Una vida sin prop¨®sito
Dotar de una finalidad a los seres vivos y a las dem¨¢s personas es seguramente una forma ¨²til de transitar por el mundo, pero eso no quiere decir que sea correcta
En esos sondeos que exploran cu¨¢les son las mayores preocupaciones de los ciudadanos nunca aparece la teleolog¨ªa. Es l¨®gico, puesto que nadie ha o¨ªdo hablar de eso, pero lo cierto es que la teleolog¨ªa constituye uno de los mayores problemas de nuestro tiempo. Es justo la causa com¨²n del creacionismo, la conspiranoia y, por extensi¨®n, de gran parte de la irracionalidad que circula a chorros por las redes sociales, o antisociales. La teleolog¨ªa, del griego telos (fin), consiste en explicar las cosas por su finalidad, su prop¨®sito, su objetivo, en creer que nuestra vida est¨¢ dotada de un proyecto, y que la vida en su conjunto tambi¨¦n lo est¨¢, que todo lo que ocurre es parte de un plan superior que no entendemos, pero que predicamos como una verdad revelada.
Lo f¨¢cil ser¨ªa echar la culpa de todo esto a Arist¨®teles, que distingui¨® entre causas eficientes ¡ªlas que provocan algo¡ª y causas finales ¡ªlas que se dirigen a un objetivo¡ª. Si t¨² caminas hacia una panader¨ªa, la causa eficiente es que est¨¢s moviendo las piernas, y la causa final es que quieres zamparte una barra de pan y media docena de madalenas. Los humanos siempre creemos estar haciendo las cosas para algo, guiados por un prop¨®sito, aun cuando sospechemos que en el fondo no es as¨ª. ?Esa segunda cerveza tiene un prop¨®sito? ?Lo tiene dar rienda suelta a tu ira, insultar a la gente por X, deso¨ªr un argumento por la sencilla raz¨®n de que no encaja con tus prejuicios? Oh vamos.
Tampoco la tomemos con Arist¨®teles, que bastante tuvo el hombre con el planchazo que se dio con su teor¨ªa gravitatoria, que tuvo que refutar Galileo 15 siglos despu¨¦s. Con el tema de la causa final, el pobre griego no hizo m¨¢s que codificar uno de los mayores automatismos con los que nacemos lastrados. Todos llevamos la teleolog¨ªa grabada a fuego en nuestro cr¨¢neo. Dotar de prop¨®sito a los seres vivos y a las dem¨¢s personas es seguramente una forma ¨²til de transitar por el mundo, sobre todo cuando te acechan los leones, las serpientes, los amantes y el ej¨¦rcito enemigo. Pero eso no quiere decir en absoluto que la teleolog¨ªa, la causa final de Arist¨®teles, sea una idea correcta.
El psic¨®logo Pascal Wagner-Egger y sus colegas de las universidades de Friburgo, Rennes y Par¨ªs examinaron emp¨ªricamente la cuesti¨®n hace unos a?os. Estudiando a m¨¢s de 2.000 voluntarios, mostraron que el pensamiento teleol¨®gico ¡ªexplicar las cosas por su prop¨®sito¡ª no solo subyace al creacionismo, como cab¨ªa esperar tras dos milenios de teolog¨ªa cristiana, sino tambi¨¦n a la conspiranoia, la tendencia a explicar los acontecimientos sociales, pol¨ªticos, econ¨®micos e hist¨®ricos mediante una conspiraci¨®n secreta y perversa.
Las teor¨ªas conspirativas tambi¨¦n tienen algo que ver con la religi¨®n, la adscripci¨®n pol¨ªtica, la edad, la educaci¨®n y la carencia de un pensamiento anal¨ªtico, pero su correlaci¨®n con la teleolog¨ªa es la m¨¢s significativa y robusta. Wagner-Egger sostiene que la teleolog¨ªa es una forma primitiva de pensamiento, una que llevamos puesta en la cabeza ¡°por defecto¡±. Atribuir cualquier cosa a que Dios la ha creado, y cualquier fen¨®meno social o pol¨ªtico a una mano negra que rige nuestros destinos desde su lujoso escondrijo oscuro son dos manifestaciones del mismo estilo de pensamiento teleol¨®gico, el que pretende reducir un mundo complejo a una causa simple como un Creador, un banquero o un laboratorio farmac¨¦utico. Para pensar esa ramploner¨ªa, m¨¢s vale no pensar nada.
?Tiene nuestra vida un prop¨®sito? Puesto que somos un producto de la evoluci¨®n, y dado que la evoluci¨®n no tiene ninguno, cabe dudarlo. Hay quien pretende alcanzar la inmortalidad a trav¨¦s de su obra, pero como dijo Woody Allen: ¡°Yo no quiero ser inmortal a trav¨¦s de mi obra, sino a trav¨¦s de no morirme¡±. Malos tiempos para Arist¨®teles.
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