Preguntas
Cuando hablamos del deterioro de las democracias, conviene acordarse de cuestiones como aquel ¡°?sabe usted con qui¨¦n est¨¢ hablando?¡±
Cada tiempo hist¨®rico responde a sus preguntas. Quien vivi¨® los a?os del franquismo, recuerda dos preguntas decisivas: ?usted sabe con qui¨¦n est¨¢ hablando? Y ?pero en qu¨¦ pa¨ªs se cree que vive? Preguntar por la vida del pa¨ªs supon¨ªa advertirle a las personas m¨¢s insensatas que Espa?a no disfrutaba de las costumbres democr¨¢ticas de otros pa¨ªses europeos. Se trataba de una Espa?a en la que la prensa y la justicia estaban bien amarradas a unos poderes muy seguros de s¨ª mismos. El Poder Judicial era m¨¢s peligroso para la sociedad que las bandas de criminales o los movimientos clandestinos. El poder medi¨¢tico manten¨ªa a trav¨¦s de la manipulaci¨®n y la censura una forma de contar las cosas que consegu¨ªa imponerse a la realidad. Y si alguien protestaba, en seguida se hac¨ªa notar la otra pregunta, convertida en afirmaci¨®n: usted no sabe con qui¨¦n est¨¢ hablando.
Cuando hablamos del deterioro de las democracias, conviene acordarse de las posibilidades de esas preguntas. ?Sabemos con qui¨¦n estamos hablando? ?Hablamos con un Poder Judicial que lleva a?os sometido a la indignidad de no cumplir la Constituci¨®n por servidumbre pol¨ªtica? ?Hablamos con una prensa que ha abandonado la informaci¨®n veraz para lanzar pol¨¦micas de crispaci¨®n y comunicar discursos de odio y mentiras?
A la hora de responder, conviene tambi¨¦n recordar qui¨¦nes somos y sentirnos orgullosos del pa¨ªs que puede actuar ahora con libertad ante los abusos de la prepotencia. S¨ª, claro que s¨¦ con qui¨¦n hablo y en qu¨¦ pa¨ªs vivo. Hablamos con una gente que daba por descontado que iba a ganar las elecciones para degradar con ego¨ªsmo elitista y negociante la sanidad p¨²blica, la educaci¨®n p¨²blica y las condiciones laborales decentes. Detr¨¢s de cada pol¨¦mica coyuntural, se esconde su af¨¢n de siempre. Y vivimos en un pa¨ªs que ha dicho que no porque los neoliberales han cometido el error de confundirse con la vieja soberbia franquista.
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