Galicia en clave gallega
Los ciudadanos merecen que la campa?a para las elecciones del d¨ªa 18 se centre en sus problemas y no en debates nacionales que poco tienen que ver con su vida cotidiana
Frente a la frivolidad de quienes aseguran que Espa?a primero se rompe y luego se queda sin Constituci¨®n, los hechos: la mejor prueba de que la democracia contin¨²a su curso es que el calendario electoral del a?o comienza con normalidad. La primera cita est¨¢ marcada el d¨ªa 18 en Galicia, cuyos ciudadanos, preguntados por los asuntos que m¨¢s les inquietan, citan el paro, la sanidad o las infraestructuras. La hipot¨¦tica ruptura de Espa?a o el supuesto ocaso de la democracia ni aparecen en las encuestas. Una ampl¨ªsima mayor¨ªa ¡ªel 70%, seg¨²n el CIS¡ª quiere que en su campa?a se hable de los problemas espec¨ªficos de Galicia.
Para ganarse la confianza de la ciudadan¨ªa, los partidos de la oposici¨®n tienen que defender un programa que vaya m¨¢s all¨¢ de oponerse al statu quo, pero es obvio que quien gobierna una autonom¨ªa ¡ªel Partido Popular en este caso¡ª es quien debe rendir cuentas ante el electorado. Los graves problemas de la sanidad p¨²blica, el reto de atender a los mayores en una comunidad marcada por la dispersi¨®n geogr¨¢fica y la despoblaci¨®n, la desindustrializaci¨®n, la protecci¨®n del sector pesquero, los l¨ªmites del turismo y su sostenibilidad como modelo productivo, la regeneraci¨®n de la televisi¨®n p¨²blica o la gesti¨®n de la reciente crisis ecol¨®gica causada en las costas por el vertido de pellets son temas lo suficientemente serios como para que los l¨ªderes pol¨ªticos respondan a ellos sin escurrir el bulto ni eludir responsabilidades.
Todas las elecciones invitan a lecturas que van m¨¢s all¨¢ de su ¨¢mbito, y en estas concurren las circunstancias de que son las primeras desde la constituci¨®n del Gobierno de coalici¨®n y que en ellas se mide la solidez del liderazgo en el PP de Alberto N¨²?ez Feij¨®o, implicado personalmente en la batalla electoral tras presidir la Xunta durante 13 a?os porque un mal resultado de su partido debilitar¨ªa seriamente su posici¨®n al frente del mismo.
Que en el debate se cuelen asuntos de ¨¢mbito estatal entra dentro de lo previsible. Pero una cosa es esa cuota nacional y otra enturbiar la campa?a como en las municipales y auton¨®micas de mayo pasado, cuando, en lugar de debatir y proponer sobre las muy importantes materias que gestionan las administraciones a las que se votaba ¡ªdel urbanismo a los servicios p¨²blicos m¨¢s cercanos¡ª la disputa termin¨® centrada en asuntos que nada ten¨ªan que ver con la vida cotidiana de los ciudadanos, como ETA o fantasmales pucherazos en el voto por correo.
Convertir las elecciones gallegas en otro pimpampum a prop¨®sito de la amnist¨ªa o en el en¨¦simo plebiscito sobre Pedro S¨¢nchez ser¨ªa una falta de respeto a los gallegos. La degradaci¨®n de la democracia, que tanto se denuncia, tambi¨¦n avanza cuando se distorsionan las verdaderas cuestiones en disputa para hacer ruido con otras m¨¢s propias de las est¨¦riles guerras culturales que de la gesti¨®n p¨²blica.
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