Legislatura pendiente para S¨¢nchez
El presidente comienza su mandato con la carencia de la falta de explicaciones sobre la amnist¨ªa: al evitar discutir sus desventajas no podemos saber sus ventajas. No se puede dar un consentimiento informado porque no ha explicitado los problemas que la medida puede provocar
Pedro S¨¢nchez ha sido elegido presidente del Gobierno con un discurso inteligente, pero inmaduro. Hay mucho que alabar en las propuestas que ha desgranado (en salud mental, ciencia, cultura o transporte p¨²blico), pero el candidato ha perdido una oportunidad ¨²nica para justificar los pactos que sustentar¨¢n la legislatura. ?Qu¨¦ conllevar¨¢, para toda Espa?a, el pacto con Junts? ?Y el cheque no en blanco que le ha concedido Aizpurua, de EHBildu?
Hab¨ªa un temor a que S¨¢nchez nos tratara como ni?os. Que evitara explicarnos su cambio de posici¨®n copernicano: c¨®mo pas¨® de ser inflexible con Puigdemont a convertirlo en socio pol¨ªtico. Se comprende el silencio autoimpuesto por los socialistas durante los meses de negociaci¨®n. El PSOE pon¨ªa cara de p¨®quer porque cualquier gesto podr¨ªa elevar la apuesta, sobre todo de Junts que, desde Waterloo, detectaba cualquier leve movimiento s¨ªsmico procedente de la Pen¨ªnsula como un grave terremoto.
Pero ahora tocaba exponer las causas y las consecuencias de sus acuerdos para Espa?a. Eso requer¨ªa, primero, escapar del marco polarizador. Y S¨¢nchez ha criticado la crispaci¨®n, aunque, desde el principio del debate, ha ahondado en que s¨®lo tenemos ¡°dos caminos opuestos¡±. ?C¨®mo vamos a enterrar la pol¨ªtica de trincheras si definimos el juego como una lucha de buenos contra malos? La respuesta del PP no fue conciliadora, pero, con una mayor¨ªa s¨®lida garantizada, es obligaci¨®n del candidato a presidente proyectarse por encima de las divisiones.
Segundo, el m¨¦dico que aplica un tratamiento duro (y dejo a juicio del lector si la amnist¨ªa es cirug¨ªa mayor o menor del orden legal) debe explicar los efectos secundarios al paciente. No se puede limitar a glosar las consecuencias bals¨¢micas que la amnist¨ªa tendr¨¢ sobre el cuerpo pol¨ªtico, en t¨¦rminos de concordia en Catalu?a, sin mencionar sus costes. Hay dos obvios: olvidar ciertos delitos, como m¨ªnimo, tensiona (algunos dir¨¢n que viola flagrantemente) el principio de igualdad de todas las personas ante la ley. Y es una norma hecha por, y a medida de, sus beneficiarios. Aun as¨ª, quiz¨¢s la amnist¨ªa vale la pena. Pero, al evitar discutir sus desventajas no podemos saber sus ventajas. El pueblo no puede dar un consentimiento informado a S¨¢nchez porque no ha explicitado los problemas que su medicina puede provocar, hoy y en escenarios futuros: ?es la amnist¨ªa una legislaci¨®n excepcional o se repetir¨¢ si Puigdemont u otros vuelven a las andadas?
S¨¢nchez no nos trat¨® como ni?os, porque a los ni?os no los convences mencion¨¢ndoles s¨®lo las maravillas de un cambio (de colegio, casa o juguetes), sin reconocerles que tambi¨¦n hay costes (como perder amigos). Fue peor: S¨¢nchez nos trat¨® como padres. Cuando justific¨® la amnist¨ªa porque ha habido decenas en otros pa¨ªses (obviando que no constan intercambios tan visibles de amnist¨ªa por votos de investidura) son¨® como el chico que pide la consola o el m¨®vil de ¨²ltima generaci¨®n porque ¡°todos sus amigos lo tienen¡±.
Quiz¨¢s Feij¨®o, o sin duda Abascal, han estado peor. La tribuna no se ha quedado ¡°pringada de cinismo¡±, como denunciaba el l¨ªder de Vox, sino de testosterona. Pero la vara de medir de un presidente no son los otros pol¨ªticos, sino los estadistas. Y tal vez S¨¢nchez firmar¨¢ una legislatura sobresaliente, pero empieza con una asignatura pendiente.
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