Contra la ley del silencio
Una investigaci¨®n de EL PA?S abre el debate sobre la presunta existencia de abusos sexuales en el cine espa?ol
La publicaci¨®n por EL PA?S de una investigaci¨®n que revela la presunta violencia sexual de la que tres mujeres ¡ªuna estudiante de cine, una empleada de una de sus producciones y una trabajadora del sector cultural¡ª acusan al director de cine Carlos Vermut revela la dificultad a la que todav¨ªa hoy se enfrentan quienes se sienten v¨ªctimas de esa violencia para identificarla y denunciarla y el miedo a no salir indemnes del proceso.
El deseo expreso de las tres mujeres de permanecer en el anonimato y el hecho de que ninguna denunciara lo ocurrido ante la polic¨ªa o ante la Justicia nos recuerda que, en estos casos ¡ªespecialmente cuando el acusado es famoso o poderoso en alguna medida¡ª la v¨ªctima sigue teniendo miedo a perder su empleo, a no encontrar uno o a quedar se?alada de por vida. La presunci¨®n de inocencia es un principio fundamental de nuestro Estado de derecho y le asiste plenamente a la persona acusada p¨²blicamente, en este caso Carlos Vermut. Pero tambi¨¦n lo es el derecho de las v¨ªctimas a expresarse y el de los periodistas a investigar y a revelar lo que est¨¢ oculto en nuestras sociedades cuando se cumplen estrictamente los procedimientos period¨ªsticos de contraste y verificaci¨®n de los testimonios.
Adem¨¢s de con declaraciones juradas de las tres mujeres, EL PA?S cuenta con material documental sobre el que se sustenta la investigaci¨®n, con entrevistas a 31 trabajadores de la industria del cine y con los testimonios de seis personas de su entorno. Es imposible no recordar en este punto el aldabonazo que signific¨® el movimiento Me Too en Estados Unidos, que no fue al principio m¨¢s que la visibilizaci¨®n de una injusticia omnipresente entre nosotros, pero cimentada en la ocultaci¨®n de quienes la padec¨ªan y el silencio de quienes la conoc¨ªan.
El tiempo dir¨¢ si estos testimonios dan lugar a otros, pero la resonancia de la noticia en el debate p¨²blico y las numerosas manifestaciones de apoyo a quienes denuncian esa violencia demuestra que la lucha por la igualdad es uno de los ejes de nuestro tiempo y que las nuevas generaciones de mujeres ¡ªy tambi¨¦n muchos hombres¡ª no est¨¢n dispuestas a perpetuar comportamientos que han disfrutado de una tolerancia colectiva fruto del paradigma de la desigualdad.
No debe perderse de vista, sin embargo, que el consenso igualitario sobre lo que podemos esperar del otro en el ¨¢mbito sexual no avanza de forma lineal ni homog¨¦nea. La sexualizaci¨®n de las relaciones de subordinaci¨®n ¡ªsocial o laboral¡ª opera colocando a las mujeres ante una situaci¨®n de dominaci¨®n extrema con el objeto de obtener placer. Esto insensibiliza a muchos hombres hasta el punto de volverlos ajenos al impacto de la violencia que ejercen sobre personas paralizadas por el miedo y que muchas veces no consiguen expresar lo que les sucede.
El debate sobre el consentimiento en las relaciones sexuales muestra la enorme dificultad de trasladar toda esa cultura a una ley, y el hipot¨¦tico estallido de casos como este no deber¨ªa dar lugar a reacciones que lo reduzcan todo al ¨¢mbito del punitivismo. Por eso es importante subrayar que la lucha por la igualdad es un proceso inacabado que a¨²n requiere iniciativas institucionales y sociales que garanticen la integridad f¨ªsica de las mujeres y su libertad de acci¨®n al tiempo que se promueve la educaci¨®n como primer instrumento para identificar comportamientos violentos que hist¨®ricamente han formado parte de una realidad normalizada. Tras d¨¦cadas de abuso, miedo y opacidad, romper la ley del silencio es un paso fundamental.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.