L¨ªbranos del bien
La fascinante verosimilitud de sus protagonistas es fruto del exhaustivo trato fenomenol¨®gico que S¨¢nchez Baute otorga al enigma que examina en su obra
Igual que en las Cr¨®nicas de Indias, este singular libro de Alonso S¨¢nchez Baute, discurre al comenzar sobre linajes y familias fundadoras. La ciudad es Valledupar, capital del departamento del Cesar, al pie de la Sierra Nevada de Santa Marta. Valle de Old Parr la bautizaron los vallenateros juerguistas de esta tierra de memorables rumbas y parrandas. All¨ª naci¨® el autor.
Colombia ha sido pr¨®diga en literatura de y sobre la violencia que en el ¨²timo siglo la estremeci¨® durante casi 70 a?os. Esa vigorosa producci¨®n de significados y sentidos, en la que descuellan testimonios de gran val¨ªa literaria, se propuso en muchos casos, desde la sociolog¨ªa y el ensayo pol¨ªtico, explicar la violencia. No pocas veces logr¨® solamente justificarla, con apabullante aparato te¨®rico y estad¨ªstico, como algo seminal de la naci¨®n colombiana, una sobredeterminaci¨®n inescapable.
Esta visi¨®n no comenz¨® a ser cuestionada sino hasta bien entrada la d¨¦cada de los noventa por una creciente comunidad de intelectuales y l¨ªderes de opini¨®n. A¨²n as¨ª, debe decirse que mientras dur¨® el conflicto armado muchos intelectuales y l¨ªderes sociales se mostraron comprensivos o benevolentes, cuando no francamente simpatizantes, con los insurgentes y su lucha armada.
Un historiador, Eduardo Posada Carb¨®, indag¨®, ya bien entrado el actual siglo, en las razones por las que pudieron prevalecer durante tanto tiempo concepciones que ¡°ignoran y menosprecian nuestras tradiciones liberales y democr¨¢ticas¡±.
No ha sido, por cierto, Posada Carb¨® el ¨²nico cr¨ªtico de esta idea de violencia como sino ineluctable: desde hace varias d¨¦cadas, otras mentes ilustres ¡ªcomo el fil¨®sofo Estanislao Zuleta, el jesuita Francisco de Roux, economista y tambi¨¦n fil¨®sofo; el matem¨¢tico y pol¨ªtico Antanas Mockus, el historiador Jorge Orlando Melo, y menciono solo a unos pocos¡ª, han denunciado los extrav¨ªos de esa mort¨ªfera simpat¨ªa intelectual por los disparos y los campos minados.
Quien firma esta nota, sin embargo, y por razones de temperamento lector, ha estado m¨¢s atento a lo que sobre todo ello pueden decir los novelistas colombianos.
No aliento el uso del llamado ¡°lenguaje inclusivo¡±; dir¨¦, s¨ª, que entre esos novelistas hay muy notables escritoras y que, en conjunto, hay lo bastante para un libro de ensayos que alguien, quiz¨¢ ahora mismo, debe estar escribiendo en alg¨²n lugar del mundo. Un tal libro hace falta. Dos t¨ªtulos de ficci¨®n son mis mejores candidatos para esa a¨²n imaginaria recesi¨®n colectiva: Los ej¨¦rcitos (Barcelona, 2006), del laureado Evelio Rosero, y la obra renuente a toda clasificaci¨®n que escribi¨® S¨¢nchez Baute y presta t¨ªtulo a este art¨ªculo.
Cuando apareci¨® L¨ªbranos del bien, en 2008, Colombia a¨²n padec¨ªa una sangrienta guerra que lleg¨® a parecer interminable. Sus horrores se hab¨ªan exacerbado por el intensivo recurso del secuestro que hicieron las guerrillas de las FARC y el ELN y por la irrupci¨®n del paramilitarismo.
En el departamento del Cesar, por entonces con mucho menos de un mill¨®n de habitantes y gran exportador pecuario, el secuestro y su correlato, el asesinato, alcanzaron las cifras m¨¢s altas del pa¨ªs.
Un estudio ¡ªparcial, pues considera estrictamente al gremio de los ganaderos¡ª, hecho por la historiadora Adelaida Sourdis, ofrece una lista de asesinatos y secuestrados en el departamento: 250 asesinados y 374 secuestrados, y esto tan solo en los 10 a?os anteriores a 2007. Los nombres de muchas de las v¨ªctimas ¡ªy de sus familiares y amigos, tambi¨¦n sus opiniones¡ª figuran en L¨ªbranos del bien porque S¨¢nchez Baute se ocupa primordialmente de sus vecinos, de la gente que pobl¨® su infancia, adolescencia y primera juventud.
Valledupar, predominantemente ganadera, fue lo que el historiador Malcolm Deas, comentando la primera edici¨®n del libro y citando a los antrop¨®logos de aquel tiempo, llam¨® ¡°a face-to-face society¡±: una comunidad relativamente peque?a que viv¨ªa cara a cara. La distancia entre ricos y pobres era poca.
¡°Mucho hijo ileg¨ªtimo. Aunque no todo el mundo quer¨ªa a todo el mundo ¡ªson palabras de Deas¡ª, todo el mundo conoc¨ªa a todo el mundo¡¡±. A ratos parece, adem¨¢s, que todo el mundo es primo de casi todo el mundo.
De entre esa inevitablemente c¨¢lida vecindad, de esa campechana jovialidad que signa la regi¨®n caribe, emergen los protagonistas: un feroz miembro del secretariado de las FARC y un no menos sanguinario comandante paramilitar: Ricardo Palmera, cuyo nombre de guerra fue Sim¨®n Trinidad y Rodrigo Tovar Pupo, alias Jorge Cuarenta.
Hijos ambos de esa aparentemente bien avenida sociedad face-to-face, nacidos por as¨ª decirlo del mismo lado de la calle, y en m¨¢s de un sentido, seres privilegiados, nada en sus biograf¨ªas era predictor de una vida violenta.
Sin embargo, son incontables los desafueros de Jorge Cuarenta quien, sometido al proceso de justicia y paz, confes¨® m¨¢s de 600 cr¨ªmenes, incluidos masacres y secuestros. A Sim¨®n Trinidad se le imputan much¨ªsimos secuestros y asesinatos, entre otros el de la exministra Consuelo Ara¨²jo.
Nunca arrepentidos, del todo irreductibles, ambos vecinos estuvieron alojados simult¨¢neamente en una misma c¨¢rcel estadounidense de extrema seguridad. Cada uno, en alg¨²n momento de su carrera, declar¨® haber actuado por el bien de Colombia.
L¨ªbranos del bien fue objeto, al publicarse por vez primera, de un boicot en el terru?o de S¨¢nchez Baute. La actual reedici¨®n es la primera a este lado del acuerdo de paz. La maestr¨ªa del autor al dar voz a decenas de vecinos informantes, en m¨²ltiples registros que hermanan la ficci¨®n, la cr¨®nica, la autobiograf¨ªa, la memoria desenga?ada, la conjetura y el reportaje, con seguridad ser¨¢ le¨ªda con una nueva sensibilidad.
La fascinante verosimilitud de sus protagonistas es fruto del exhaustivo trato fenomenol¨®gico, me atrevo a llamarlo as¨ª, que S¨¢nchez Baute otorga al enigma que examina en su obra: el inopinado tr¨¢nsito de una predecible normalidad burguesa al abismo infernal de la violencia.
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