Los acuerdos decepcionan. Est¨¢ en su naturaleza
La alternativa a los pactos del clima o la inteligencia artificial no es la utop¨ªa, sino el infierno

Nos quejamos mucho de la bronca pol¨ªtica y la polarizaci¨®n, pero la verdad es que vivimos tiempos muy interesantes. En solo unos d¨ªas hemos presenciado dos acuerdos trascendentes sobre la inteligencia artificial y el cambio clim¨¢tico, y otro algo m¨¢s provinciano sobre la ley de amnist¨ªa. Si el ¨²nico que te interesa es este ¨²ltimo, c¨¢mbiate a otro columnista, porque aqu¨ª vamos a centrarnos en los dos primeros, que son los verdaderamente importantes para tu futuro y el de tus hijos. Aunque tambi¨¦n es posible que, aun siendo un obseso de la amnist¨ªa o del rechazo a la amnist¨ªa, puedas aprender algo sobre la naturaleza de los acuerdos, esas cosas que siempre decepcionan porque, como el escorpi¨®n que mat¨® a la rana que le estaba cruzando el r¨ªo, est¨¢ en su naturaleza.
La ley de inteligencia artificial acordada en Bruselas ha dejado insatisfechos a los pa¨ªses miembros, a la Comisi¨®n Europea, al Parlamento de Estrasburgo, a los magnates de Silicon Valley y a los activistas por los derechos sociales. Es natural, porque todos ellos tienen intereses contrapuestos. Estrasburgo quer¨ªa imponer una serie de prohibiciones sobre el uso de la inteligencia artificial (IA) por los Estados, cosa que a los Estados no les volv¨ªa locos, como parece l¨®gico. Las mayores empresas del planeta quieren tener en Europa un mercado para sus sistemas de IA tan desregulado como el norteamericano, pero los especialistas en ¨¦tica tecnol¨®gica piensan que Europa es la ¨²nica potencia cre¨ªble que puede restringir esa ley de la jungla para evitar que se convierta en una herramienta de discriminaci¨®n por etnia o sexo, de exclusi¨®n irracional en la contrataci¨®n laboral, de violaci¨®n masiva de los derechos de propiedad intelectual.
El resultado de esas tensiones aparentemente irreconciliables ha sido un texto m¨¢s artesano que art¨ªstico, m¨¢s ingenieril que cient¨ªfico, m¨¢s pragm¨¢tico que idealista. Los sistemas de reconocimiento facial en tiempo real, como los que vemos en las pel¨ªculas de esp¨ªas, sufren restricciones sustanciales, pero no tantas como pretend¨ªa el Parlamento: los Estados podr¨¢n usarlos con autorizaci¨®n judicial para la persecuci¨®n del tr¨¢fico sexual, por ejemplo, y en casos de amenaza terrorista genuina. Y los ¡°modelos fundacionales¡±, o modelos grandes de lenguaje (large language models, o LLM) que subyacen a ChatGPT y otras decenas o centenares de sistemas, incluidos algunos esenciales para la ciencia y la innovaci¨®n, ser¨¢n juzgados no en s¨ª mismos, sino por su utilizaci¨®n maliciosa o contraria a los derechos fundamentales. Los activistas se quejan, las empresas tambi¨¦n, pero el caso es que la Uni¨®n Europea ha marcado la estrategia a seguir en una decisi¨®n que tendr¨¢ repercusiones mundiales, al menos en los pa¨ªses democr¨¢ticos.
El acuerdo del clima reci¨¦n alcanzado en Dub¨¢i tambi¨¦n deja insatisfecho a todas las partes ¡ªquien esperara otra cosa, no sabe en qu¨¦ mundo vive¡ª, pero pone el petr¨®leo en el punto de mira pese a haberse celebrado en una monarqu¨ªa petrolera, y plantea una triplicaci¨®n de las energ¨ªas renovables. Vale que no es vinculante, pero es que el planeta no dispone de una polic¨ªa clim¨¢tica que vigile el cumplimiento de los compromisos. La alternativa a los imperfectos acuerdos del clima no es el mundo ut¨®pico con el que so?amos, sino la falta absoluta de acuerdos. Elija el lector.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.