Acoso digital sin ley
Las v¨ªctimas de pornograf¨ªa falsa est¨¢n indefensas, especialmente quienes mantienen contacto diario con los autores y ¡°usuarios¡± de esas im¨¢genes
La reciente difusi¨®n de fotos falsas de desnudos fabricados por inteligencia artificial (IA) con la imagen de una veintena de chicas de entre 11 y 17 a?os en la poblaci¨®n extreme?a de Almendralejo ha puesto de manifiesto un fen¨®meno cada vez m¨¢s extendido pero pendiente de legislar. El 96% de las im¨¢genes generadas por IA no son revisiones fant¨¢sticas de la historia reciente o discursos ficticios capaces de destruir la carrera de un pol¨ªtico. Son pornograf¨ªa no consentida, v¨ªdeos cuyos autores han usado herramientas digitales para superponer el rostro de una persona de su entorno sobre contenidos de sexo expl¨ªcito. El 99% de las veces, la cara superpuesta en el v¨ªdeo es la de una mujer. Son sus principales v¨ªctimas.
La producci¨®n de ese tipo de montajes se ha extendido exponencialmente gracias a la proliferaci¨®n de modelos generativos de inteligencia digital. Ya no hace falta ser especialista en efectos especiales para encajar la cara de una compa?era de clase en el cuerpo de una actriz de cine para adultos. Hasta un estudiante de bachillerato puede generarlos con un m¨®vil o un ordenador personal y una conexi¨®n a la Red.
Pese a su naturaleza, el objetivo de este tipo de material no suele ser ¨ªntimo sino intimidatorio. La pornograf¨ªa deepfake es un producto t¨ªpico de ciertas campa?as para expulsar a las mujeres de la esfera p¨²blica. Entre sus v¨ªctimas recurrentes en Estados Unidos est¨¢n pol¨ªticas como Kamala Harris, Nancy Pelosi y Alexandria Ocasio-Cortez. Cuanto m¨¢s poderosas, m¨¢s perverso es el contenido. Pero si es da?ino para la reputaci¨®n de una persona famosa, suele ser devastador para una que no lo es. Hay menos presunci¨®n de falsedad sobre el origen y m¨¢s cercan¨ªa y contacto cotidiano con los autores y ¡°usuarios¡±, que difunden el contenido manipulado con la intenci¨®n deliberada de humillar. Escapar de este tipo de acoso se ha vuelto imposible para las adolescentes.
A d¨ªa de hoy, no hay una ley espec¨ªfica que proteja a las v¨ªctimas de ese tipo de pornograf¨ªa. La propuesta de exigir a las plataformas de contenido para adultos que eliminen los v¨ªdeos que las v¨ªctimas se?alan como no consentidos se cay¨® de la Ley de Servicios Digitales que entr¨® en vigor en toda Europa el pasado 25 de agosto. Entre tanto, la Ley de Inteligencia Artificial tendr¨¢ que esperar al menos un a?o. Sin una regulaci¨®n que persiga delitos hasta ahora inexistentes y que establezca multas y penas apropiadas, la v¨ªctima est¨¢ indefensa. La pornograf¨ªa no consentida genera un grave impacto psicol¨®gico: la pulsi¨®n suicida entre las afectadas es de m¨¢s del 50%. Se trata de un precio que las adolescentes no deber¨ªan tener que asumir. Y de un fen¨®meno que ninguna sociedad deber¨ªa consentir. A falta de que la educaci¨®n y la conciencia social hagan su trabajo, el vac¨ªo legal debe llenarse cuanto antes.
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