Vienen a por nuestros hijos
?A alguien le puede parecer sensato que le demos a un ser humano que necesita de sus padres para alimentarse y vestirse un aparato que lo aboca a una realidad en la que incluso a los adultos nos cuesta identificar a los lobos?
Estamos dejando que los ni?os sean educados por desconocidos que se cuelan en sus m¨®viles. Como madre, consciente siempre de que era yo la adulta de la ecuaci¨®n, incluso cuando tuve al mayor a una edad en la que en esta sociedad muchos se siguen considerando adolescentes, como madre, digo, llevo a?os batallando para que los avances tecnol¨®gicos no me arrebaten unos hijos que han crecido dentro de m¨ª, he parido y he cuidado con todo el esmero del que he sido capaz, vi¨¦ndolos desarrollarse f¨ªsica, mental y socialmente, d¨¢ndoles todo lo que estaba en mi mano darles, incluidos los l¨ªmites que necesita toda criatura para crecer. Esto ¨²ltimo, lo de imponer l¨ªmites y mantenerlos en el d¨ªa a d¨ªa es una tarea ingrata que nos sit¨²a autom¨¢ticamente en el lugar de la ¡°autoridad¡± y como se suele confundir autoridad con autoritarismo no son pocos los progenitores que abdican sistem¨¢ticamente del ejercicio de un poder sobre su prole que viene dictado por la diferencia de a?os vividos y que no tiene como objetivo la castraci¨®n, humillaci¨®n y sometimiento de los peque?os como pasaba anta?o con el temido padre de familia, sino con no abandonarlos a su suerte en un mundo en el que son vulnerables tanto por edad y condici¨®n f¨ªsica como por su falta de informaci¨®n, conocimiento y madurez para desenvolverse.
Nuestros hijos no son dickensianos, no tienen que apa?¨¢rselas solos para sobrevivir en la realidad material, pero s¨ª est¨¢n desamparados y solos ante ese espejo tremendamente peligroso que es el m¨®vil. Contaba Mabel Lozano que el acceso a la pornograf¨ªa se produce a la edad de ocho a?os porque el poderoso aparato suele ser un regalo t¨ªpico por la primera comuni¨®n. ?De verdad a alguien le puede parecer sensato que le demos a un ser humano que necesita de sus padres para alimentarse y vestirse un artilugio que lo aboca una realidad abisal en la que incluso a los adultos nos cuesta identificar a los lobos? A las madres que hemos intentado resistir los cantos de sirena de un progreso pintado como luminoso que no hace m¨¢s que brutalizar y denigrar la infancia nos han llamado tecn¨®fobas, reaccionarias, antiguas que no entienden el presente de sus hijos. La publicidad masiva por doquier pretende que, como dijo Homer Simpson, los ni?os sean educados por internet. Ser¨¢ que el sistema necesita empujar los l¨ªmites y llegar a la simple y pura explotaci¨®n infantil. Ya est¨¢ pasando, no es paranoia de madre protectora: ya vienen a por nuestros ni?os.
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