Antisemitismo y sentimiento de culpa
La guerra de Gaza est¨¢ produciendo en Alemania un debate en torno a la libertad de expresi¨®n donde se advierte un cambio generacional en el cual el pensamiento sobre Israel es diferente
La escena pertenece a una comedia rom¨¢ntica situada en un colegio de Berl¨ªn en los a?os 2000. Los estudiantes se env¨ªan sms y algunos llevan pa?uelos palestinos como adorno. Ninguna de las dos cosas ser¨ªa posible hoy con un significado inocente. La primera es obvia consecuencia de la tecnolog¨ªa; la segunda, de la pol¨ªtica. Desde el ataque de Ham¨¢s, las kufiyas no son bien vistos en muchos institutos alemanes. Los esl¨®ganes parecen una gigantesca pancarta entre Berl¨ªn y Boston y los argumentos de bar sobre el conflicto encuentran su c¨¢mara de resonancia en internet, donde todo lo que digo y oigo suena bien.
Gaza es un infierno para las partes implicadas, pero cuando por fin el polvo se aposente sobre las cenizas tendremos que reflexionar todos sobre qu¨¦ ha supuesto esta guerra para pilares de nuestra convivencia como la libertad de expresi¨®n o la cultura de hechos compartidos.
En pocos pa¨ªses son tan pol¨¦micas las manifestaciones sobre Gaza como en Alemania. Algunas de las pancartas que se ven en Harvard o en Picadilly est¨¢n prohibidas en Berl¨ªn. El derecho de expresi¨®n, recogido en la Constituci¨®n, camina por una pasarela estrecha si se critica al estado de Israel. Pero en Alemania ¡°toda persona tiene derecho a expresar y difundir libremente sus opiniones¡±. Este pa¨ªs ostenta uno de los ¨ªndices de lectura de peri¨®dicos m¨¢s altos del mundo, es cuna de grandes editoriales y son numerosos los debates pol¨ªticos de televisi¨®n con solera. Sea por cultura o por el condicionamiento del idioma ¡ªen el que hay que esperar a que tu interlocutor termine para saber si el avi¨®n despega o aterriza porque el verbo va al final¡ª a los alemanes les gusta debatir. Sin embargo, la situaci¨®n en Gaza ha tensionado la libertad de expresi¨®n: la l¨ªnea roja est¨¢ demasiado lejos, dicen unos; demasiado cerca, dicen otros.
A muchos extranjeros nos llama la atenci¨®n el ¨¢ngulo que los debates sobre este conflicto adoptan en Alemania: si en Espa?a o en Francia se habla sobre todo de la masacre de palestinos, en Alemania se dedican horas de radio y p¨¢ginas de peri¨®dico al antisemitismo. Sajonia-Inhalt, cuna de la Reforma de Lutero y para¨ªso del rom¨¢nico, quiere exigir el compromiso de respetar la existencia de Israel a todo el que se naturalice. El director de la Conferencia de Seguridad de M¨²nich pidi¨® perd¨®n por haberse alineado con la declaraci¨®n del jefe de la ONU sobre el ataque de Ham¨¢s. La rama alemana de Fridays for Future y de Pen International se distancian de sus matrices globales para remarcar que su posici¨®n es m¨¢s pr¨®xima a la defensa de Israel.
Un conocido actor, Edgar Selge, reflexionaba hace unas semanas sobre si estaba levantando la voz lo suficiente para proteger a sus amigos jud¨ªos, si su silencio se pod¨ªa comparar al de sus padres frente a los nazis. Por otra parte, la escritora jud¨ªa Deborah Feldman, autora de Unorthodox y residente en Berl¨ªn, cree que aqu¨ª se defiende un determinado tipo de jud¨ªo porque cumple el papel de permitir a Alemania expiar esa culpa y que el resto, aquellos m¨¢s pr¨®ximos a la reconciliaci¨®n con Palestina, son censurados.
Lo cierto, por otro lado, es que los delitos contra los jud¨ªos se han multiplicado desde octubre y los ling¨¹istas creen que se est¨¢n banalizando palabras como nazi, dictadura, antisemita o genocidio, contribuyendo a que su contenido se diluya. El escritor Kurt Tucholsky, que conoc¨ªa bien la Alemania en la que se quemaron sus libros en 1933, advirti¨® que su pa¨ªs era una rareza anat¨®mica: escribe con la izquierda mientras mueve la derecha.
Quiz¨¢ este ruido en torno a la libertad de expresi¨®n no se?ala una l¨ªnea roja sino el paisaje que se mueve tras esa l¨ªnea. Nuestra forma actual de informarnos es el caldo de cultivo de las ideas pat¨®genas, que una vez implantadas alteran completamente nuestra fisiolog¨ªa, de forma que lo que votamos nos da las palabras para definir el mundo y no al rev¨¦s. Quiz¨¢ tambi¨¦n ese paisaje ins¨®lito responda a un cambio social. Pronto lo comprobaremos. Una nueva generaci¨®n que no se siente comprometida con Israel o tiene una relaci¨®n distinta a la de sus padres y abuelos con la Segunda Guerra Mundial y el Holocausto acudir¨¢ a las urnas en 2024, en lo que ser¨¢ el mayor a?o electoral de la historia: el 51% de la poblaci¨®n mundial estar¨¢ llamada a las urnas en 76 pa¨ªses.
Dicen que para que algo perdure debe estar hecho de granito o de palabras. Es el momento de elegir palabras m¨¢s precisas, alej¨¢ndose tanto de la sacarina como del flem¨®n del exabrupto. Perder el respeto al idioma es el primer paso para perder el respeto a los hechos y a nuestra libertad de pensamiento sobre ellos. Cuando el polvo se pose, el efecto de las palabras quedar¨¢.
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