Romper lunas, quemar libros

En mayo de 1933, el r¨¦gimen nacionalsocialista alem¨¢n promovi¨® piras de libros sacados de bibliotecas p¨²blicas y privadas. Fueron a parar a las llamas obras de autores seleccionados bien por su orientaci¨®n ideol¨®gica, bien por su raigambre jud¨ªa, y todos por contravenir, a juicio de los se?ores del fuego, ¡°el esp¨ªritu alem¨¢n¡±. ¡°All¨ª donde se queman libros, se acaba quemando personas¡±. La frase, de Heinrich Heine, da t¨ªtulo al estudio pormenorizado (All¨ª donde se queman libros, Tecnos, 2023) que los historiadores Gaizka Fern¨¢ndez Soldevilla y Juan Francisco L¨®pez P¨¦rez dedican a los atentados cometidos por razones pol¨ªticas en Espa?a contra librer¨ªas y quioscos de prensa entre los a?os 1962 y 2018. Los autores cifran en 225 el n¨²mero de ataques confirmados a lo largo de dicho periodo, la mayor parte de ellos achacables al terrorismo de extrema derecha y parapolicial y en una proporci¨®n menor a ETA y simpatizantes (en este caso con el agravante de v¨ªctimas mortales) y a la extrema izquierda. El modus operandi no requer¨ªa estudios superiores: c¨®cteles molotov, piedras, pintura y alg¨²n que otro artefacto explosivo. No faltaron disparos contra la literatura. Como ejemplo de extremos que se tocan, la librer¨ªa Lagun de San Sebasti¨¢n sufri¨® de forma reiterada los ataques terroristas de los unos y despu¨¦s de los otros, cosa normal cuando se comparten los objetivos: cortar la difusi¨®n de ciertas ideas, castigar la preferencia pol¨ªtica de los due?os, alejar el establecimiento de la ¡°zona nacional¡±, prepararse para acciones terroristas de mayor calado. El estudio referido es mucho m¨¢s que un bien documentado recuento de destrozos. Es, sobre todo, un homenaje a la valent¨ªa y el compromiso democr¨¢tico de aquellos libreros dignos de admiraci¨®n y gratitud que se la jugaron por las libertades que hoy disfrutamos, ya veremos por cu¨¢nto tiempo.