Campeonas
La selecci¨®n de Espa?a cambia en Australia la historia del f¨²tbol jugado por mujeres con su victoria en el Mundial
La selecci¨®n espa?ola ha ganado el Mundial femenino de f¨²tbol en Australia. Cuando llega el ¨¦xito, pocos recuerdan que ese deporte no siempre fue visto con buenos ojos cuando eran mujeres las que lo practicaban, ni en las federaciones ni tampoco por la sociedad y el p¨²blico. La tarea de las jugadoras ha sido colosal: no solo se han impuesto en el campo, sino que han arrastrado a cuantos las miraban con escepticismo para que se rindan a su calidad. Pocos adjetivos pueden definir la proeza. Pasaron momentos duros cuando perdieron por goleada ante Jap¨®n, e instantes hubo en que parec¨ªa que las cosas no sal¨ªan, pero desde que se plantaron en la final las miradas empezaron a cambiar. Y no han defraudado, pese a la enorme responsabilidad y las expectativas que lograron generar. Si hubo un tiempo en que las mujeres eran motivo de burlas y desprecio cuando jugaban con un bal¨®n, ese tiempo es historia, por mucho que las zarpas del machismo sigan estando ah¨ª. La entereza para superar un penalti fallado frente a su gran rival en la final, Inglaterra, da la medida de la solidez de un equipo en el que destacaron durante este Mundial muchas individualidades, pero cuyo triunfo ha sido, al cabo, una tarea colectiva. Las futbolistas de Espa?a pusieron entre par¨¦ntesis las dificultades que ten¨ªa su desaf¨ªo, y tambi¨¦n cualquier posible victimismo, y se lanzaron a ganar. Lo consiguieron.
No hay victoria posible si no hay detr¨¢s mucho trabajo, y dinero. Haza?as como esta de Australia son inexplicables sin el empe?o, la mayor¨ªa de las veces an¨®nimo y casi siempre ignorado, de un sinf¨ªn de mujeres que se esforzaron por hacer real el sue?o de jugar al f¨²tbol, un deporte que parec¨ªa reservado solo a los varones. Los primeros pasos se dieron hace ya mucho, pero no hubo una selecci¨®n femenina, con la que contara la federaci¨®n, hasta 1988. Vinieron a?os de perfil bajo: los partidos de las mujeres eran casi clandestinos. Hasta 2018, cuando Luis Rubiales, como presidente de la Real Federaci¨®n Espa?ola de F¨²tbol, decidi¨® tom¨¢rselo en serio. Desde entonces hasta ahora, Espa?a ha sido campeona del mundo de f¨²tbol femenino sub-17 y sub-20, una de las estrellas de la Roja ¡ªAlexia Putellas¡ª obtuvo dos veces el Bal¨®n de Oro, crece el n¨²mero de licencias ¡ªde 40.000 a casi 100.000¡ª, y el presupuesto ha pasado de 3 millones a 27 millones.
Que nadie crea que ha sido f¨¢cil llegar hasta donde se ha llegado en S¨ªdney. En 2019, por ejemplo, las futbolistas de la liga espa?ola convocaron una huelga indefinida para reclamar mejores sueldos, siempre la batalla por la consideraci¨®n y la visibilidad. Hubo tambi¨¦n tensiones internas. En la Eurocopa de 2022 la selecci¨®n cay¨® en cuartos ante Inglaterra, y aquella derrota dej¨® un poso amargo en algunas jugadoras que quer¨ªan llegar m¨¢s lejos. Aquel a?o, 15 de ellas se rebelaron contra el t¨¦cnico Jorge Vilda ¡ªal que Rubiales confirm¨® entonces en su puesto¡ª y renunciaron a la selecci¨®n. Se procur¨® desencallar el conflicto, y algunas cambiaron de posici¨®n, pero 11 de ellas ¡ªcasi tan responsables del ¨¦xito de la Roja como Olga Carmona, autora del gol de la final¡ª han visto el Mundial desde casa. Es hora de cerrar la herida: la historia de todas esas grandes profesionales empapa el juego de las que pudieron finalmente saltar al c¨¦sped.
Los titulares de la gesta se?alan un cambio hist¨®rico, la selecci¨®n es ya inmortal. Hay, sin embargo, algo que tiene la mayor importancia. Algo tan prosaico como el reconocimiento, del que se ha privado de manera sistem¨¢tica a las mujeres que juegan al f¨²tbol. Hoy pueden decir que existen, que han vencido todas las dificultades. No hay copa que premie esa victoria.
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