El ¨²nico camino para ser amado
Nadie dijo que los avances sociales no conlleven retrocesos y movimientos reaccionarios, pero hoy sabemos que dividir a la sociedad entre esas dos cestas, la de los deplorables y la de los justos, no impulsa el progreso sino que se convierte en un potente generador de odio
![Manifestaci¨®n feminista de estudiantes en Sevilla, el pasado 8 de marzo.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/CDWL4RVXRFHMBABGIBMX7A6EBQ.jpg?auth=1699390350f1e50d14db88c65c6666993fbe845fa534a166dae10d7917adc61c&width=414)
El problema de la izquierda es que lleva a?os asombrada. Quien dice la izquierda, dice el centro izquierda, o lo progresista de una manera inconcreta, o aquellos que no votan a la derecha. Y en ese no salir de su asombro ha encontrado su h¨¢bitat y est¨¢ dispuesta a no salir a la calle por si coge fr¨ªo o se topa con alguien desagradable. El problema es que una ma?ana lee o escucha los resultados de una encuesta de CIS sobre la percepci¨®n que tiene la poblaci¨®n de los avances de las mujeres y se lleva las manos a la cabeza. Al parecer, m¨¢s de un 40% de hombres piensa que nos hemos pasado de frenada y que esta nueva realidad les perjudica. No hablamos de lo real sino de la percepci¨®n que tenemos de lo que ocurre, de lo que sentimos, algo que no es raro tras a?os de entrenamiento en la imposici¨®n de las emociones sobre las evidencias. En literatura se entiende muy bien porque siempre fue as¨ª. Ya dec¨ªa el escritor Juan Carlos Onetti que los hechos en una novela no son nada en s¨ª mismos si no observamos c¨®mo los personajes reaccionan ante ellos. El problema es que tras hacerse p¨²blica la encuesta, que no extra?a si de vez en cuando sales de tu club de colegas, se ha producido una reacci¨®n indignada, como si algo se estuviera cociendo a nuestras espaldas. Curiosamente, quienes expresan con m¨¢s vehemencia ese disgusto son hombres j¨®venes de carrera ascendente y feminismo acelerado, que quieren mostrar enseguida sus credenciales de cristiano viejo, y desde esa posici¨®n acomodada califica de est¨²pida o ignorante a esa masa informe de varones a los que est¨¢n seguros de no pertenecer. No se considera necesario estudiar qu¨¦ factores alimentan un resentimiento creciente, se prefiere ignorar aquello que ya podr¨ªamos haber aprendido de otras experiencias en las que desde una posici¨®n progresista se despreci¨® o directamente ignor¨® a un sector de la poblaci¨®n que no sab¨ªa encauzar su rencor. A Hillary Clinton le sali¨® caro: cuando en la campa?a de 2016 adopt¨® la expresi¨®n ¡°cesta de deplorables¡± para referirse a la mitad de los votantes de Trump, sus palabras pusieron en bandeja al candidato tramposo un discurso que victimizaba a esa parte del electorado arrancando el voto a los indecisos. La misma Hillary consider¨® tiempo despu¨¦s que la frase de desprecio hab¨ªa alimentado su derrota.
Nadie dijo que los avances sociales no conlleven retrocesos y movimientos reaccionarios, pero hoy sabemos que dividir a la sociedad entre esas dos cestas, la de los deplorables y la de los justos, no impulsa el progreso sino que se convierte en un potente generador de odio. Hay hoy, y no podemos eludirlo, una sensaci¨®n de desamparo provocado por un mundo que m¨¢s que nunca percibimos como confuso. Si a ese estado de confusi¨®n una parte de la poblaci¨®n une la precariedad o el sentimiento de exclusi¨®n se convierte en presa f¨¢cil de aquellas ideolog¨ªas que fomentan la b¨²squeda de culpables, sean las mujeres a las que achacan la p¨¦rdida de puestos de trabajo, sea esa poblaci¨®n inmigrante a la que creen que se concede m¨¢s atenci¨®n y ayuda p¨²blicas. D¨ªaz Ayuso ha contribuido esta semana a nutrir el rencor con sus declaraciones sobre menores sarnosos y violadores en potencia.
El asombro por esta realidad es est¨¦ril, una pose m¨¢s que una verdadera preocupaci¨®n; el insulto denota simpleza y arrogancia.
Hay unas palabras de la activista norteamericana bell hooks en las que expresaba, sin rendirse al pesimismo, de qu¨¦ manera entend¨ªa ella la lucha feminista. Las he buscado por ser su discurso siempre integrador y m¨¢s que nunca necesario: ¡°Los hombres deben involucrarse en entender qu¨¦ es el sistema llamado patriarcado, un sistema cultural que no solo discrimina a las mujeres sino uno en el que la identidad masculina ha sido fracturada porque la vulnerabilidad es imperdonable y la dominaci¨®n el ¨²nico camino que ellos encuentran para ser amados¡±.
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