Si Feij¨®o indultara a Puigdemont

El PP de Feij¨®o ha destapado la caja de Pandora: la derecha no ocupa hoy La Moncloa porque sigue abierta la herida del 1 de octubre de 2017. De ah¨ª bebe Vox, y tambi¨¦n la maltrecha relaci¨®n con Junts. Y es que el proc¨¦s soberanista tiene muchas lecturas, pero la m¨¢s importante ahora es que supuso una ruptura entre ¨¦lites: entre la vieja CiU y el partido alfa de la derecha espa?ola. Qui¨¦n sabe: quiz¨¢s hasta G¨¦nova 13 haya llegado la tesis de que solo reconcili¨¢ndose con Carles Puigdemont volver¨¢n al poder alguna vez.

Basta una an¨¦cdota para ilustrar la ruptura entre el PP y CiU. Corr¨ªa 2016; un miembro del antiguo Govern de Mas acudi¨® a una comida con periodistas en Madrid. De pronto, el comensal lament¨® la dejadez de Mariano Rajoy a la hora de echarle un capote a la Generalitat durante los a?os de crisis econ¨®mica. ¡°Hab¨ªa meses en que no sab¨ªamos c¨®mo pagar a los funcionarios¡±, desliz¨®. Mas era un alumno aventajado de Jordi Pujol, de esa Converg¨¨ncia que actuaba de dique de contenci¨®n frente al soberanismo, algo que durante a?os le garantiz¨® el favor de Madrid. Pero en esa ocasi¨®n, Mas solo encontr¨® un no al pacto fiscal, pese a buscar que Rajoy le salvara del malestar social en Catalu?a. Si el Govern se sinti¨® abandonado por el PP, desde el Gobierno se aludi¨® en 2017 a la idea de la ¡°deslealtad¡± de CiU, al abrir la veda del llamado ¡°derecho a decidir¡±.

As¨ª que el proc¨¦s tuvo muchas lecturas, entre ellas una ruptura entre quienes cortaban hasta la fecha el bacalao del poder. Por eso, no tendr¨ªa por qu¨¦ ser casual, o un mero desliz, que alguien hubiera llegado a la conclusi¨®n en el PP de que solo el cierre del 1-O puede devolverles a La Moncloa. Precisamente, el auge de Vox, que le deja sin socios como el PNV, tambi¨¦n bebi¨® del revisionismo que los populares sufrieron desde entonces. Es decir, ante su incapacidad de frenar el 9-N de 2014 o los hechos de 2017 mediante mayor contundencia pol¨ªtica, pese a considerarse los ¡°m¨¢ximos garantes de la unidad de Espa?a¡±.

El problema es que la derecha nunca ha querido reconocer sus errores en Catalu?a, a diferencia de sus votantes. No casualmente, Ciudadanos y la ultraderecha crecieron entre 2016 y 2018 a lomos de los fracasos del PP. Sin embargo, los altavoces afines a Feij¨®o no quieren o¨ªr ni hablar de que se hiciera algo mal, de forma que deban perdonar a Puigdemont ¡ªde ah¨ª que pongan el grito en el cielo ante el supuesto del indulto condicionado¡ª. No hace mucho, incluso alegaban que el recorte del Estatut no debi¨® de ser ¡°para tanto¡± porque tras la sentencia, los convergentes a¨²n se apoyaron en el PP para gobernar. Efectivamente: en todo sistema pol¨ªtico, las ¨¦lites tienen capacidad para taponar movimientos de base. Pero el independentismo civil tom¨® vida propia despu¨¦s ante esa misma ausencia de respuesta pol¨ªtica.

El caso es que dos sucesos clave ilustran hasta qu¨¦ punto la herida abierta del proc¨¦s expulsa a la derecha del poder. De un lado, Feij¨®o pag¨® el pato en su investidura fallida, pese a haber hoy una mayor¨ªa de derechas en el Congreso. Anteriormente, la antigua Converg¨¨ncia se hab¨ªa vengado en 2018 del propio Rajoy por el 1-O con la moci¨®n de censura: sin sus votos, no habr¨ªa sido posible aupar a Pedro S¨¢nchez al Gobierno.

En consecuencia, la amnist¨ªa tambi¨¦n beneficiar¨¢ a G¨¦nova 13. Solo cuando el refer¨¦ndum ilegal, el recuerdo de las cargas policiales durante aquella jornada o las causas judiciales queden lejos, Junts se ver¨¢ obligado a reformularse pol¨ªticamente.

Aunque no cabe esperar que la relaci¨®n con el partido de Puigdemont se cosa de un d¨ªa para otro: no solo existe todav¨ªa Vox, sino que hay dos tesis contrapuestas en la derecha. Una es la de Feij¨®o: en su investidura fallida lanz¨® varios gui?os a Junts, e incluso, afirm¨® que Bildu no es equiparable a ellos. No es de extra?ar que, siendo un bar¨®n regionalista, destile a?oranza de un Pacto del Majestic 2.0. La otra tesis es la de Isabel D¨ªaz Ayuso, hegem¨®nica entre sus adeptos: el 1-O supuso un punto de inflexi¨®n que demostr¨® la imposibilidad de integrar al nacionalismo en la gobernabilidad. Es decir, que Puigdemont es lo mismo que Bildu y, por tanto, con ellos nada hay que hacer. ¡°Con Junts, ni a la vuelta de la esquina¡±, sentenci¨® la presidenta madrile?a.

Y la realidad es que el liderazgo de Feij¨®o est¨¢ cautivo de la corriente ayusista-aznarista hasta la fecha. Creen las malas lenguas que se ha echado en brazos de ese t¨¢ndem, que le pone el cartel en las manifestaciones contra la amnist¨ªa, para garantizarse la paz en el partido, es decir, para que no le hagan como a Pablo Casado. Qui¨¦n sabe si los contactos con Junts no son tambi¨¦n una estrategia defensiva por parte de Feij¨®o. Es decir, la forma de ir tejiendo un perfil propio, de irse ganando al independentismo muy a largo plazo, frente al mando de la derecha dura.

Ser¨¢ ciencia ficci¨®n, pero si Feij¨®o indultara a Puigdemont ser¨ªa lo m¨¢s parecido a un reseteo de la Espa?a que se congel¨® el 1 de octubre de 2017, aquella que durante tantos a?os vertebraron ambas ¨¦lites. Por suerte para el PP, no tendr¨¢n que mancharse el traje: parte del trabajo se lo est¨¢ haciendo ya el presidente S¨¢nchez.