El partido de Yolanda D¨ªaz no existe

El partido de Yolanda D¨ªaz no existe, nunca ha existido: solo fue una plataforma para sostener a la izquierda alternativa ante el ciclo electoral de 2023. Y esa realidad cruda aflora ya con el batacazo en Galicia ¡ªque probablemente se repita en el Pa¨ªs Vasco¡ª e incluso con la falta de autoridad de D¨ªaz frente a los comunes ante la ca¨ªda de los presupuestos de Catalu?a, o la ruptura con Podemos en el Congreso. Hete ah¨ª la verdad inc¨®moda: la vicepresidenta segunda no resulta tan buena l¨ªder como promet¨ªa en su papel de ministra de Trabajo.

Aunque no todo es culpa suya. La principal tarea de D¨ªaz era recomponer un espacio ya muy debilitado, pese a que los fans de Pablo Iglesias insistan en que ven¨ªa a ¡°enterrar¡± el 15-M. Es falso: el surgimiento de Podemos en 2014 respondi¨® a una crisis econ¨®mica y de sistema, cuya esencia se ha ido diluyendo de forma natural en estos a?os de cambio pol¨ªtico. Por ejemplo, el debate sobre monarqu¨ªa o rep¨²blica no est¨¢ hoy en la agenda como entonces; el conflicto territorial en Catalu?a se busca saldar con una amnist¨ªa al proc¨¦s; la econom¨ªa ha remontado, pese a la inflaci¨®n, con medidas sociales distintas a la austeridad de 2010. En definitiva: la izquierda alternativa ha sufrido la p¨¦rdida de sus banderas antisistema, algo acentuado con su paso por el Gobierno.

Por ello, el espacio a la izquierda del PSOE atraviesa una crisis velada que tap¨® la creaci¨®n de Sumar y ahora se le ven las costuras. Quitando a formaciones como M¨¢s Madrid, Comprom¨ªs o En Com¨² Podem, o la zona de Andaluc¨ªa, el erial es notorio a escala nacional. A las marcas citadas les funciona presentarse en Catalu?a, la Comunidad Valenciana o Madrid como izquierdas federalistas centradas en la gesti¨®n. En cambio, a nivel estatal D¨ªaz no encuentra un papel muy diferenciado en el tablero pol¨ªtico.

El motivo es que ni Sumar ni Podemos son ya una fuerza de choque. Ninguno servir¨ªa hoy de contrapeso frente al PSOE: no dejar¨ªan caer a este Ejecutivo si el caso Koldo se agravase, por mucho que Ione Belarra lleve al Gobierno al l¨ªmite en algunas votaciones o D¨ªaz afee la situaci¨®n en p¨²blico. Ambos han tragado, adem¨¢s, con carros y carretas en banderas importantes para la izquierda, como que el ministro Marlaska siga en el puesto pese a las devoluciones en caliente. A la postre, las estrategias de D¨ªaz o Belarra ser¨¢n distintas, pero ninguna aborda los problemas estructurales de la econom¨ªa. Podemos critica a los due?os de supermercados o de empresas textiles enarbolando una suerte de populismo que canaliza el malestar, pero no transforma el sistema. El pragmatismo de Sumar pivota sobre el salario m¨ªnimo para los m¨¢s vulnerables, gravar las fortunas de los ricos e, incluso, limitarse a garantizar m¨¢s tiempo libre a los trabajadores, sin ambici¨®n por resolver el problema de fondo, que es el hundimiento de la clase media

La izquierda a la izquierda del PSOE tambi¨¦n ha perdido su componente disruptivo en lo relativo a su impugnaci¨®n frente a ciertos poderes. Curiosamente, Pedro S¨¢nchez y los independentistas capitalizan hoy mejor la refriega judicial a cuenta de la ley de amnist¨ªa que el propio Podemos, que hizo de las llamadas ¡°cloacas del Estado¡± su bandera pol¨ªtica.

En consecuencia, es esperable que la derrota de Sumar y Podemos se repita en Euskadi, como ya ocurri¨® en Galicia. Los partidos emergentes en esos territorios son Bildu y el BNG, no casualmente. A menudo se ha tendido a creer que Podemos les dio alas con su discurso plurinacional en 2015, pero no es cierto. Al contrario: el partido de Iglesias sirvi¨® de parapeto para su crecimiento, como v¨ªa posibilista, pero tras su ca¨ªda, el trasvase no tiene freno. El BNG se volvi¨® el voto ¨²til de la izquierda el pasado 18-F sin aludir a los problemas identitarios. En Euskadi, las nuevas generaciones de j¨®venes no vivieron el terrorismo, y muchos votantes de la izquierda abertzale son m¨¢s socialistas que nacionalistas. Ambos casos deben ser entendidos como ¡°izquierdas de proximidad¡±, combativas o alternativas, del nuevo tiempo.

Con todo, ser¨ªa ¨®ptimo que ni En Com¨² Podem, ni Comprom¨ªs, M¨¢s Madrid o IU quisieran fundirse bajo Sumar, sino mantener su autonom¨ªa. Son la locomotora de la plataforma, frente a un espacio pol¨ªtico residual en la Espa?a interior o rural. D¨ªaz cometer¨ªa un error al imponer el mismo centralismo organizativo de Iglesias.

As¨ª que quiz¨¢s el papel de la vicepresidenta en adelante no sea fundar una marca nueva, ni aspirar a que Sumar sea un partido m¨¢s al uso, sino quiz¨¢s apostar por crear un tinglado pol¨ªtico utilitarista. Es decir, entender a qu¨¦ elecciones deber¨ªa presentarse, y a cu¨¢les no, o c¨®mo hacerlo para que el PSOE y sus socios maximicen sus votos. En algunas zonas ser¨¢n m¨¢s fuertes las marcas plurinacionales (ERC, Bildu, BNG¡­) que su plataforma. Y podr¨ªa incluso ser una opci¨®n coaligarse con el PSOE all¨ª donde realmente no existe espacio para que ambos compitan. A fin de cuentas, si el partido de Yolanda D¨ªaz no existe, es momento de que evolucione hacia otros fines. De ese debate podr¨ªa ir tambi¨¦n, este s¨¢bado, su c¨®nclave pol¨ªtico.