Palestina y el pensamiento encarnado
Judith Butler ha experimentado el efecto del discurso que ve antisemitismo por doquier y que busca acallar la opini¨®n libre. ?En qu¨¦ momento hemos mezclado la cr¨ªtica a Israel con el odio a los jud¨ªos?
Encontrarse de pronto con pensamiento encarnado (perd¨®nenme la cursiler¨ªa) no ocurre mucho. Me pas¨® esta semana en un seminario sobre Hannah Arendt en el CCCB de Barcelona, donde el tiempo se pleg¨® para que sus palabras tomaran forma y fuerza en otra pensadora, nada menos que Judith Butler. En alg¨²n lugar escribi¨® Butler que, para un jud¨ªo, no puede haber nada peor que ser acusado de antisemitismo. Es algo que tambi¨¦n sinti¨® Arendt cuando en 1948 alert¨® del peligro de crear un Estado etnonacionalista, pues acabar¨ªa generando un pensamiento atravesado por la estrategia militar y un desarrollo econ¨®mico supeditado a las necesidades de la guerra, algo incompatible con la democracia liberal y la pluralidad pol¨ªtica. Y en esta sala repleta de mujeres, muchas de ellas acad¨¦micas, Butler, desde el p¨²blico, levanta la mano y, con tono de emoci¨®n, hace que Arendt se haga presente de idea en idea. Se percibe en ella la amargura de quien ha experimentado el efecto intimidante de ese discurso pol¨ªtico hist¨¦rico que ve antisemitismo por doquier y que busca acallar la cr¨ªtica, como hace Israel con la ONU o con Europa, o como en su reciente sobreactuaci¨®n por la posici¨®n diplom¨¢tica espa?ola.
Butler cuenta que recibe muchos correos de gente que vive en Israel. Un d¨ªa, al abrir uno de ellos bajo el asunto ¡°Conferencia feminista¡±, vio un v¨ªdeo donde un terrorista de Ham¨¢s violaba a una mujer jud¨ªa. El mensaje la exhortaba a condenarlo: ¡°?O es que la vida de las mujeres jud¨ªas vale menos?¡±, le espetaban. Butler lleva mucho tiempo pensando sobre esto, sobre la deshumanizaci¨®n del otro provocada por el fundamentalismo religioso, sobre c¨®mo gestionamos la vulnerabilidad en el marco de dependencias tan estrechas, pero tambi¨¦n tan desiguales. En nombre de su soberan¨ªa, Israel transforma la violencia en autodefensa para que parezca leg¨ªtima. La respuesta del resto de las democracias, ha dicho Habermas, es otro marco: el principio de solidaridad. ?Pero qu¨¦ pasa si el marco es un contexto colonial que niega la condici¨®n de ciudadan¨ªa a los civiles de una poblaci¨®n sin Estado? ?Y si, al eliminar as¨ª el concepto mismo de ¡°civiles¡±, un crimen contra ellos es tan solo un ¡°da?o colateral¡±? ?Qu¨¦ pasa si, mientras circulan v¨ªdeos con violaciones difundidos por Ham¨¢s, las bombas israel¨ªes matan quir¨²rgicamente a los reporteros que tratan de ser testigos de lo que pasa al otro lado? ?En qu¨¦ momento hemos mezclado la cr¨ªtica a Israel con el odio a los jud¨ªos? Son preguntas que se ha hecho Butler.
La valiente fil¨®sofa norteamericana tambi¨¦n se pregunta por qu¨¦ somos incapaces de pensarlos m¨¢s all¨¢ de su condici¨®n de v¨ªctimas. Pensar a los jud¨ªos s¨®lo como v¨ªctimas es la raz¨®n de que Alemania, por ejemplo, asuma una posici¨®n de victimaria con la que, parad¨®jicamente, se arroga la autoridad moral para interpretar las lecciones del Holocausto. Son lecciones que Arendt jam¨¢s tradujo como ¡°Nunca m¨¢s contra los jud¨ªos¡± sino desde la universalidad. ¡°Nunca m¨¢s¡± porque todos podemos ser v¨ªctimas. ¡°Nunca m¨¢s¡± porque todos podemos ser verdugos. Pensamiento encarnado.
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