Hombre fuerte, pa¨ªs d¨¦bil
L¨ªbrenos el azar de caudillos o pol¨ªticos de enorme poder¨ªo. Se precisa gente incompleta, que pacta y que pierde, que deja el despacho cuando toca, que no se cree poseedor de la receta m¨¢gica
En este tr¨¢gico mes de octubre a la fuerza hemos entendido dos verdades sustanciales. La primera es una evidencia. Por m¨¢s que nos vendan un asombroso avance tecnol¨®gico, el ser humano no ha progresado ni un mil¨ªmetro con respecto al ser de las cavernas que fuimos. El odio infinito con que se han comportado los dirigentes islamistas y sus vecinos israel¨ªes, el desprecio por la vida ajena, m¨¢s incluso, por la existencia ajena, nos retrotrae a los terrores b¨ªblicos, a las matanzas m¨¢s atroces, al inframundo. Sospecho que ni siquiera el avance t¨¦cnico del que nos jactamos es tan encomiable en vista de su fracaso ante las pasiones anal¨®gicas. Los nuevos latifundistas del comercio digital y la hipercomunicaci¨®n, en muchos casos no pasan de ser unos cafres, maleducados, zafios, viriloides y catetos con ingenio. Lograron ponernos a remar en su beneficio, en galeras voluntarias, virtuales, pero igualmente galeras. De ellos escribimos y sobre ellos leemos biograf¨ªas pastosas y prolijas. Son exitosos personajes que se han hecho ricos y poderosos, s¨ª, pero siguen encarnando la estampa del rencoroso, frustrado y pat¨¢n mat¨®n de colegio.
La segunda verdad es a¨²n m¨¢s transparente. Los llamados hombres fuertes de la pol¨ªtica no traen ning¨²n beneficio a sus pa¨ªses, sino todo lo contrario. Uno mira el empantanado Congreso norteamericano y no puede dejar de valorar como nefasta la irrupci¨®n de esa fuerza radicalmente individualista de Trump. La guerra contra Ucrania es tambi¨¦n la exhibici¨®n de fortaleza de Putin pese a que la naci¨®n rusa queda m¨¢s debilitada que nunca. Y el caso de Netanyahu no ha sido mejor. Las ¨²ltimas d¨¦cadas ha condicionado la pol¨ªtica de su pa¨ªs, sumida en la repetici¨®n electoral constante si ¨¦l no asum¨ªa el poder. Su ataque a las instituciones de control, de un descaro atronante, ha fragilizado el pa¨ªs mientras ¨¦l presum¨ªa de su fuerza con aliados cada vez de peor cala?a. Y ahora, en la tragedia, vemos que su supuesta solidez personal contrasta con los pies de barro de los organismos colectivos. Pese a todo, quienes estaban enfrentados a ¨¦l y resist¨ªan a su intento de destruir al poder judicial, han suspendido su oposici¨®n para sumarse a la llamada militar. ?l, en cambio, no ha dado un paso atr¨¢s, sin asumir culpa ni verg¨¹enza lidera la venganza para salvar su cara.
Porque los hombres fuertes lo debilitan todo a su alrededor. L¨ªbrenos el azar de caudillos o pol¨ªticos de enorme poder¨ªo. Se precisa gente incompleta, que pacta y que pierde, que deja el despacho cuando toca, que no se cree poseedor de la receta m¨¢gica, que no tiene el pecho inflado de sus propias ¨ªnfulas. Es doloroso ver un pa¨ªs dividido, obligado a equilibrios aritm¨¦ticos en la blanda ret¨®rica parlamentaria, rendido a acuerdos oportunistas y posibilistas, pero la alternativa es peor. Esos hombres fuertes, desafiantes, que dicen poseer la esencia de la patria en la fragancia del pa?uelo. Esos hombres fuertes que en Hungr¨ªa, en Polonia, en la Francia que Macron ha reducido a su agenda vacua o el Boris Johnson reencarnado como el Thatcher rubio en el Reino Unido, destrozan el pa¨ªs que gobiernan. Preferimos liderazgos con fecha de caducidad, relevo, presos de la negociaci¨®n, la alianza y el pacto puntual. Queremos que el pa¨ªs sea fuerte y sus l¨ªderes d¨¦biles, no lo contrario.
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