El comandante del Ej¨¦rcito debe renunciar
Es imposible un episodio m¨¢s repugnante, m¨¢s est¨²pido, m¨¢s escandaloso que el acontecido en el Alto Sin¨²
Es lo ¨²ltimo que nos faltaba ?Qui¨¦n manda en el departamento de C¨®rdoba? ?El Ej¨¦rcito con su brigada und¨¦cima, o el Clan del Golfo? El exfiscal Alfonso G¨®mez M¨¦ndez, en su columna del mi¨¦rcoles en El Tiempo, lo explica de esta manera: ¡°Al parecer, ahora se invirtieron los papeles (¡), en ocasiones fueron los paras quienes participaron en masacres con uniformes militares. ?Terrible y criminal paradoja!¡±.
La pregunta se formula porque es imposible un episodio m¨¢s repugnante, m¨¢s est¨²pido, m¨¢s escandaloso que el acontecido en el Alto Sin¨² el pasado 11 de septiembre, cuando un grupo de soldados irrumpi¨® en la vereda Bocas del Manso para ultrajar a la poblaci¨®n civil, incluida una valiente se?ora quien, con su hijo en brazos, protestaba indignada por el atropello. Esto no puede ser, simplemente, un incidente m¨¢s en el diario acontecer de la violencia en Colombia.
Es necesaria una reacci¨®n dr¨¢stica, radical. Esto no se arregla con las 26 ¨®rdenes para que no se repitan casos como el de Tierralta enviada por el general H¨¦lder Fern¨¢n Giraldo Bonilla a los comandantes del Ej¨¦rcito, la Armada y la Fuerza A¨¦rea, d¨¢ndoles directrices para reforzar los protocolos operacionales en las que se consignan las perogrulladas m¨¢s evidentes como: ¡°Ninguna acci¨®n que vaya en contra de nuestras directrices, principios y valores pude ser tolerada¡±. ?Es decir que hasta ahora los comandantes no estaban percatados de que violar los principios y valores no pod¨ªan tolerarse? El da?o reputacional a la imagen de las Fuerzas Armadas es inmenso. La comunidad est¨¢ pidiendo que las retiren.
?Como as¨ª? Estamos hablando de uno de los territorios golpeados por las organizaciones m¨¢s violentas que han azotado al pa¨ªs y los comandantes de las Fuerzas Armadas tienen de guardi¨¢n de la poblaci¨®n civil a un pelot¨®n que act¨²a como si fueran criminales a sueldo, y lo hacen en la zona donde coincidencialmente se origin¨® el paramilitarismo en Colombia. Como ya lo he dicho antes, el fen¨®meno pol¨ªtico m¨¢s grave que ha sufrido Colombia despu¨¦s del 9 de abril de 1948.
Como as¨ª que el presidente, quien por Constituci¨®n dirige a la fuerza p¨²blica y dispone de ella como comandante supremo de las Fuerzas Armadas de la Rep¨²blica, asegura que los que dieron la orden en Tierralta buscaban decirle a la sociedad en general: ¡°Uy, este Gobierno est¨¢ hundiendo a Colombia en el desorden, en el caos, hay que poner orden. Los que dieron la orden de los hechos es porque quieren (sic) que los hacendados vuelvan a ser paramilitares¡±. Es decir que repitamos esta historia. ¡°Yo les digo ¨Dagreg¨® el Jefe del Estado¨D, no deben ser est¨²pidos en eso¡±.
Seg¨²n el peri¨®dico El Tiempo ¡°las investigaciones ¨Dm¨¢s que a la excusa para el supuesto resurgir del paramilitarismo de la que habla el Presidente¨D est¨¢n encaminadas hasta ahora hacia un episodio de delincuencia, de corrupci¨®n y abuso de poder de uniformados en una zona rural. Pero se investigan tambi¨¦n eventuales nexos con la banda criminal que impera en la regi¨®n, pues los habitantes aseguran que en la incursi¨®n presuntamente participaron miembros del Clan del Golfo. Incluso, factores como el denunciado relajamiento de la fuerza p¨²blica en el territorio, por cuenta de la paz total, y los problemas en el control y la disciplina interna asociados a esta situaci¨®n est¨¢n siendo considerados por los investigadores¡±.
Siendo as¨ª las cosas, el comandante del Ej¨¦rcito debe renunciar. Los 18 oficiales y suboficiales retirados no alcanzan a enmendar el catastr¨®fico detrimento. Los destituidos eran sus subordinados. Pa?itos de agua tibia a una herida tan grave pueden causar la muerte.
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