?Qu¨¦ es lo normal?
Incumplir un programa electoral lleva a una derrota en las elecciones. Incumplir la promesa de futuros grandiosos puede llevar a desencantos mayores, de m¨¢s riesgo
Ahora que se habla tanto de los ministros, me acord¨¦ de uno que lo fue de Industria, Jos¨¦ Montilla, que luego de eso fue president de Catalu?a. Para las elecciones en las que aspiraba a revalidar el puesto, sus estrategas pensaron un lema que pudiera volver atractivo a un candidato plano y sin relieves y, despu¨¦s de varias pruebas, optaron por presentar a Montilla como un hombre normal. Las juventudes del PSC le crearon hasta un eslogan, con una vi?eta en la que parec¨ªa un superh¨¦roe: ¡°El incre¨ªble hombre normal¡±. Aquellas elecciones, Montilla las perdi¨®.
Con los a?os, Mariano Rajoy se defini¨® tambi¨¦n a s¨ª mismo como un pol¨ªtico de lo m¨¢s previsible y normal, dando por hecho que hab¨ªamos llegado al punto en que la normalidad era un valor. Tambi¨¦n dijo ¡ªlo dijo as¨ª¡ª que los votantes distinguir¨ªan a los buenos y a los malos y que hab¨ªa que hacer pol¨ªtica para adultos.
Ahora que Donald Trump pretende volver a gobernar los Estados Unidos, Javier Milei ha ganado las elecciones argentinas y ha dejado al peronismo en sus peores registros. Milei se ha presentado ante el electorado, motosierra en mano, como lo opuesto a un pol¨ªtico normal: sin su discurso estridente y sin contar que le habla a su perro muerto resultar¨ªa poco probable que hubiera llegado adonde acaba de llegar. Para entender su ¨¦xito, Andrea Rizzi ha hablado aqu¨ª de la frustraci¨®n y de la ira que impulsan y explican el nacionalpopulismo en el mundo y, en la misma noche electoral, el diario argentino La Naci¨®n us¨® la expresi¨®n hartazgo. Ocurre que todas esas palabras, que no son nuevas ni aparecen de pronto, nos llevan a un territorio que no es pol¨ªtico ni ideol¨®gico, o no es ninguna de esas cosas y nada m¨¢s: es, sobre todo, emocional. La frustraci¨®n y la ira quedan muy cerca del miedo y del odio, que son material maleable.
Decretada la muerte de las ideolog¨ªas y vaciadas de significado las palabras gruesas que desgastaron en las tribunas ¡ªfascistas, traidores, golpistas y tantas m¨¢s¡ª, la pol¨ªtica se arrellana en el campo emocional, en el que, m¨¢s que por principios, tratar¨¢n de ganar apoyos por identidades. Y no tanto a favor, sino en contra: ante un enemigo com¨²n. Quiz¨¢ eso vaya a ser en adelante lo normal o ya lo sea, si la idea que m¨¢s mencionan las cr¨®nicas que hablan de Espa?a es la polarizaci¨®n. Ah¨ª mismo estamos, entre las p¨¢ginas de una novela de pasiones. Tambi¨¦n aqu¨ª, al final de su columna sobre el momento patrio, Claudi P¨¦rez dej¨® escrito: ¡°M¨¢s Ilustraci¨®n y menos Romanticismo¡±. Al cabo, incumplir un programa electoral lleva a una derrota en las elecciones. Incumplir la promesa de futuros grandiosos puede llevar a desencantos mayores, de m¨¢s riesgo. Conviene tenerlo en cuenta, por si se normaliza.
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