Ortega Smith o un ataque m¨¢s sucio que la botella
Descolocado en el partido y ausente de la vida pol¨ªtica de altura, el diputado y concejal de Vox se limita al circo y la agitaci¨®n en sus horas m¨¢s bajas como activo de la ultraderecha
De todas las pistas que el circo pol¨ªtico de Vox mantiene en activo, sin duda alguna, la de Javier Ortega Smith es la m¨¢s comentada. Si alguien ha hecho de la pol¨ªtica un espect¨¢culo como forma de vida, es este abogado de 55 a?os que resiste en el Congreso de los Diputados y en el Ayuntamiento de Madrid como uno de los ¨²ltimos baluartes de la vieja guardia fiel a Santiago Abascal. La condena un¨¢nime en el pleno del Ayuntamiento de Madrid, que este jueves ha logrado poner de acuerdo al PP, M¨¢s Madrid y PSOE, es la ¨²ltima haza?a del pol¨ªtico ultraderechista, m¨¢s conocido por sus insultos y espect¨¢culos que por sus propuestas, enmiendas o debates en las dos c¨¢maras de donde le llega el sueldo. El pasado 22 de diciembre, sin embargo, cruz¨® una l¨ªnea que no tiene que ver siquiera con el manotazo y la botella que sali¨® volando delante del concejal Eduardo Fern¨¢ndez Rubi?o.
Fue uno de esos desagradables momentos en los que la velocidad de la informaci¨®n y de las redes sociales no dejaron ver con detenimiento. Ese viernes, durante el ¨²ltimo pleno del a?o en el Ayuntamiento de Madrid, Vox pidi¨® que se condenara lo que estaba sucediendo en Pamplona, la moci¨®n de censura que d¨ªas despu¨¦s dio la Alcald¨ªa de la capital navarra a Bildu gracias al apoyo del PSOE. En el pleno que se celebraba en Madrid, tom¨® la palabra, en nombre del PSOE, la concejala Adriana Moscoso del Prado.
Moscoso, nacida en Pamplona, record¨® que tuvo que irse de su tierra con 13 a?os por las amenazas de muerte. Cont¨® que su padre Javier Moscoso, exministro de la Presidencia en el primer Gobierno de Felipe Gonz¨¢lez, llev¨® escolta durante 35 a?os y su hermano Juan, otros 12 durante el tiempo que fue concejal en Pamplona. Moscoso habl¨® de los tiempos duros de ETA, de las cartas bomba y de c¨®mo su familia miraba cada d¨ªa debajo del coche para saber si hab¨ªa una bomba pegada a los bajos. ¡°Se?ores de Vox, no les permitimos que nos den lecciones de democracia ni que nos llamen filoetarras¡±, dijo la concejala socialista mirando a la bancada de arriba, donde se sienta la ultraderecha.
Ortega Smith subi¨® entonces a la tribuna y le dijo a Moscoso: ¡°Si yo fuera familiar suyo me dar¨ªa verg¨¹enza que subiera aqu¨ª a justificar un acuerdo con los terroristas (¡) Se llama s¨ªndrome de Estocolmo¡±. Sus palabras quedaron suspendidas en el aire y fue entonces cuando, al pasar frente a Rubi?o, este le dijo ¡°qu¨¦ asco¡±. Aquello provoc¨® el incidente que despu¨¦s se vio por televisi¨®n y que ha producido la condena de todos los partidos.
Solo unas semanas antes, Ortega Smith se plant¨® en las protestas de Ferraz y se encar¨® con la polic¨ªa. ¡°?T¨² tienes siempre esa cara de mala hostia?¡±, dijo a los agentes. ¡°Sonr¨ªa de vez en cuando. S¨¦ que no le pagan mucho...¡±, sigui¨® ofendiendo. Pocos d¨ªas despu¨¦s, todos los sindicatos de la Polic¨ªa Nacional criticaron al diputado de Vox por ¡°presionar y coaccionar¡± con su actitud a los agentes. Pero, donde m¨¢s da?o hizo, fue entre los uniformados que cada d¨ªa se despliegan en las calles. El v¨ªdeo con la despectiva frase ¡°no le pagan mucho¡±, corri¨® como la p¨®lvora de tel¨¦fono en tel¨¦fono entre los agentes de la Polic¨ªa Nacional, de Madrid a Barcelona.
En solo un mes, Ortega Smith hab¨ªa conseguido irritar a dos de los colectivos que dice defender: polic¨ªas y v¨ªctimas del terrorismo. Es quiz¨¢ el momento m¨¢s bajo de la carrera de un hombre que ha crecido pol¨ªticamente subido a la cultura del espect¨¢culo. ¡°Se le ve desubicado, lac¨®nico y sin br¨²jula¡±, resum¨ªa una fuente de la oposici¨®n que comparte con ¨¦l muchas horas en el Ayuntamiento. Un a?o antes, Santiago Abascal hab¨ªa decidido su relevo en la c¨²pula del partido.
Hijo y nieto de abogados, Javier Ortega Smith naci¨® en Madrid en 1968. Su padre, V¨ªctor Manuel Ortega Fern¨¢ndez-Arias, jur¨ªdico de Renfe, conoci¨® a la madre del diputado espa?ol, Ana Mar¨ªa Smith-Molina Robbiati, en el Buenos Aires natal de ella, donde su familia era propietaria de una constructora fundada en 1956, Smith Molina, que a d¨ªa de hoy sigue operando. Ambos se mudaron a Espa?a, donde tuvieron cuatro hijos y prosperaron econ¨®micamente.
Javier Ortega Smith y su 1,90 cent¨ªmetros de altura hicieron la mili en los llamados boinas verdes, donde estuvo cuatro a?os. Estudi¨® Derecho en la Complutense y, m¨¢s tarde, se diplom¨® en la Escuela de Pr¨¢cticas Jur¨ªdicas de ICADE. Posteriormente, mont¨® un peque?o despacho en su casa, en el barrio de Chamber¨ª, donde no pasaba de peque?os juicios, multas y recursos sin mayor trascendencia. El a?o que se incorpor¨® oficialmente a la vida pol¨ªtica declar¨® unos ingresos brutos anuales de 23.000 euros, muy lejos de los m¨¢s de 66.000 euros que recibe ahora del Ayuntamiento de Madrid y de los casi 70.000 que cobra como diputado en el Congreso.
Su salto al mundo del espect¨¢culo pol¨ªtico comenz¨® antes, en 2014, y lo dio desde Denaes, la fundaci¨®n cercana a Vox. De esta etapa arrastra una orden de detenci¨®n de las autoridades brit¨¢nicas por sus espect¨¢culos frente al Pe?¨®n. El primero de ellos, en junio de 2014, cuando rob¨® un bloque de cemento del arrecife artificial ubicado en aguas brit¨¢nicas para que los barcos espa?oles no faenaran.
Abascal se fij¨® en ¨¦l y le encarg¨® organizar el partido a nivel nacional, lo que lo hizo una figura apreciada por las bases. Eran los a?os en que Macarena Olona, Iv¨¢n Espinosa de los Monteros o V¨ªctor S¨¢nchez del Real llevaban la voz cantante antes de la purga. Un grupo del que ya solo queda ¨¦l y Carla Toscano, que espera el momento de su ca¨ªda para tomar el relevo.
Suscr¨ªbete aqu¨ª a nuestra newsletter diaria sobre Madrid.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.