ªsticas fundamentales, como son el cambio y la imperfecci¨®n, considerados pecaminosos, por la sencilla raz¨®n de que reducen nuestra rentabilidad dentro del convento neoliberal. Sin duda, su edificante ejemplo infundir¨¢ en muchos de nosotros los beneficiosos sentimientos de culpa y de verg¨¹enza, que nos llevar¨¢n a mortificarnos, a¨²n m¨¢s, con la esperanza de salvarnos¡ Parece que necesitamos un nuevo esfuerzo secularizador, que nos libere de tanto puritanismo encubierto, y nos permita gozar alegremente de nuestros deficitarios cuerpos imperfectos.
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