Ni paz ni seguridad en Israel
La guerra con Ham¨¢s llega tras un conflicto interno que ha dividido al pa¨ªs por el golpe de la extrema derecha para controlar el poder judicial. Netanyahu y su coalici¨®n se han ocupado de esa toma del poder antes que de proteger a sus ciudadanos
Escribo en Par¨ªs, intentando comprender desde la distancia el horror que se ha desatado en Israel. La palabra ¡°horror¡± est¨¢ cuidadosamente elegida. Imaginen lo siguiente: los ciudadanos de un pa¨ªs europeo de tama?o medio se despiertan un domingo por la ma?ana y se encuentran con que cientos de terroristas del ISIS (una organizaci¨®n con la que Occidente ha estado en guerra) se han infiltrado en edificios residenciales corrientes, masacrado a cientos de civiles y secuestrado a cientos m¨¢s, civiles y militares, tras someterlos a torturas atroces. Esta es la analog¨ªa m¨¢s cercana, aunque imperfecta, que he podido encontrar para describir los acontecimientos y el terror que se ha apoderado de los miles de israel¨ªes que despertaron en una realidad en la que sus hijos, hermanas o madres eran capturados como rehenes o asesinados por Ham¨¢s y por infiltrados de la Yihad Isl¨¢mica.
A esto debemos a?adirle el estado de estupor en el que se encontraron las Fuerzas Armadas m¨¢s potentes de Oriente Pr¨®ximo cuando descubri¨® que sus sofisticad¨ªsimos sistemas electr¨®nicos de fronteras y detecci¨®n, valorados en millones de d¨®lares, hab¨ªan sido f¨¢cilmente vulnerados por comandos en motocicletas y camionetas, y uno empieza a comprender c¨®mo el suelo se abri¨® bajo los pies de los ciudadanos israel¨ªes.
La guerra de Yom Kipur, en 1973, tambi¨¦n cogi¨® por sorpresa a los israel¨ªes y supuso una inmensa conmoci¨®n, pero nada parecido a la estupefacci¨®n que ha provocado este acontecimiento. Antes de la guerra de Yom Kippur, al menos se recibi¨® informaci¨®n procedente de los servicios de inteligencia, solo que los oficiales del Ej¨¦rcito no supieron interpretarla correctamente. Los militares respondieron con rapidez y eficacia. En el caso actual, es como si todo el sistema de detecci¨®n, inteligencia y seguridad simplemente se hubiera desvanecido en el aire. Es m¨¢s, la guerra de Yom Kipur se libr¨® entre Estados, de manera convencional, con enemigos que a¨²n se encontraban fuera de las fronteras, mientras que, en los dos ¨²ltimos d¨ªas, los israel¨ªes han tenido que enfrentarse a contrincantes que han penetrado sigilosamente en el pa¨ªs y asesinado a civiles. Este es, con diferencia, el fracaso m¨¢s espectacular y humillante que el Tsahal [las Fuerzas de Defensa de Israel] haya conocido jam¨¢s.
A?adamos a esto algunos hechos: el Ej¨¦rcito ha tardado un tiempo insufriblemente largo en llegar a los lugares atacados (por culpa del poder pol¨ªtico de los religiosos, los trenes no circulan en s¨¢bado), y cuando por fin ha llegado, o bien ha recuperado aldeas en las que ya se hab¨ªan sufrido numerosas bajas o no ha conseguido todav¨ªa hacerse con el control. Tampoco ha asumido las funciones que le corresponden, como hacer un seguimiento de la suerte que han corrido las personas asesinadas y mantener informadas a las familias (estas a veces se enteran a trav¨¦s de los v¨ªdeos que cuelga con orgullo la propia Ham¨¢s).
Todo esto quiz¨¢ explique la magnitud y profundidad del trauma que est¨¢n experimentando los israel¨ªes: la sensaci¨®n de seguridad b¨¢sicamente se ha derrumbado y se sienten completamente abandonados por un Estado al que a menudo han contribuido en buena medida (en forma de un largo servicio militar). Este es el 11-S de Israel, el trauma al que seguir¨¢ refiri¨¦ndose en los pr¨®ximos a?os y que, sin duda, cambiar¨¢ profundamente la cultura pol¨ªtica del pa¨ªs, as¨ª como las relaciones con los palestinos e incluso con la regi¨®n en general.
Sin embargo, el espect¨¢culo de estos horrores no debe hacernos olvidar el contexto en el que se ha producido la matanza. Algunas situaciones, por insoportablemente tr¨¢gicas que resulten, invitan a hacerse preguntas y a buscar explicaciones.
La guerra llega precedida por un conflicto interno que ha mantenido dividido a Israel durante los ¨²ltimos meses a causa de un golpe jur¨ªdico que la extrema derecha ha emprendido para eliminar la independencia del poder judicial. Como consecuencia de ello, miles de reservistas (pilotos y personal de los servicios secretos) se negaron a incorporarse a sus puestos bajo las ¨®rdenes de un Gobierno cuyo objetivo ha sido liquidar la democracia. El 24 de julio, el jefe del Estado Mayor, Herzl Halevi, solicit¨® una reuni¨®n con el primer ministro, Benjam¨ªn Netanyahu, para comunicarle su preocupaci¨®n por las devastadoras consecuencias que la inminente votaci¨®n sobre la cl¨¢usula de razonabilidad acarrear¨ªa para la seguridad de Israel; la Kneset [el Parlamento] estaba a punto de anular la posibilidad de que el Tribunal Supremo rechace leyes o decisiones irrazonables de la propia Kneset. Netanyahu se neg¨® a reunirse con el jefe del Estado Mayor, a pesar de la urgencia y de la gravedad del asunto.
El caso de Halevi no fue el ¨²nico. En los ¨²ltimos meses, periodistas, expertos, antiguos jefes del Mosad [el servicio de inteligencia exterior] y del Shin Bet [el servicio de inteligencia de seguridad interna] y altos mandos castrenses han alertado incesantemente a la opini¨®n p¨²blica sobre la grave amenaza que el golpe judicial representaba para la seguridad de Israel. Al primer ministro, que ha presumido durante d¨¦cadas de salvaguardar la seguridad del pa¨ªs, no pod¨ªa importarle menos, ya que estaba muy ocupado con su golpe jur¨ªdico.
El segundo hecho es a¨²n m¨¢s alarmante: en septiembre de 2022, hab¨ªa 22 batallones del Ej¨¦rcito desplegados en la estrecha franja de Cisjordania. Adem¨¢s, se transfirieron a la zona tres batallones adicionales procedentes de la regi¨®n del sur ¡ªla zona infiltrada por los terroristas de Ham¨¢s y la Yihad Isl¨¢mica¡ª para proteger a los colonos que infringen la ley y acosan a los palestinos, o simplemente para que recen. En otras palabras, poblaciones enteras se quedaron sin la protecci¨®n adecuada porque se reasignaron batallones para defender a la poblaci¨®n jud¨ªa que vive en los asentamientos.
La conclusi¨®n es inevitable: la toma del poder en la que han estado tan centrados el primer ministro y su coalici¨®n ha ocupado el primer lugar en su programa, no la seguridad de Israel. La b¨¢rbara carnicer¨ªa cometida por la fan¨¢tica y corrupta Ham¨¢s y por la Yihad Isl¨¢mica tiene lugar en el contexto de un largo y prolongado conflicto militar y de ocupaci¨®n al que el actual Gobierno no tiene intenci¨®n de dar fin y que incluso pretende intensificar.
Ya hay dos conclusiones que se pueden extraer de estos acontecimientos: el Gobierno de extrema derecha de Netanyahu no es capaz de preocuparse por la seguridad de Israel ni est¨¢ dispuesto a hacerlo. Representa a reducidos grupos de inter¨¦s y no al bien colectivo. Y la doctrina de una gesti¨®n militar discreta del conflicto con la que la extrema derecha ha justificado durante mucho tiempo su abandono de cualquier proceso pol¨ªtico para poner fin a la ocupaci¨®n acaba de derrumbarse ante nuestros ojos. Israel nunca estar¨¢ seguro si depende solo de la fuerza y de los medios militares.
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