El golpismo como forma de vida
Los centuriones siguen su ¨²nica regla de juego: raramente soltar¨¢n el poder que han tomado meramente porque ten¨ªan las armas para hacerlo
Las cuentas son apabullantes. Conocemos el diagn¨®stico: es una epidemia. Act¨²a por contagio. Elevado de nuevo a la forma habitual del cambio pol¨ªtico en ?frica. Contaba con una extensa y sangrienta tradici¨®n, ahora reavivada, como si no hubiera otra forma de mutaci¨®n pol¨ªtica a mano, hasta el punto de que es la que cuenta incluso con mayor popularidad en algunos pa¨ªses.
Hay algo extra?o en ...
Las cuentas son apabullantes. Conocemos el diagn¨®stico: es una epidemia. Act¨²a por contagio. Elevado de nuevo a la forma habitual del cambio pol¨ªtico en ?frica. Contaba con una extensa y sangrienta tradici¨®n, ahora reavivada, como si no hubiera otra forma de mutaci¨®n pol¨ªtica a mano, hasta el punto de que es la que cuenta incluso con mayor popularidad en algunos pa¨ªses.
Hay algo extra?o en la racha de recientes golpes militares, dif¨ªcilmente disociable del ascenso universal del autoritarismo y de la crisis de la democracia, incluso en su patria y espejo que es Estados Unidos. Ha dado sus ¨²ltimas boqueadas la ¨²ltima y fracasada oleada democratizadora, que barri¨® precisamente el norte de ?frica en 2011 y repercuti¨® en todo el continente. As¨ª hay que entender el golpe presidencial de Kais Said en T¨²nez a partir de 2020 y la desastrosa evoluci¨®n del golpe militar que derroc¨® en 2019 al dictador Omar al Bachir de Sud¨¢n. Empez¨® como una esperanzadora transici¨®n democr¨¢tica, pero luego ha virado en sangrienta guerra civil entre dos ambiciosos generales sin escr¨²pulos.
Son 10 las asonadas militares triunfantes desde que empez¨® la serie actual en Jartum, seg¨²n las cuentas de Jos¨¦ Naranjo. Este corresponsal en San Luis de Senegal se remonta a la ¨¦poca dorada del golpismo, justo despu¨¦s de las independencias, para encontrar un fen¨®meno de tanta envergadura. No todos son iguales ni del mismo signo, cierto. El ¨²ltimo, en Gab¨®n, ha sido acogido con alivio popular porque termina con una dinast¨ªa presidencial corrupta y tramposa, instalada en el poder desde 1967 por designaci¨®n a dedo del presidente franc¨¦s Charles de Gaulle, nada menos, en plena pujanza de la Fran?afrique, el nombre con el que se conoce la esfera de influencia poscolonial de Par¨ªs.
Curiosa paradoja, en el golpe gabon¨¦s nadie se?ala a Francia, como ha sucedido en N¨ªger, Mal¨ª y Burkina Faso, pa¨ªses sahelianos infectados por la epidemia, donde es com¨²n el enraizamiento del yihadismo y la presencia de tropas de Naciones Unidas en misi¨®n antiterrorista. Todos estos golpes se han visto acompa?ados de manifestaciones antifrancesas, exhibici¨®n de banderas rusas, asedio a embajadas y petici¨®n de retirada de las fuerzas francesas antiterroristas. Muy significativa es la presencia de la compa?¨ªa rusa Wagner, con sus mercenarios y sus explotaciones mineras.
La desoccidentalizaci¨®n del mundo parece adquirir una mayor velocidad all¨ª donde hay estados d¨¦biles o abiertamente fallidos y el poder cae directamente en manos de quienes tienen las armas y los apoyos internacionales, sean de las capitales petroleras del Golfo, de una Rusia que retrocede en Europa o de una China con ambiciones globales y necesidad de materias primas. Los centuriones siguen su ¨²nica regla de juego: raramente soltar¨¢n el poder que han tomado sin contar con mandato legal alguno, meramente porque ten¨ªan los medios armados para hacerlo.