Los evangelios ap¨®crifos siguen aguijoneando e intrigando a la Iglesia
El papa Francisco est¨¢ resucitando de alguna forma esos evangelios, los que m¨¢s y mejor destacan la importancia de la mujer en la Iglesia
Quiz¨¢s no sea a caso que durante el S¨ªnodo de Obispos que acaba de celebrar la Iglesia cat¨®lica y en el que por primera vez han asistido y con derecho a voto las mujeres, haya salido a la luz la obra Los evangelios ap¨®crifos del portugu¨¦s Federico Lourenco, catedr¨¢tico de la Universidad de Coimbra.
En el S¨ªnodo convocado por el papa Francisco han sido tratadas por primera vez temas que hasta ayer eran tab¨² en la Iglesia como la participaci¨®n de las mujeres en la jerarqu¨ªa eclesi¨¢stica, el celibato obligatorio y la diversidad sexual (LGTB).
La importancia que el papa Francisco ha dado a dicho S¨ªnodo lo revela el hecho que las discusiones y an¨¢lisis de sus conclusiones van a proseguir durante un a?o. Ser¨¢ concluido s¨®lo en octubre del 2014.
Ha sido, sin duda una ruptura en el conservadurismo de la Iglesia cat¨®lica y que pretende, en palabras del papa Francisco, ¡°acabar con el centralismo vaticano y los cortesanos papales¡±, al mismo tiempo que por primera vez desde el inicio del cristianismo, la funci¨®n de la mujer en la Iglesia ha sido puesta de relieve y han podido votar las decisiones 54 de ellas. Y como simbolismo tambi¨¦n de renovaci¨®n el Papa quiso una presencia del mundo juvenil, invitando a la asamblea a Wyalt Olivas, de 19 a?os.
Curiosamente, los temas nuevos tratados en el S¨ªnodo relacionados con la presencia femenina activa en la Iglesia la ha obligado a revisar sus propios or¨ªgenes en los que aparece claro el protagonismo que entonces tuvieron las mujeres, muchas de ellas, como la Magdalena, llegadas del agnosticismo, doctrina de la que estuvo empapada la iglesia de los dos primeros siglos.
Ese giro revolucionario que el papa Francisco, que empez¨® por no querer llamarse Papa, sino obispo de Roma como lo era en la tradici¨®n antigua antes de la contaminaci¨®n con los oropeles de los emperadores romanos, va a obligar al catolicismo a revisar su visi¨®n de los llamados cuatro Evangelios can¨®nicos, los de Mateo, Marcos, Lucas y Juan.
Ello porque en sus dos primeros a?os el cristianismo contaba con decenas de evangelios, todos con la misma autoridad y que acabaron siendo vistos como ¡°ap¨®crifos¡±, en realidad como falsos siglos despu¨¦s. Entre ellos, exist¨ªa, por ejemplo, el Evangelio de Mar¨ªa Magdalena, considerada hoy como la esposa de Jes¨²s, a la primera a quien se apareci¨® el d¨ªa de la resurrecci¨®n.
Curiosamente, ese evangelio ap¨®crifo de inspiraci¨®n gn¨®stica atribuido a Mar¨ªa Magdalena vuelve a adquirir hoy un inter¨¦s especial. Ese evangelio intrig¨® ya entonces al ap¨®stol Pedro, que se quejaba de que Jes¨²s hab¨ªa contado a ella secretos que a ¨¦l escond¨ªa.
De ese evangelio a la Iglesia le preocup¨® siempre el pasaje en que cuenta que Jes¨²s ¡°besaba en la boca¡± a Mar¨ªa Magdalena, ignorando que en la doctrina gn¨®stica que tanto influy¨® en el primer cristianismo el beso en la boca no es algo literal sino sin¨®nimo de la transmisi¨®n de la doctrina.
C¨®mo se lleg¨® a considerar que s¨®lo los cuatro evangelios que figuran hoy en la Biblia eran inspirados por Dios de los muchos que circularon en el cristianismo primitivo y que hab¨ªan sido usados por los primeros padres de la Iglesia como verdaderos llega a tener sabor a novela.
Pero hoy, tras el nuevo y revolucionario S¨ªnodo del papa Francisco, los llamados evangelios ap¨®crifos resucitan con fuerza, ya que son justamente los que m¨¢s y mejor revelan la fuerte presencia femenina en la Iglesia de los primeros siglos. Como afirma, el autor de la reciente publicaci¨®n sobre los evangelios ap¨®crifos, en una entrevista al diario brasile?o O Globo, ¡°al comparar los evangelios ap¨®crifos con los cuatro can¨®nicos de Mateo, Marcos, Lucas y Juan, es n¨ªtida la diferencia no s¨®lo por su lenguaje m¨¢s crudo, directo, sino tambi¨¦n por el mensaje casi subversivo y abiertamente feminista, valorizando la figura y autonom¨ªa de la mujer en las ra¨ªces del cristianismo¡±.
Era de esperar que ese empe?o del papa Francisco en introducir el delicado y casi prohibido tab¨² de la presencia de la mujer en la Iglesia y en sus estructuras de poder hiciera resucitar la antigua discusi¨®n acerca de los evangelios ap¨®crifos que en el siglo IV quedaron eliminados al ser considerados como no inspirados por Dios.
Curiosamente muchas de las an¨¦cdotas que hoy circulan en la Iglesia sobre el nacimiento, la infancia, la muerte y resurrecci¨®n de Jes¨²s no figuran en los cuatro evangelios oficiales. Por ejemplo el nombre de los tres reyes magos, Melchor, Gaspar y Baltasar. O no pocos detalles sobre el espinoso tema del nacimiento virginal de Jes¨²s.
Sobre los evangelios cristianos y sobre su ex¨¦gesis existen hoy m¨¢s de un mill¨®n de libros y a pesar de ello sigue siendo una inc¨®gnita el por qu¨¦ despu¨¦s de haber sido usados durante cuatro siglos, toda una serie de evangelios acabaron siendo condenados como ap¨®crifos y falsos por la Iglesia.
?Cu¨¢les fueron los criterios que la Iglesia utiliz¨® para decidir cuales eran inspirados por Dios y cu¨¢les considerados falsos y an¨®nimos? Porque adem¨¢s en los cuatro que actualmente son considerados inspirados existen toda una serie de diferencias a¨²n sin explicar, seguramente recogidos de los ap¨®crifos. S¨®lo en los episodios de la condena, muerte y resurrecci¨®n de Jes¨²s, existen entre los cuatro evangelios considerados inspirados por Dios todo un rosario de diferencias y hasta contradicciones.
El tema de los evangelios ap¨®crifos empieza a resurgir de nuevo con motivo del primer S¨ªnodo de la Iglesia en el que han podido participar y votar sus decisiones las mujeres. La pregunta, nada curiosa, que se puede hacer es c¨®mo la Iglesia decidi¨® que s¨®lo cuatro de los muchos evangelios utilizados hasta el siglo IV pueden ser considerados como inspirados por Dios.
En mi libro Jes¨²s, ese gran desconocido (Ediciones Maeva) se recogen los motivos que ofreci¨® la Iglesia a partir del siglo IV para considerar que s¨®lo los cuatro evangelios que hoy figuran en la Biblia fueron inspirados por Dios. Dichos motivos reflejan la dificultad que la Iglesia de entonces tuvo para poder excluir como falsos el resto de los evangelios muchos de los cuales hab¨ªan sido usados y citados por los obispos de los primeros siglos.
Los cuatro evangelios llamados hoy can¨®nicos y vistos como inspirados por Dios fueron escogidos entre unos sesenta. San Irineo, en el a?o 205, as¨ª lo explic¨®: ¡°El evangelio es la columna de la Iglesia. La Iglesia est¨¢ esparcida por todo el mundo y el mundo tiene cuatro regiones y por tanto conviene que existan s¨®lo cuatro evangelios¡±.
La decisi¨®n oficial de que s¨®lo los cuatro evangelios escogidos por la Iglesia son inspirados por Dios fue tomada en el Concilio de Nicea del a?o 325 gracias a un milagro, tal como se cuenta en la obra titulada, Libelus Syndicus. El milagro consisti¨® en que todos los evangelios que exist¨ªan se colocaron en el altar tras haber ido volando hasta all¨ª.
Otra versi¨®n para corroborar su autenticidad fue que todos los evangelios existentes fueron colocados sobre el altar y que los ap¨®crifos fueron cayendo al suelo. Una tercera prueba de su autenticidad e inspiraci¨®n divina de los cuatro evangelios de hoy fue que el Esp¨ªritu Santo entr¨® en el Concilio de Nicea en forma de paloma a trav¨¦s de una ventana sin que se quebrara el cristal. All¨ª estaban reunidos todos los obispos. La paloma se fue colocando en el hombro de cada uno de ellos y les dec¨ªa al o¨ªdo cuales eran los cuatro inspirados por Dios.
Lo cierto es que a la Iglesia le cost¨® tiempo para aceptar que los cuatro evangelios can¨®nicos no son un material hist¨®rico en el sentido estricto de la palabra sino m¨¢s bien teol¨®gico por lo que hoy vuelven a tener actualidad y ser mejor estudiados sobretodo los de fondo gn¨®stico.
El papa Francisco, el m¨¢s moderno y revolucionario en el tema de la presencia e importancia que las mujeres tuvieron en la creaci¨®n del pasaje del juda¨ªsmo al cristianismo, est¨¢ resucitando de alguna forma esos evangelios ap¨®crifos que, curiosamente, son los que m¨¢s y mejor destacan la importancia de la mujer en la Iglesia.
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