Reducir la econom¨ªa sumergida
El 60% de la mano de obra mundial vive del empleo informal, un tipo de actividad que retrocede en Espa?a
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La econom¨ªa sumergida es un problema dif¨ªcil de abordar en todos los pa¨ªses del mundo, pero que tiene consecuencias devastadoras tanto para los individuos, impotentes ante una situaci¨®n de la que es dif¨ªcil salir y que en demasiadas ocasiones se perpet¨²a en sus hijos, como para los Estados, que pierden por esa v¨ªa una ingente cantidad de ingresos decisivos para el desarrollo de sus pol¨ªticas. Un reciente informe de la Organizaci¨®n para la Cooperaci¨®n y el Desarrollo Econ¨®micos (OCDE) revela que seis de cada 10 trabajadores operan al margen de la legalidad a nivel mundial, un fen¨®meno que se agudiza en el caso de las econom¨ªas emergentes, donde llega a alcanzar el 90% de la mano de obra.
Se trata de una doble carga para los trabajadores en situaci¨®n de informalidad, no solo porque esa condici¨®n les hace m¨¢s vulnerables frente a hipot¨¦ticos problemas de salud o una vez que alcanzan la vejez. En la mayor¨ªa de los casos, tambi¨¦n se trata de empleos mal pagados, que no les permiten abandonar la pobreza ni facilitar el salto generacional de sus descendientes. Adem¨¢s, la falta de formaci¨®n adecuada les impide acceder a puestos regulados y mejor pagados y frena tanto la adaptaci¨®n a las nuevas tecnolog¨ªas como el aumento de la productividad.
Para salir del c¨ªrculo vicioso del empleo irregular, el estudio de la OCDE propone, por un lado, reforzar la protecci¨®n social y la formaci¨®n para estas personas y, por otro, facilitar el ingreso de esos trabajadores en la econom¨ªa formal. Los organismos transnacionales tienen capacidad para ayudar a los pa¨ªses a reforzar las estructuras de Estado que hagan posibles esas pol¨ªticas. Si la reducci¨®n del d¨¦ficit p¨²blico es una condici¨®n habitual para la obtenci¨®n de financiaci¨®n, tambi¨¦n puede serlo el compromiso de hacer aflorar la econom¨ªa sumergida.
En este contexto resulta especialmente destacable la reducci¨®n en los ¨²ltimos a?os de ese tipo de econom¨ªa en Espa?a, donde se han logrado importantes avances. Si durante d¨¦cadas los expertos daban por buenos los c¨¢lculos ¡ªcon todas las dificultades que conlleva hacer estimaciones sobre una actividad de naturaleza opaca¡ª de que esas actividades econ¨®micas se situaban entre el 20% y el 25% del PIB, los datos del Fondo Monetario Internacional de 2019 las situaban ya en el 17,39%. Un a?o despu¨¦s, y de forma inesperada, la pandemia propici¨® una reducci¨®n de esa informalidad, seg¨²n los expertos m¨¢s reputados en la materia, por debajo del 15% en la actualidad. Una tendencia que aleja a Espa?a del grupo de pa¨ªses de la Uni¨®n Europea con mayor porcentaje de econom¨ªa sumergida: Italia y Grecia.
La pandemia oblig¨® a aflorar mucho empleo informal, ya que solo las empresas y los trabajadores con documentaci¨®n en regla pod¨ªan acceder a las ayudas p¨²blicas y a los ERTE para paliar los demoledores efectos del par¨®n que la covid-19 impuso a muchas empresas. A su vez, la adopci¨®n de medidas de higiene favoreci¨®, en detrimento del dinero en efectivo, el uso de las tarjetas de cr¨¦dito y d¨¦bito y los pagos digitales, un cambio que lleg¨® para quedarse. Esa combinaci¨®n ha permitido en algunos momentos que la recaudaci¨®n creciera por encima del ritmo al que lo hace la propia econom¨ªa. Con todo, siguen siendo necesarios los esfuerzos para reducir la informalidad en algunos ¨¢mbitos concretos, como la contrataci¨®n de trabajadores que llegan a Espa?a de forma irregular y cuya extrema precariedad les deja expuestos a posibles abusos.
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