No somos compa?eros
Cuando dejas de contar lo que le pasa a la gente para jugar a destruir personas, cuando crees que tu papel es hacer caer a un presidente o a un l¨ªder de la oposici¨®n, dejas de ser periodista para convertirte en otra cosa
![Russell Crowe, junto a Rachel McAdams, en una Redacci¨®n, en una imagen de 'La sombra del poder'.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/DCSORGTDH5GBZGW33LTL6Y7HAM.jpg?auth=3e491cb49d2b684520daf54d2fdd1395403626c167e7d78e2a1f375e36bc9c1a&width=414)
Juan Cruz, quien vivi¨® d¨¦cadas en estas p¨¢ginas y todav¨ªa las lee con fruici¨®n, cuenta que Eugenio Scalfari, fundador del diario italiano La Repubblica, dec¨ªa que ¡°periodista es gente que le dice a la gente lo que le pasa a la gente¡±. Tan sencillo. As¨ª, periodista puede ser gente que le dice a la gente que cada vez m¨¢s periodistas de cada vez m¨¢s medios les mienten e intentan hacerles creer que sus bulos no son bulos, que el olor a pescado podrido es un corte de at¨²n fresco, rojo y sabroso.
El corporativismo mal entendido hace da?o a la profesi¨®n, nos convierte a todos en c¨®mplices de la basura de unos pocos. La inmensa mayor¨ªa de los periodistas es gente honrada, que va a la Redacci¨®n o enciende el port¨¢til en casa agobiada por esa pieza que no termina de cerrar, por ese fallo que cometi¨® ayer, porque le falta un dato. Porque aquella toma no sirvi¨®, porque aquel tel¨¦fono no responde.
El periodista que miente sin pudor, el que pone en marcha campa?as contra personas, es la peor enfermedad del periodismo. El que no tiene que comprobar nada porque todo lo inventa, el que escribe noticias que no se producen, el que insulta, el que retuerce gr¨¢ficos hasta hacerlos ininteligibles, nos ensucia a todos. Si no se cura, si esa infecci¨®n se esconde porque ¡°somos compa?eros¡±, terminar¨¢ por gangrenarse. El art¨ªculo 20.1d de la Constituci¨®n protege el derecho ¡°a comunicar o recibir libremente informaci¨®n veraz por cualquier medio de difusi¨®n¡±. Para la Real Academia Espa?ola sin¨®nimos de veraz son sincero, franco, aut¨¦ntico, fiel, honesto, ver¨ªdico o verdadero. Ant¨®nimos son falso, mentiroso o embustero. Los bulos no est¨¢n protegidos por la Constituci¨®n, por eso no eres compa?ero.
Ser m¨¢s o menos cr¨ªtico con el Gobierno o con la oposici¨®n, ser m¨¢s o menos amable, entra dentro de la libertad de prensa. Todos tenemos nuestras ideas y, mientras no enga?emos al ciudadano, podemos ver la realidad seg¨²n la graduaci¨®n de nuestras gafas ideol¨®gicas. Pero cuando dejas de contar lo que le pasa a la gente para jugar a destruir personas, cuando crees que tu papel en este mundo es hacer caer a un presidente o a un l¨ªder de la oposici¨®n, dejas de ser periodista para convertirte en otra cosa. No somos compa?eros si tu negocio es el del pescado podrido.
El perro no muerde perro no nos hace inmunes a la rabia. Al contrario, permite a esta propagarse. Cuando la mentira sale gratis, cuando la mala praxis no la corrigen ni las direcciones de los medios (algunas las alientan), cuando en las facultades de Periodismo los j¨®venes ven que se dan premios a periodistas que llevan a?os soltando bulos, cuando quien pide que le quiten la columna al nuevo, porque molesta, se vende ante los reyes como depositario de las esencias de la profesi¨®n, cuando a la cr¨ªtica se responde con el insulto y la amenaza, cuando creemos que protegiendo nuestro escritorio estaremos a salvo, entonces no veremos llegar la ola de mugre que nos llevar¨¢ tambi¨¦n a nosotros por delante. Cuando el ciudadano cree que todos mentimos, ganan los mentirosos.
Los periodistas no merecemos el respeto de nuestros compa?eros por el mero hecho de ser periodistas. Como los polic¨ªas corruptos no deben ser protegidos por sus compa?eros o los jueces corruptos ser absueltos por los suyos. El respeto se gana haciendo un trabajo honesto, seas Pedro Piqueras o el becario de un diario regional. M¨¢s o menos brillante, pero honesto. Y el respeto se pierde. Quien ensucia, quien miente, defienda a quien defienda, no merece respeto. Los Ortega Smith del periodismo merecen lo mismo que los Ortega Smith de la pol¨ªtica.
Nadie nos pide ser de una neutralidad y una objetividad acrisoladas. Todos tenemos filias y fobias, somos del Rayo o del Tenerife, somos m¨¢s o menos europe¨ªstas, m¨¢s o menos ayusistas, m¨¢s o menos sanchistas. No enga?amos a nadie. Podemos ser todo eso y a la vez elaborar informaci¨®n veraz. Ser¨ªa suficiente con no mentir y no creer que estamos a salvo de la cr¨ªtica, porque la cr¨ªtica no es censura, ni un ataque al compa?ero ni la retirada de un carnet de prensa que cada vez vale menos.
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