La juventud de hoy
Es una constante hist¨®rica que los mayores de edad se quejen de los menores. Cada generaci¨®n acent¨²a unos defectos
Los j¨®venes de hoy son un desastre. Siempre han sido un desastre. Contradicen a sus padres y tiranizan tambi¨¦n a los pedagogos y profesores, dec¨ªan en Grecia hace 2.500 a?os. Piensan que lo saben todo, advert¨ªa Arist¨®teles. No prev¨¦n lo que es ¨²til, se lamentaba Horacio. Y as¨ª, por los siglos de los siglos, hasta el ¨²ltimo informe PISA.
Es una constante hist¨®rica que los mayores de edad se quejen de los menores. Cada generaci¨®n acent¨²a unos defectos. Los japoneses medievales se fijaban en c¨®mo los j¨®venes degradaban el lenguaje hablado; nosotros, el escrito: con internet y las redes sociales, cometen faltas de ortograf¨ªa, usan un l¨¦xico pobre y no saben redactar. En la Inglaterra del XVII criticaban su dura agresividad; nosotros, su blanda hipersensibilidad.
La cuesti¨®n es que no est¨¢n a nuestra altura. Y es verdad, pero no porque ellos est¨¦n m¨¢s abajo, sino porque nosotros (creemos que) estamos m¨¢s arriba. Lo mostraron los psic¨®logos John Protzko y Jonathan Schooler en un art¨ªculo en Science. En una serie de experimentos vieron que los adultos consideraban que, en comparaci¨®n con generaciones anteriores, la juventud de hoy estaba en declive. Pero, curiosamente, ese desprecio hacia los j¨®venes depend¨ªa de cu¨¢les eran las virtudes que los adultos ten¨ªan, o pensaban que ten¨ªan. As¨ª, las personas mayores m¨¢s autoritarias enfatizaba que los j¨®venes de hoy no respetan a los mayores; y las m¨¢s lectoras que los j¨®venes de hoy leen menos. Es decir, comparamos a los j¨®venes con nuestra mayor fortaleza (yo pongo m¨¢s atenci¨®n a su expresi¨®n escrita que a sus habilidades matem¨¢ticas). Y, sobre todo, cotejamos a la juventud real de hoy con un ser ficticio: la persona que creemos que fuimos. Ese holograma de madurez y sensatez, responsabilidad y amabilidad¡ que nunca existi¨®.
Pero si, subjetivamente, la juventud de hoy sigue igual, objetivamente, no es as¨ª. Est¨¢n peor. Como muestra Ignacio Conde-Ruiz en La juventud atracada, los j¨®venes de hoy lo tienen m¨¢s dif¨ªcil que nosotros. Sufren m¨¢s problemas: precariedad, dificultad para acceder a una vivienda (se van de casa, de media, a los 30,3 a?os). Y disfrutan de menos poder: en las primeras d¨¦cadas de la democracia los j¨®venes eran m¨¢s de un tercio del electorado y ahora son un quinto. Sus demandas no se atienden.
Nos hemos bebido su elixir y les hemos dejado la eterna juventud. @VictorLapuente
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