Secularismo nacional
Necesitamos un nuevo Edicto de Nantes que defienda la libertad de culto nacional, y relegue los sentimientos nacionalistas a la esfera de lo privado
El federalismo y el plurinacionalismo son dos propuestas leg¨ªtimas para tratar de desactivar las disputas entre los nacionalismos ¡ªcon y sin Estado, en este y en otros pa¨ªses¡ª, que tanto nos distraen y desgastan. Mas son insuficientes, pues siguen manteniendo la idea de Estado-naci¨®n en el centro de la vida pol¨ªtica. Por eso, si se impusiesen, los diversos nacionalismos en conflicto acabar¨ªan utiliz¨¢ndolas en su favor. No es f¨¢cil adivinar la alternativa que la historia, sin duda, acabar¨¢ encontrando. Pero nada mejor, para vislumbrar el futuro, que remontarse lo suficiente en el pasado. Por ejemplo, al a?o 1594, cuando, tras ocho guerras de religi¨®n, el l¨ªder de los protestantes, Enrique IV, logr¨® hacerse rey de todos los franceses, tras convertirse, con esc¨¢ndalo, al catolicismo. En mi opini¨®n, el ¡°Par¨ªs bien vale una misa¡± que se le atribuye no ??debe ser visto como la c¨ªnica confesi¨®n de que s¨®lo le importaba el poder, sino como la constataci¨®n de que la cohesi¨®n pol¨ªtica de aquella sociedad no pod¨ªa seguir bas¨¢ndose en la unanimidad religiosa. De ah¨ª que ¨¦l mismo firmase, en 1598, el Edicto de Nantes, que, autorizando la libertad de conciencia, dar¨¢ inicio al proceso de sustituci¨®n del Estado-religi¨®n por el Estado-naci¨®n, en tanto que unidad pol¨ªtica b¨¢sica.
Siglos despu¨¦s, la transformaci¨®n del nacionalismo en un credo teol¨®gico-pol¨ªtico y la creciente heterogeneidad de las sociedades han hecho que la cohesi¨®n pol¨ªtica tampoco pueda seguir bas¨¢ndose en la unanimidad nacional. Necesitamos, pues, un nuevo Edicto de Nantes, que defienda la libertad de culto nacional, y relegue los sentimientos nacionalistas a la esfera de lo privado. ?C¨®mo? Mediante un proceso de secularizaci¨®n nacional, cuyo objetivo ser¨ªa la separaci¨®n del Estado y la naci¨®n en todas las partes. Lo cual parece imposible en estos tiempos de exaltaci¨®n nacionalista. Pero nadie habla tanto de la salud como el enfermo, y el paradigma nacional parece una costra a punto de saltar, o de infectarse. Eso sin contar que, en el pasado, muchos creyeron tambi¨¦n imposible separar a la Iglesia y al Estado, y al final se logr¨®. Lamentablemente, pasar¨¢n muchas ¡°guerras de religi¨®n¡± antes de que exploremos esta v¨ªa. Mientras tanto, podr¨ªamos tratar de promover otras formas de cohesi¨®n pol¨ªtica, como la justicia social, que es una fuente de lealtad y de orgullo, o la democracia, que es un valor menos fr¨ªo de lo que quieren hacernos creer. Y tambi¨¦n dialogar, y a veces transigir, pues Par¨ªs bien vale una misa.
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