El fiscal coordinador de menores: ¡°Nos preocupa que los j¨®venes incorporen la violencia a su forma de vida¡±
Eduardo Esteban alerta de que a algunos adolescentes les importa m¨¢s un ¡®like¡¯ que poner en riesgo su integridad
El despacho del fiscal de sala coordinador de menores, Eduardo Esteban (Hoyuelos, Segovia, 1957), est¨¢ decorado con cuadros y esculturas realizados por j¨®venes internos en centros de menores. Adolescentes que intentan dejar atr¨¢s un pasado delictivo en una sociedad que exhibe la violencia por las redes. La memoria anual de la Fiscal¨ªa General del Estado alertaba esta semana de una ¡°explosi¨®n delictiva¡± entre la juventud nunca antes vista, pero Esteban se congratula de que Espa?a est¨¢ muy lejos en cuanto a violencia juvenil de otros pa¨ªses como Estados Unidos. Las armas de fuego no est¨¢n en el escenario de la gran mayor¨ªa de los delitos cometidos por los j¨®venes, pero s¨ª las armas blancas, y de estas, las ¡°m¨¢s brutales¡±, advierte. Reconoce que el sistema educativo est¨¢ fallando en la prevenci¨®n, pero incide en que la responsabilidad no recae ¨²nicamente en la escuela. Muestra su fe en el sistema judicial y cree que los centros de internamiento de menores est¨¢n funcionando: solo el 8% de los infractores reincide.
Pregunta. El panorama que describe la memoria anual sobre los delitos cometidos por j¨®venes es alarmante. ?Qu¨¦ es lo que m¨¢s le preocupa?
Respuesta. En los ¨²ltimos seis o siete a?os se ha duplicado, por ejemplo, el n¨²mero de agresiones sexuales, que en 2022 crecieron un 46%. Han aumentado todos los delitos que tienen que ver con la violencia entre los j¨®venes. Los homicidios, las agresiones; dentro de los delitos contra la propiedad han disminuido los robos con fuerza, pero han aumentado ligeramente los robos con violencia. Lo que nos preocupa es que los j¨®venes incorporen la violencia a su forma de vida, que la adopten como v¨ªa para entenderse o relacionarse.
P. ?Los j¨®venes de hoy son m¨¢s violentos que los de hace una d¨¦cada o es que ahora se denuncia m¨¢s?
R. Hay una trivializaci¨®n y banalizaci¨®n de la violencia. Y eso es lo preocupante. No s¨¦ si es tanto la cantidad como la calidad. No s¨¦ si es que hay m¨¢s violencia o es que la violencia se ha asumido como una consecuencia y no les importa. Algunos de los hechos que hemos tenido el a?o pasado son j¨®venes que se citan a trav¨¦s de internet o de las redes para quedar a pegarse. Sencillamente. Lo aceptan, lo graban y lo difunden. ?Hay m¨¢s violencia? No lo s¨¦, pero esta violencia no era habitual, no la conoc¨ªamos. Para los chicos la integridad f¨ªsica no es un bien, la arriesgan sin ning¨²n problema.
P. Las cifras de infracciones de homicidio y asesinato, consumados o en grado de tentativa, por primera vez superan el centenar. ?D¨®nde aprenden los j¨®venes a matar?
R. A esas edades est¨¢n en ¨¦poca de formaci¨®n y son como una esponja. Est¨¢ en los ordenadores, los tel¨¦fonos, en las redes. En el ¨¢mbito sexual, como no tenemos una buena educaci¨®n sexual, acuden a la pornograf¨ªa. Piensan que esas son las relaciones sexuales normales, nadie les dice que el porno est¨¢ basado normalmente en la violencia y la dominaci¨®n, y nadie les habla de las relaciones sanas. En los delitos violentos puros, como lesiones u homicidios, ocurre igual. Si se retan para pegarse y grabarlo, los consumidores de eso son luego los propios j¨®venes. Les importa m¨¢s un like que el riesgo que puedan correr. ?Qu¨¦ buscan? Ser reconocidos y por eso se sirven de esos medios.
P. ?Hay un perfil robot de integrantes de las bandas juveniles?
R. Antes habl¨¢bamos de bandas latinas porque ten¨ªan su origen en esos pa¨ªses y ven¨ªan incluso con su nombre. Pero hoy en d¨ªa, no. Son chicos procedentes de familias de esas nacionalidades, pero tambi¨¦n espa?oles o marroqu¨ªes. Todos concurren en esas bandas, que son tristemente un mecanismo de integraci¨®n.
P. ?Son j¨®venes que siguen dentro del sistema educativo o predomina un perfil de abandono escolar?
R. Hay de todo. Muchos de ellos estudian, por razones de edad. Evidentemente, son chavales llamados a abandonar el sistema educativo en cuanto pueden, a los 16 a?os. Pero es que empiezan antes en las bandas, a veces con 13 o 14 a?os, y eso los lleva a estar en el sistema escolar y en la banda a la vez.
P. ?Los autores son en su mayor¨ªa j¨®venes vulnerables de entornos marginales o eso est¨¢ ya cambiando?
R. Depende del tipo de delito. Los delitos contra la propiedad generalmente se siguen cometiendo por personas en una situaci¨®n econ¨®mica precaria. Pero si hablamos de delitos sexuales, es m¨¢s variopinto. Antes la violencia de las bandas se circunscrib¨ªa a grandes ciudades, ahora hemos tenido casos en Guadalajara o en la provincia de Segovia. Se est¨¢n desplegando, y eso no es una buena noticia.
P. ?Hay que regular la venta de armas blancas?
R. En las bandas juveniles no suelen aparecer armas de fuego, y si las hay, son muy rudimentarias. Estos j¨®venes, por lo general, no suelen tener acceso a pistolas o fusiles. Lo que m¨¢s hay son armas blancas, eso s¨ª, las m¨¢s brutales: machetes grandes, pu?ales grandes¡ Esas armas tambi¨¦n est¨¢n prohibidas, est¨¢n reglamentadas y no las puede tener cualquiera, pero hay una dejaci¨®n y hay que establecer un sistema de mayor control. No puede ser tan f¨¢cil comprar esas armas. Prohibirlas no se puede porque algunas son herramientas, por ejemplo, las hachas. Luego hay un aspecto casi fetichista: quien se mete en una banda seguramente presume y dice ¡°mira lo que tengo¡±, y no van a presumir de un cuchillo que han cogido de la cocina de su casa.
P. Hay un tema que ha generado una especial alarma social en los ¨²ltimos a?os, las manadas, las agresiones sexuales en grupo. ?Espa?a viv¨ªa de espaldas a ese delito o es que nunca antes hab¨ªa existido?
R. Siempre existi¨®. Aunque ahora es un modelo mucho m¨¢s moderno. El delito sexual tradicional que ve¨ªamos hace 30 o 40 a?os era un delito clandestino, de una persona contra otra. ?Por qu¨¦? Por la propia represi¨®n de la sociedad, de la que tambi¨¦n forman parte los agresores. Ten¨ªamos unas relaciones sexuales muy reprimidas y ¨¦ramos muy pudorosos con nuestra intimidad, a nadie le gustaba hacer esas cosas en p¨²blico. Antes era impensable mantener relaciones en el ba?o de una discoteca. Los tiempos han cambiado. Hay un aspecto muy positivo que es la liberaci¨®n, pero con el inconveniente de que han cambiado los m¨¦todos. Por otra parte, cada vez ha entrado m¨¢s gente joven en ese tipo delictivo. Y la idiosincrasia de los j¨®venes es compartir, mucho m¨¢s que la de los adultos. Lo graban para ense?¨¢rselo a los dem¨¢s. Antes era muy dif¨ªcil probar los delitos sexuales; ahora la prueba nos la procuran ellos mismos. ?Quiere esto decir que no les importa que les pillen? No, claro que les preocupa, pero valoran m¨¢s lo otro. Prefieren ser aplaudidos.
P. ?Qu¨¦ papel juega el alcohol u otras drogas en lo delictivo?
R. Es un desinhibidor, pero no es un factor determinante. En el ¨¢mbito de menores no tiene mucha trascendencia jur¨ªdica que hayan consumido, no es como en el de los adultos. La nocturnidad, la alevos¨ªa¡ no tienen efectos agravatorios, no lo tenemos en cuenta. Cuando vamos a juzgar a un adulto, miramos qu¨¦ pena se merece. Con el menor nos fijamos en qu¨¦ medida necesita. La justicia juvenil se basa m¨¢s en la recuperaci¨®n y en la reeducaci¨®n.
P. ?Qu¨¦ suelen necesitar?
R. Para los casos m¨¢s graves se acude al internamiento en r¨¦gimen cerrado. Es la manera de garantizar que la educaci¨®n que se le va a dar va a surtir efecto. Hay una gran diferencia entre una c¨¢rcel y un centro de internamiento de menores. En la c¨¢rcel la seguridad es casi todo. En los centros de menores los que tratan directamente con ellos son los educadores. Adem¨¢s, hay clases obligatorias, aprenden oficios y no hay masificaciones. Los tratamientos terap¨¦uticos tambi¨¦n son obligatorios. Por todo ello, la tasa de reincidencia es baj¨ªsima, un 8%. Creo que est¨¢n funcionando.
P. Ese uso casi inconsciente de los m¨®viles, la rapidez con la que circulan contenidos ¨ªntimos son tambi¨¦n parte del problema. ?Usted regular¨ªa el uso de estos dispositivos entre los adolescentes?
R. Todos tenemos que implicarnos, no solo la polic¨ªa, los fiscales o los jueces. Nosotros intervenimos cuando ya se ha producido el hecho y esto solo lo cura una buena prevenci¨®n, educaci¨®n. Las familias no pueden pedir la tutela de pap¨¢ Estado. Todos estamos de acuerdo en que algo hay que hacer; pues empecemos a trabajar. No creo que sea tan dif¨ªcil prohibir a un menor el uso del tel¨¦fono en un determinado momento.
P. Holanda ha sido uno de los ¨²ltimos pa¨ªses europeos en prohibir el uso de m¨®viles en los centros educativos a partir de 2024 (tambi¨¦n Italia o Francia). En Espa?a lo han prohibido Madrid, Castilla-La Mancha y Galicia. ?Cree que esa podr¨ªa ser parte de la soluci¨®n?
R. Creo que s¨ª es posible la limitaci¨®n. Prohibir el uso a unas determinadas horas. A los menores hay que educarlos en el uso y los beneficios de las redes sociales, pero tambi¨¦n en su perjuicio. Estamos empezando a notar que hay un problema de adicci¨®n y es muy dif¨ªcil de tratar. No se trata de prohibirlo, sino de regularlo. Y con la pornograf¨ªa, igual. No son medidas prohibitivas, sino educativas.
P. ?Cree que una medida como el PIN parental propuesto por la ultraderecha podr¨ªa agravar el problema al impedir el tratamiento de ciertos contenidos en la escuela?
R. No es un tema de los colegios, sino global. Todos estamos llamados a educar a los menores, sean nuestros hijos o no. Los hijos no son propiedad de los padres. Los contenidos que se imparten a este respecto deben ser objeto de una regulaci¨®n acordada por todos. La mejor soluci¨®n no es el ¡°haga usted lo que quiera con su hijo¡±.
P. Agentes de la Polic¨ªa Nacional y de la Guardia Civil acuden a los centros educativos a dar charlas para prevenir diferentes tipos de violencia. Tambi¨¦n existe la figura del agente tutor, polic¨ªas de paisano que ayudan a los chavales m¨¢s conflictivos. ?Cree que es insuficiente?
R. Creo que son recursos muy valiosos. Adem¨¢s, la Lopivi (Ley Integral de Protecci¨®n a la Infancia y la Adolescencia frente a la Violencia) establece la necesidad de crear en los colegios una figura a la que puedan acudir menores agredidos, rol que suele asumir uno de los docentes. El problema es que hay centros que interpretan que intervenir en estos casos les da mala imagen, sobre todo si son privados, creen que no les conviene. Ante una denuncia de acoso escolar, en lugar de colaborar en la soluci¨®n del problema, lo niegan.
P. ?Es partidario de rebajar la edad penal?
R. Creo que no. Tengo fe en la justicia espa?ola, especialmente en la juvenil. La privaci¨®n de libertad es una limitaci¨®n demasiado grande para un menor de 14 a?os, tiene que haber una alternativa. En esos casos, son las comunidades aut¨®nomas las que valoran si el menor necesita alg¨²n tratamiento, como sucede con los chavales que est¨¢n en situaci¨®n de desamparo. Lo importante es desterrar esa leyenda de que mientras no sean mayores de edad no les pasa nada y sus actos no tienen consecuencias... las hay y pueden ser muy malas.
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