El abuso de Rubiales
El gesto machista del presidente de la federaci¨®n empa?a el triunfo de las jugadoras en el Mundial
Espa?a es campeona del mundo. Es el momento de celebrar, de enorgullecerse del f¨²tbol visto en el Mundial de Australia y Nueva Zelanda, ese que han desplegado las japonesas, las colombianas, las australianas, las inglesas y especialmente las espa?olas. La eclosi¨®n del f¨²tbol jugado por mujeres tiene ya, por fin, dimensiones planetarias y, adem¨¢s de deleitarnos con su juego, esa visibilidad trae bajo el brazo un indudable valor pol¨ªtico y social, como siempre que las mujeres conquistan territorios que les han sido vedados. La celebraci¨®n de este triunfo, sin embargo, se ha visto lamentablemente empa?ada por el inadmisible comportamiento del presidente de la Federaci¨®n Espa?ola de F¨²tbol, Luis Rubiales, con unos gestos bochornosos en el palco. Rubiales estaba en S¨ªdney como representante oficial de Espa?a de este deporte y despu¨¦s, en el momento de ir felicitando a las jugadoras por su ¨¦xito y ante las c¨¢maras de todo el mundo, cogi¨® por la cabeza a Jenni Hermoso y la bes¨® en los labios.
El triunfo de las jugadoras de la Roja nada tiene que envidiar al que moviliz¨® a todo el pa¨ªs en 2010 cuando la selecci¨®n masculina se impuso a Pa¨ªses Bajos en Johanesburgo con un juego de toque que marc¨® tendencia; el f¨²tbol de la selecci¨®n de S¨ªdney tiene tambi¨¦n identidad propia, con la calidad de jugadoras como Aitana Bonmat¨ª o el car¨¢cter de porteras como Cata Coll. La diferencia entre Sud¨¢frica y Australia la ha propiciado el comportamiento de Rubiales. Tras el esc¨¢ndalo internacional, finalmente el presidente de la federaci¨®n pidi¨® este lunes disculpas ¡ªcon cierta displicencia¡ª, pero su primera reacci¨®n fue la de tratar a quienes lo criticaban como ¡°idiotas¡± y ¡°est¨²pidos¡±, como ¡°tontos¡±, como ¡°pringados¡±. ¡°No estamos para gilipolleces¡±, dijo, dando por hecho que pod¨ªa permitirse ese abuso con una subordinada durante un acto oficial, sin tener ni remotamente en cuenta c¨®mo pod¨ªa sentirse la futbolista, y sin ni siquiera considerar que no puede invadirse el espacio de una mujer sin su consentimiento. La presi¨®n sobre Rubiales no puede de ninguna manera condicionar la respuesta que debe dar la jugadora que ha sufrido la agresi¨®n. El foco debe estar sobre el presidente de la federaci¨®n. Hermoso tiene plena autonom¨ªa para gestionar la situaci¨®n como considere: es una jugadora excepcional que acaba de ganar un Mundial, no el s¨ªmbolo de nada. La reivindicaci¨®n feminista del consentimiento no consiste en que la denuncia del abuso de poder ponga en la picota siempre a una mujer.
La sociedad espa?ola se ha enganchado a la victoria de la selecci¨®n. Una victoria que se explica por el talento y derroche de las 23 futbolistas desplazadas a Australia y Nueva Zelanda, pero tambi¨¦n por el esp¨ªritu cr¨ªtico y reivindicativo de las 11 que, tras reclamar mayor apoyo y m¨¢s profesionalismo, se acabaron quedando en casa. La federaci¨®n supo corregirse a tiempo, limar asperezas con algunas de las jugadoras e invertir el dinero y el esfuerzo que se reclamaba. A las 23 las acompa?¨® hasta las ant¨ªpodas un equipo de unas 60 personas, con Luis Rubiales al frente.
El impacto del triunfo de este grupo de futbolistas est¨¢ todav¨ªa por ver. El se¨ªsmo vivido este domingo en S¨ªdney se sentir¨¢ durante a?os. Ese gol de Olga Carmona y esa victoria final frente a Inglaterra tendr¨¢ repercusiones en c¨®mo vemos el deporte practicado por mujeres, en c¨®mo lo vendemos, lo patrocinamos y lo impulsamos. Crecer¨¢ exponencialmente la visibilidad y la inversi¨®n. Facilitar¨¢ el camino de muchas ni?as y j¨®venes. Y lo har¨¢, adem¨¢s, en beneficio de otras disciplinas y otras deportistas.
Lo que qued¨® claro en la tribuna de S¨ªdney es que el presidente de la federaci¨®n no ha entendido nada de esto. Rubiales desconoce las reglas m¨ªnimas que debe observar un representante de Espa?a, y reproduce la prepotencia machista que la victoria de esta Roja contribuye a desterrar. No est¨¢ por tanto en condiciones de seguir al frente de esa instituci¨®n que ya, de manera irreversible, debe apoyar por igual el f¨²tbol practicado por hombres y por mujeres. El gesto de Rubiales certifica la dureza del camino recorrido por las deportistas, pero confirma tambi¨¦n lo mucho que queda por hacer en la lucha por la igualdad de g¨¦nero. Y nos tiene que hacer cuestionarnos si alguien con ese perfil es compatible con los valores que proyecta esa selecci¨®n y el f¨²tbol, el deporte espa?ol.
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