Doctor Google
Un ¡®software¡¯ desarrollado por la tecnol¨®gica ha sido entrenado para entrevistar a pacientes y ha demostrado que supera a los m¨¦dicos de atenci¨®n primaria diagnosticando enfermedades respiratorias y cardiovasculares
La fiebre de la inteligencia artificial (IA) se debe a dos causas convergentes. La primera es t¨¦cnica: una mejora objetiva de los sistemas de aprendizaje autom¨¢tico y de su capacidad de computaci¨®n. La segunda es sociol¨®gica. Nadie vio un problema existencial en los brazos rob¨®ticos que sustituyeron a los trabajadores de las cadenas de montaje en las ¨²ltimas d¨¦cadas del siglo pasado, pero que las m¨¢quinas se entrometan en el terreno de los artistas, cient¨ªficos, corredores de Bolsa, contables creativos y directores ejecutivos ya nos hace menos gracia. Y menos a¨²n que nos va a hacer. Seas m¨¦dica, enfermero o paciente, ag¨¢rrate antes de seguir leyendo. Llega el doctor Google.
Un modelo grande de lenguaje (large language model, LLM, la clase de sistemas a la que pertenece ChatGPT) desarrollado por Google y entrenado para entrevistar a pacientes ha demostrado que supera a los m¨¦dicos de atenci¨®n primaria diagnosticando enfermedades respiratorias y cardiovasculares. Los robots ya est¨¢n siendo ¨²tiles en medicina, pero suelen dedicarse a tareas quir¨²rgicas de alta precisi¨®n, como trepanar un agujero en el cr¨¢neo para un implante coclear. Ya sabemos que a los robots no les tiembla el pulso ni despu¨¦s de una mala noche. Pero el flamante doctor Google es un primo de ChatGPT: un conversador. Sus entrevistas a los pacientes superan a las del m¨¦dico medio. Y para colmo punt¨²a mejor que ellos en empat¨ªa, seg¨²n la evaluaci¨®n de los participantes humanos. El trabajo est¨¢ pendiente de revisi¨®n por pares, por si eso le sirve a alguien de consuelo.
El doctor Google se llama en realidad AMIE (explorador articulado de inteligencia m¨¦dica, siglas en ingl¨¦s) y es todav¨ªa un mero experimento. Las pruebas se han hecho con actores entrenados para fingir una enfermedad u otra, no con pacientes reales. Por supuesto, los cient¨ªficos de Google aseguran que nadie pretende sustituir al m¨¦dico de familia, sino complementarle y ¡°democratizar la medicina¡±, pero la verdad es que esto se est¨¢ convirtiendo ya en un chascarrillo pelmazo. Si AMIE u otro doctor electr¨®nico de este tipo acierta m¨¢s que el m¨¦dico medio en el diagn¨®stico, y encima resulta m¨¢s emp¨¢tico que ¨¦l, su uso en la cl¨ªnica no solo ser¨¢ posible, sino incluso aconsejable. El argumento en el fondo es el mismo que en las cadenas de montaje, solo que ahora afecta a gente con estudios superiores.
Una cuesti¨®n candente con los modelos grandes de lenguaje (LLM) es la de los derechos de autor. En el caso judicial m¨¢s rompedor hasta la fecha, The New York Times ha demandado a OpenAI (la empresa creadora de ChatGPT) y a Microsoft (su mayor accionista) por haber utilizado millones de art¨ªculos del diario para alimentar a una m¨¢quina que ahora pretende competir con ¨¦l. En el caso del doctor Google, los m¨¦dicos ni siquiera podr¨ªan plantear una acci¨®n judicial similar. Es cierto que los creadores de AMIE empezaron por alimentar al modelo con conversaciones m¨¦dicas transcritas, pero el material de ese tipo es muy escaso en los centros de salud. As¨ª que AMIE se entren¨® consigo misma: adopt¨® el triple papel de paciente, m¨¦dico y evaluador y dedic¨® unos meses a mejorar sus respuestas. Deber¨ªa ser una parte de la propia AMIE quien demandara a la otra, y de esto s¨ª que no hay precedentes.
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