Entre el Congreso y la realidad
Me sumerjo en la prensa y es como si me enfrentara a dos pa¨ªses diferentes, el de los que se toman un tiempo irritante en deshojar la margarita y el de aquellos a los que, por sufrir una situaci¨®n vital angustiosa, el tiempo se les hace eterno
Como no consigo involucrarme emocionalmente en ese grave y hasta el momento irresoluble problema territorial que dicen tiene Espa?a, siento que todas las presiones al posible gobierno de coalici¨®n que ya nos urge son lizas entre pol¨ªticos que no sirven m¨¢s que para alimentar la conversaci¨®n repetitiva de tertulianos, que tratan de interpretarnos cada gesto con una precisi¨®n sovi¨¦tica. A los no avezados nos asaltan las dudas: ?Qu¨¦ se es antes, de izquierdas o independentista? ?A qui¨¦n se llevar¨ªa Esquerra a una isla desierta, a Junts o al Gobierno progresista? ?Qu¨¦ es m¨¢s urgente, el marco territorial o los problemas que asfixian a los ciudadanos? Me sumerjo en la prensa y es como si me enfrentara a dos pa¨ªses diferentes, el de los que se toman un tiempo irritante en deshojar la margarita y el de aquellos a los que, por sufrir una situaci¨®n vital angustiosa, el tiempo se les hace eterno. No es de extra?ar que este arte de marear la perdiz provoque desafecci¨®n en votantes, que no se sienten concernidos por este intercambio de cromos.
Pero la vida sigue, no igual, incluso empeora. De analizar el nuevo desaf¨ªo indepe salto a las p¨¢ginas de Sociedad en las que ¨²ltimamente con inquietante frecuencia aparecen menores agrediendo sexualmente a menores. Y aunque urgir¨ªa sentarse a analizar con la cabeza fr¨ªa este s¨®rdido asunto que ha aumentado exponencialmente desde el final del confinamiento, siempre hay un micr¨®fono erecto para que el pol¨ªtico de turno improvise una ocurrencia sobre una realidad de la que no tiene ni pu?etera idea ni le interesa. El micr¨®fono, en el caso de los menores de Crevillent que agredieron a una ni?a con discapacidad, recogi¨® las palabras del presidente de la Comunidad Valenciana, Carlos Maz¨®n, que declar¨® la siguiente lindura: ¡°Espero que no sea un efecto llamada de todo lo que estamos viendo durante estos ¨²ltimos meses, porque hemos visto c¨®mo incluso a los miembros de La Manada se les han reducido las penas, c¨®mo est¨¢n saliendo violadores y abusadores a la calle¡±. Ya solo la utilizaci¨®n de la expresi¨®n ¡°efecto llamada¡±, bastante repulsiva por cuanto se refiere a la llegada de inmigrantes animados por medidas laxas en las fronteras, denota una tremenda carencia de humanidad. Tambi¨¦n una mezcla de cinismo e ignorancia interesada. Ahora resulta que estos menores que delinquen lo hacen animados porque a uno de los agresores de La Manada le han reducido un a?o en una condena de 15. De lo cual Maz¨®n deduce que estos muchachos, que viven desnortados, encuentran un momento para concluir que si el castigo son solo 14 a?os de c¨¢rcel merece la pena engatusar a una chiquilla, llev¨¢rsela a una caseta en ruinas y violarla. M¨¢s les llegar¨¢, intuyo, ese odioso lugar com¨²n de que los delincuentes entraban por una puerta y salen por la otra, transmutado ahora en violar sale gratis. La palabra reinserci¨®n ha desparecido del vocabulario. Parece casi un t¨¦rmino de los tiempos de Concepci¨®n Arenal.
La Fiscal¨ªa General del Estado viene advirtiendo de la curva ascendente de la violencia en menores. No solo son delitos sexuales, pero impresiona la emulaci¨®n de las agresiones en manada. El cuidado de la v¨ªctima por un lado y el imprescindible seguimiento de los menores delincuentes cuesta un dinero que algunas comunidades, entre otras, Madrid, est¨¢n reduciendo en sus partidas presupuestarias. Intervienen en este horror una suma de factores: haber dejado la iniciaci¨®n sexual en manos del porno, la negativa de PP/Vox a que exista educaci¨®n en los colegios, la violencia intrafamiliar, los p¨¦simos o nulos referentes masculinos y la creciente exclusi¨®n social. Todo ello nos pide a gritos un plan integral que proteja a v¨ªctimas y que evite que los perpetradores se entreguen a una delincuencia de por vida. Pero para ello es necesario una asunci¨®n general de nuestra responsabilidad, dejarnos un poco ya de disquisiciones filos¨®ficas en torno al consentimiento y saber que tenemos un grav¨ªsimo problema de violencia en la capa m¨¢s vulnerable, los menores, los invisibles.
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