Pedro S¨¢nchez se carg¨® al PSOE federal

Dicen que Pedro S¨¢nchez se ha cargado a sus barones. Mientras el presidente contin¨²a en La Moncloa, el PSOE perdi¨® varias autonom¨ªas el pasado 28-M, cosechando una ca¨ªda de m¨¢s de 400.000 votos en toda Espa?a, y retrocediendo frente al nacionalismo ahora en plazas como Galicia. Y es que el PSOE federal es historia. S¨¢nchez ha cambiado a sus baron¨ªas por los socios plurinacionales que le apoyan en el Congreso, pero ese giro no responde simplemente a un factor de ego¨ªsmo personal.

De un lado, porque es cierto que S¨¢nchez ha edificado un partido presidencialista. Al ganar las primarias en 2017, lamin¨® el contrapeso interno que supon¨ªa el Comit¨¦ Federal. Eran los tiempos en que se dec¨ªa que era ¡°m¨¢s democr¨¢tico¡± que la militancia eligiera al secretario general y avalara sus decisiones. Si bien S¨¢nchez logr¨® con ello otro objetivo encubierto: engrilletar a sus dirigentes territoriales para que no pudieran impugnar nunca m¨¢s sus pactos con los independentistas y Podemos ¡ªalgo que ocurri¨® en 2015¡ª o, incluso, que lo llegaran a echar otra vez ¡ªcomo en 2016¡ª.

As¨ª que S¨¢nchez encontr¨® en la debilidad org¨¢nica de sus barones una forma de mantener al PSOE en el poder: hoy puede recibir el apoyo de ERC, Bildu, el BNG, el PNV o Junts sin que Emiliano Garc¨ªa-Page se lo impida o Susana D¨ªaz lo destrone. Y, siendo realistas, es el precio a pagar porque la izquierda siga gobernando Espa?a. Si Feij¨®o no est¨¢ hoy en La Moncloa ¡ªpese a haber una mayor¨ªa de derechas en el Congreso¡ª, es porque Vox le impide cualquiera de esos socios. Claro est¨¢, el giro plurinacional condiciona la cosmovisi¨®n de este PSOE. A diferencia de Felipe Gonz¨¢lez, el eje de poder ya no pivota sobre el clan andaluz o una Espa?a m¨¢s rural, sino sobre los socios que lo sustentan desde Catalu?a y Euskadi.

Y los m¨¢s perjudicados de ese giro est¨¢n en la Espa?a interior. Se salva Garc¨ªa-Page, que mantiene su mayor¨ªa absoluta adoptando un discurso antinacionalista para su base social m¨¢s conservadora. Aunque en otros casos, como en la Comunidad Valenciana, fue el desplome de los socios del PSOE, como Comprom¨ªs o Podemos, lo que arrebat¨® a Ximo Puig la presidencia, pese a crecer en votos y esca?os.

La pregunta es si hab¨ªa alternativa al giro territorial de S¨¢nchez. Dicho de otro modo, ?qu¨¦ habr¨ªa sido del PSOE si hubiese abrazado la gran coalici¨®n permanente con la derecha? Hoy parecen lejos aquellos tiempos de un Pablo Iglesias disparado, del miedo a la pasokizaci¨®n que podr¨ªa haber acabado con el principal partido de la izquierda si este no se hubiese abrazado a Podemos ¡ªy las tesis de la nueva izquierda sensible con la plurinacionalidad¡ª para recuperar esos votantes que se fugaron en masa al partido de Iglesias. Es m¨¢s, a menudo incluso se obvia que antes del retroceso electoral del PSOE el 28-M, muchos barones recuperaron poder territorial en los comicios de 2019 gracias a la visibilidad que les ofrec¨ªa La Moncloa. Entonces nadie puso el grito en el cielo, pese a que ERC o el PDeCAT apoyaran la moci¨®n de censura en 2018.

Asimismo, Galicia revela otro problema de fondo para la izquierda: el factor generacional. Tras la pujanza de ERC, de Bildu o del propio BNG, hay muchos j¨®venes votantes que antes recalaron en las confluencias de Podemos y, tras el hundimiento de esos partidos, anidaron en sus izquierdas de proximidad. Por ejemplo, Ana Pont¨®n habl¨® m¨¢s de pol¨ªticas sociales que identitarias en su campa?a. Ciertas escisiones j¨®venes de la izquierda abertzale son hoy m¨¢s socialistas que independentistas, en parte, porque sus votantes no vivieron el pasado de ETA. Por el contrario, en Catalu?a se ha abierto paso un nuevo voto dual. Muchos independentistas apostaron por el PSC el pasado 23-J para impedir que la ultraderecha gobernara.

Aunque ello tampoco disculpa el presidencialismo de S¨¢nchez. En comunidades como Madrid o Andaluc¨ªa, este se limit¨® a imponer los esl¨®ganes que interesaban a La Moncloa, por ejemplo, para alimentar su pulso con Isabel D¨ªaz Ayuso. Los candidatos eran adem¨¢s poco conocidos, o paracaidistas, algo que el secretario general tampoco se molest¨® en corregir.

En consecuencia, el PSOE federal de los a?os ochenta vive hoy en el Partido Popular de Feij¨®o. El actual PP es un reino de taifas que se ha especializado en tener un discurso distinto en cada territorio: en los m¨ªtines de Moreno Bonilla ondean banderas andaluzas; en Galicia, el PP es una suerte de Partido Nacionalista Gallego; Ayuso enarbola su madrile?ismo particular. El propio Feij¨®o fomenta que sus barones sean m¨¢s fuertes que la direcci¨®n nacional, como activo para llegar al poder. Los populares ser¨¢n residuales en Catalu?a o Euskadi y no podr¨¢n pactar con el PNV o Junts, pero dominan el Senado como otra expresi¨®n de su arraigo territorial. S¨¢nchez se carg¨® en 2017 al PSOE federal, s¨ª, pero quiz¨¢s ese darwinismo haya sido la ¨²nica forma de que el primer partido de la izquierda pueda sobrevivir ante la nueva realidad. Es decir, maximizando la ventaja de pactar con los socios plurinacionales, algo que la derecha no puede hacer. Aunque, parad¨®jicamente, hoy la izquierda sea percibida como m¨¢s centralista ¡ªcon el principal centro de mando en La Moncloa¡ª que el PP regionalista de Feij¨®o.