La amenaza de la fragmentaci¨®n pol¨ªtica
La asociaci¨®n de Lula con sus pragm¨¢ticos opositores pone en evidencia una debilidad estructural: el presidente necesita compartir su sistema de poder para no quedar bloqueado en el Congreso
Una larga tradici¨®n anal¨ªtica afirma que la brasile?a es una democracia parlamentaria, enmascarada detr¨¢s de un r¨¦gimen presidencialista. Esa exageraci¨®n es muy ¨²til para comprender el paso que dio Lula da Silva la semana pasada: con tal de conseguir m¨¢s apoyo del Congreso, abri¨® su Gabinete al Partido Progresistas (PP) y a Republicanos, dos fuerzas que estuvieron asociadas a su antecesor y ac¨¦rrimo rival, Jair Bolsonaro.
La remodelaci¨®n del equipo provoc¨® algunas turbulencias. Del Ministerio de Deportes debi¨® alejarse la medallista ol¨ªmpica de voleibol, Ana Moser, para dejar lugar a Andr¨¦ Fufuca, l¨ªder de PP en la C¨¢mara de Diputados, que en 2022 hizo campa?a por la reelecci¨®n de Bolsonaro. El apartamiento de una mujer fue criticado como una defecci¨®n en las pol¨ªticas de g¨¦nero, en especial porque ya se hab¨ªa alejado, en julio, Daniela Carneiro, responsable de Turismo. La pol¨¦mica se agita con el tel¨®n de fondo de un reclamo cada vez m¨¢s amplio para que el Poder Ejecutivo postule a una mujer negra para ocupar la vacante que produce en el Superior Tribunal Federal la jubilaci¨®n de la jueza Rosa Weber, como inform¨® EL PA?S este domingo.
Adem¨¢s de Fufuca, Lula suma a Silvio Costa Filho, de Republicanos, como ministro de Puertos y Aeropuertos. Estas incorporaciones tienen varios significados. El m¨¢s obvio es que el l¨ªder del PT debi¨® recurrir a los partidos del denominado centr?o, fuerzas de centroderecha que, a cambio de cargos y recursos, han operado siempre como el fiel de la balanza de la pol¨ªtica brasile?a. La designaci¨®n de los dos ministros fue negociada en persona por el presidente con el poderoso Arthur Lira, el presidente de la C¨¢mara de Diputados, quien fue crucial para que Bolsonaro pudiera gobernar a pesar de estar en minor¨ªa en el Congreso.
Lira, Fufuca y Costa Filho se acercan a Lula pero, sobre todo, se alejan de Bolsonaro. El expresidente est¨¢ atravesando un momento delicad¨ªsimo. Uno de sus m¨¢s estrechos colaboradores, el teniente-coronel Mauro Cid, obtuvo la libertad condicional despu¨¦s de confesar que vendi¨® en Estados Unidos, por 68.000 d¨®lares, un reloj Rolex que pertenec¨ªa a la Presidencia, y que deposit¨® el dinero en una cuenta de la familia Bolsonaro. Adem¨¢s, el hacker Walter Delgatti revel¨® que el expresidente lo hab¨ªa convocado para pedirle que esp¨ªe las comunicaciones del Tribunal Superior Electoral. En el ambiente pol¨ªtico de Brasilia ya se hacen apuestas para determinar cu¨¢ndo Bolsonaro terminar¨¢ tras las rejas.
Lula aprovecha el deterioro de su rival. Y saca provecho del buen momento que ¨¦l mismo est¨¢ atravesando, con 60% de imagen positiva y una econom¨ªa que crece alrededor del 3% anual. Aun as¨ª, la asociaci¨®n con sus pragm¨¢ticos opositores pone en evidencia una debilidad estructural. Lula necesita compartir su sistema de poder para no quedar bloqueado en el Congreso.
Los c¨¢lculos m¨¢s realistas aventuran que el oficialismo podr¨¢ agregar en la C¨¢mara de Diputados, que es donde est¨¢ m¨¢s ajustado, 16 nuevos votos. Llegar¨ªa as¨ª a 292 bancas, de las cuales solo 222 son incondicionales. La C¨¢mara est¨¢ integrada por 513 diputados. Se necesitan 257 para la mayor¨ªa absoluta y 172 para bloquear un proceso de impeachment. Lula est¨¢ ahora comod¨ªsimo. No le alcanza, sin embargo, para encarar reformas constitucionales. Necesitar¨ªa 308 diputados.
Es interesante observar el caso brasile?o porque all¨ª aparece un problema que atraviesa a toda la regi¨®n. Sobre todo, en los pa¨ªses donde el presidente es elegido en un sistema de doble vuelta o balotaje. Bajo el imperio de ese m¨¦todo los legisladores se asignan en la primera vuelta. Es cada vez m¨¢s com¨²n que el que termina ejerciendo la Presidencia obtenga pocos votos en ese turno.
Si se recorre la regi¨®n, se advierte lo extendida que est¨¢ esa limitaci¨®n. En Chile, por ejemplo, Gabriel Boric cuenta con 67 diputados sobre un total de 155. Pero, si se mira bien, de su propia coalici¨®n hay solo una decena. Para armar esas bancadas que, con esfuerzo, le permiten gobernar, debi¨® abrir su administraci¨®n a fuerzas con las que hab¨ªa competido, como el Partido Socialista.
En Colombia, Gustavo Petro cuenta con la solidaridad de 102 diputados sobre 188 que integran la C¨¢mara. Est¨¢n divididos en 11 sub-bloques. Su propia coalici¨®n, Pacto Hist¨®rico, es la segunda fuerza. Para obtener mayor¨ªa debe negociar todo el tiempo con 49 legisladores independientes. En el Senado el oficialismo controla 52 bancas sobre 108.
En Ecuador, por citar otro caso, ya se repartieron los esca?os de la Asamblea Nacional, que hab¨ªa sido disuelta el 17 de mayo por Guillermo Lasso. Si en la segunda vuelta presidencial del 15 de octubre se impusiera Luisa Gonz¨¢lez, del Movimiento Revoluci¨®n Ciudadana, contar¨ªa con 48 diputados. En cambio, si ganara Daniel Noboa, de Acci¨®n Democr¨¢tica Nacional, tendr¨ªa s¨®lo 13. Ni siquiera ser¨ªa la segunda fuerza. Ese lugar lo ocupa el Movimiento Construye, con 28 legisladores. La Asamblea est¨¢ integrada por 137 legisladores.
?Qu¨¦ pasar¨ªa en la Argentina si el pr¨®ximo 22 de octubre se repitieran los resultados de las primarias del 13 de agosto? Es un ejercicio de ficci¨®n, por supuesto. Pero tiene valor indicativo. La Libertad Avanza, el partido del ultraderechista Javier Milei, que fue el m¨¢s votado en esas primarias, tendr¨ªa 40 diputados. Juntos por el Cambio, que postula a Patricia Bullrich, controlar¨ªa 105 bancas. Y Uni¨®n por la Patria, la alianza encabezada por el kirchnerismo, que propone a Sergio Massa, conseguir¨ªa 94 bancas. El total de la C¨¢mara es de 257 y el quorum se alcanza con la mitad m¨¢s uno: 129.
La aritm¨¦tica de la vida institucional latinoamericana expone una dificultad repetitiva. Presidentes con escasa base electoral, que est¨¢n en minor¨ªa en el Congreso. Y que, para poder gobernar, deben aliarse con aquellos partidos o l¨ªderes a los que hab¨ªan prometido combatir y desplazar. Es dif¨ªcil alcanzar un ¨¦xito contundente de gesti¨®n a partir de esa din¨¢mica. La insatisfacci¨®n social, que es la que impide la emergencia de liderazgos mayoritarios, tiende a agudizarse, en un c¨ªrculo vicioso. La pesadilla m¨¢s frecuente de la d¨¦cada pasada en Am¨¦rica Latina era que la democracia quedara asfixiada por la concentraci¨®n de poder. La hegemon¨ªa era el fantasma que hab¨ªa que aventar. En estos a?os la amenaza es otra: el mal de la fragmentaci¨®n, que siembra el temor a la ingobernabilidad.
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