Los alemanes que se dan pena
El cord¨®n sanitario en torno a la ultraderecha se deshilacha. Las dificultades econ¨®micas y los problemas de gesti¨®n sirven de excusa para hacer crecer el sentimiento de agravio en el electorado
Uno de cada cinco alemanes votar¨ªa a la extrema derecha si hubiese elecciones hoy. Aunque ocurre lo mismo en 15 de los 27 pa¨ªses de la UE, incluidos los m¨¢s poblados salvo Espa?a, por la historia y por las dolencias econ¨®micas de Alemania, merece la pena abrir bien los ojos. Uno encontrar¨¢ escuelas donde se habla poco alem¨¢n, trenes que no llegan y salarios que ya no dan para irse a Mallorca como un rey, pero tambi¨¦n mucha autocompasi¨®n.
Alternativa por Alemania (AfD) es ahora la segunda fuerza pol¨ªtica en todos los Estados de la antigua Alemania comunista y los partidos tradicionales se tiran de los pelos. El cord¨®n sanitario, en pie desde hace una d¨¦cada, se deshilacha. En Turingia se acaba de aprobar una rebaja fiscal con los votos de los conservadores, los liberales y AfD, lo que ha desatado el debate sobre si el cord¨®n es ya seda dental: ideal, pero insuficiente. Las cosas no pintan bien para las elecciones europeas del a?o que viene. En el parlamento de Berl¨ªn, AfD ocupa 78 de los 736 esca?os. ?Es culebra o es v¨ªbora?
Alemania ser¨¢ la ¨²nica econom¨ªa del G-7 que no crezca este a?o y hay una bolsa de poblaci¨®n lista para levantar el ¨ªndice acusador. Sus pancartas dejan claro lo que odian (la transici¨®n ecol¨®gica, la inmigraci¨®n, las pol¨ªticas de g¨¦nero, los kebabs), pero estos partidos crecen con el miedo y, como los jacintos o las buganvillas, se apagan cuando no les da la luz. Si uno destila sus mensajes, queda a menudo un poso de pena por uno mismo, un sufrimiento injusto e ignorado por los dem¨¢s, que es la definici¨®n de autocompasi¨®n.
En la AfD hay muchos alemanes que se creen relegados, empobrecidos, apretados al fondo ante oleadas de inmigrantes, primero los afganos, luego los sirios y ahora los ucranianos. Sin embargo, esta Selbstmitleid tiene componentes que no quedan del todo claros en una traducci¨®n al espa?ol y explican en parte la discordia pol¨ªtica.
Su econom¨ªa parece especialmente vulnerable a la guerra prolongada en Ucrania, la inflaci¨®n y los desaires con China, pero Alemania tiene una proverbial capacidad para sorprender a los analistas. Cuando se pensaba que no se expandir¨ªa m¨¢s al este, reclam¨® un trozo m¨¢s de Polonia. Cuando se contaba con que, bajo una econom¨ªa amputada, penitenciase durante d¨¦cadas, se produjo el Wunder alem¨¢n. Cuando se barruntaba que la reunificaci¨®n lastrar¨ªa su motor econ¨®mico, se coloc¨® a la cabeza del euro. Cuando se le descos¨ªan las costuras del desempleo, plaf, otro milagro, el Jobwunder de los a?os 2010. Cuando no aparec¨ªa en ninguna quiniela, gan¨® su cuarto Mundial de f¨²tbol en Brasil.
Lo conveniente ser¨ªa dejar de quejarse. La Selbstmitleid remolca connotaciones negativas. Se busca convencer a los dem¨¢s para superar el aislamiento, como tirando de la ropa del otro en la tormenta para no irme sola al fondo. Supone la sensaci¨®n de no recibir lo que me merezco, de envidiar al que es capaz de vivir m¨¢s alegremente.
M¨¢s del 60% de los votantes de la AfD son hombres, en algunos Estados esta cifra incluso duplica a la de mujeres: son sobre todo ellos los que echan de menos la sociedad patriarcal.
Cuatro quintos de la poblaci¨®n europea viven actualmente bajo gobiernos influenciados o controlados por partidos de extrema derecha y hay quien defiende que es necesario dejarles gobernar para bajar la fiebre social ante la realidad de la gesti¨®n, que una dosis de datos los modera o los fragmenta. Ahora bien: en Alemania, los experimentos pol¨ªticos se deben hacer siempre con gaseosa.
Un sentimiento que podr¨ªa tener su utilidad como llamada a la acci¨®n es denostado como embotamiento en una sociedad que se jacta de trabajar, de remangarse. Existe un movimiento en el campo de la psicolog¨ªa que argumenta que las emociones denostadas se expresan con met¨¢foras negativas (la incapacidad de pasar p¨¢gina, el anclarse) para avergonzar a un grupo de personas por tener sentimientos indeseados, poco pr¨¢cticos para la sociedad.
Hannah Arendt, una de las mentes pol¨ªticas m¨¢s valoradas del pensamiento alem¨¢n y que destrip¨® como nadie el fascismo, argumenta que una de las se?ales del mal radical es no disponer de la imaginaci¨®n m¨ªnima necesaria para empatizar, incluso con uno mismo.
Digamos entonces que esa llamada de atenci¨®n a los dem¨¢s para que se pongan en mi piel tiene su utilidad como hotel, pero no como residencia; lamerse las heridas hasta envenenarse con el pus, hasta vomitar luego ese pus por las tuber¨ªas con la esperanza de que se envenenen los dem¨¢s.
Quiz¨¢ ha llegado el momento de debatir. El aislamiento, el desprecio y el insulto de la ¨²ltima d¨¦cada no han funcionado. La par¨¢lisis que los grandes partidos se inyectan entre ellos tampoco ayuda. Pero el debate no funcionar¨¢ si estos alemanes no generan menos Selbstmitleid y m¨¢s Selbstmitgef¨¹hl. Menos autocompasi¨®n y m¨¢s empat¨ªa.
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