Orgullos y verg¨¹enzas de la UE
Los Veintisiete han reaccionado bien al Brexit, la pandemia y la invasi¨®n de Ucrania. Su incapacidad de pactar una posici¨®n com¨²n sobre Gaza y los pagos a pa¨ªses como Egipto o T¨²nez para que impidan el paso a migrantes son, sin embargo, lamentables
La Uni¨®n Europea ha afrontado con considerable cohesi¨®n y eficacia varias formidables crisis estalladas en los ¨²ltimos a?os. Mantuvo las filas prietas y ordenadas en la gesti¨®n del Brexit. Tras reacciones ego¨ªstas iniciales, trabaj¨® de forma cooperativa y constructiva en la pandemia, aprobando incluso una hist¨®rica emisi¨®n de deuda com¨²n que permite la erogaci¨®n de ingentes ayudas a pa¨ªses fr¨¢giles ¡ªcorrigiendo los errores de la crisis que estall¨® en 2008¡ª. Y ha respondido con uni¨®n al brutal desaf¨ªo de la invasi¨®n a gran escala de Ucrania. Ha cortado en gran medida su dependencia energ¨¦tica de Rusia, ha impuesto sanciones relevantes a Mosc¨², apoya de manera significativa a Kiev, procede en el camino de una evoluci¨®n interna y una ampliaci¨®n acordes a la nueva ¨¦poca. Hay motivos para estar orgullosos de lo logrado.
La cumbre celebrada jueves y viernes en Bruselas evidencia que, si el rumbo es certero, la marcha es frustrantemente lenta. Se dan pasos ¡ªcomo el nuevo impulso el fondo que facilita la ayuda militar a Ucrania¡ª; otros se van perfilando ¡ªcomo el uso de los intereses de los activos confiscados a Rusia¡ª; otros m¨¢s empiezan a ser objeto de debate sustancial ¡ªcomo una nueva emisi¨®n de eurobonos para abordar la crisis de seguridad como se hizo con la crisis sanitaria¡ª. La magnitud de lo que es necesario hacer es de tal calibre que esa idea parece no solo inteligente, sino inevitable. La UE no debe cambiar su cultura de paz. Pero la conjugaci¨®n de esa cultura en el tiempo actual requiere nuevos, costosos instrumentos. Una emisi¨®n com¨²n para financiarlos es racional. Pero, en el mejor de los casos, tardar¨¢ en afirmarse, por las reticencias de los pa¨ªses m¨¢s pr¨®speros que cargar¨ªan con la mayor parte del peso de una eventual nueva deuda com¨²n. Aun con esas dificultades y dilemas, el rumbo es el adecuado.
Pero la misma cumbre y los d¨ªas previos ofrecen motivos de cr¨ªtica y, s¨ª, hasta verg¨¹enza. Las conclusiones de la misma registran un pasito adelante en la posici¨®n com¨²n sobre el conflicto en Gaza. Los Veintisiete reclaman ahora una ¡°pausa humanitaria inmediata que lleve a un alto el fuego sostenible¡±. Se han movido, pero se quedan incluso atr¨¢s de los EE UU de Joe Biden, el mayor protector de Israel. Todo es bochornosamente insuficiente. La d¨¦bil respuesta europea ante la desproporcionada reacci¨®n israel¨ª al ataque de Ham¨¢s es una mancha hist¨®rica. Por supuesto, no todos son lo mismo. Un pu?ado de Gobiernos, entre ellos el de Espa?a, muestran un mayor punto de firmeza. Pero el cuadro de conjunto es desastroso. As¨ª se percibe en el resto del mundo ¡ªuno en el cual Israel est¨¢ m¨¢s aislado que nunca en su historia¡ª y cabe aventurar que as¨ª, con un dur¨ªsimo juicio, quedar¨¢ retratado por la gran mayor¨ªa de historiadores.
Desgraciadamente, hay m¨¢s. El fin de semana pasado una nutrida delegaci¨®n de l¨ªderes europeos estuvo en El Cairo, para firmar otro triste cap¨ªtulo de la historia de los pagos a reg¨ªmenes de dudosa reputaci¨®n en cuanto a respeto de derechos humanos ¡ªde democracia, mejor ni hablar¡ª para que, sustancialmente, hagan el favor de impedir que lleguen migrantes a nuestro territorio. Migrantes entre los cuales, por supuesto, hay refugiados de conflictos y persecuciones con claro derecho a asilo. Esta vez fueron miles de millones para el Egipto de Al Sisi. Antes hubo dinero para T¨²nez y Mauritania. Los siguientes, Marruecos y L¨ªbano. Todos los l¨ªderes europeos parecen asustad¨ªsimos por el impacto electoral de la inmigraci¨®n irregular. Por el camino, abrazan una pol¨ªtica que tiene mucho de lavarse las manos de ciertos derechos, y mucho tambi¨¦n de genuflexi¨®n interesada ante pa¨ªses norteafricanos.
La lista de verg¨¹enzas es amplia. El doble rasero ante refugiados sirios (a los que se les puso todos los obst¨¢culos y barreras posibles, adem¨¢s de los miles de millones pagados a Turqu¨ªa para que se los quedara) y ucranios sigue clamando al cielo. Es lo que parece: para algunos, cristianos y blancos es una cosa; otros¡ otra. M¨¢s atr¨¢s, la respuesta austericida a la crisis de 2008 fue un grave error. En perspectiva, se masca otro posible motivo de grave cr¨ªtica: recular en la ambici¨®n de la lucha contra el cambio clim¨¢tico para contentar a segmentos sociales muy combativos avalados por partidos interesados.
La UE es un organismo ¨²nico en su complejidad. En su seno, cada verg¨¹enza tiene responsables primarios. Estas deben dirimirse con precisi¨®n. A la vez, no puede evitar un juicio de conjunto, que es lo que somos y, crecientemente, como el mundo nos ve. Aunque las verg¨¹enzas de los dem¨¢s sean mayores ¡ªlas indescriptibles acciones de la Rusia actual, tantas verg¨¹enzas reprochables a EE UU o China¡ª conviene no reducir la autocr¨ªtica europe¨ªsta a un murmullo inaudible con boquita peque?a, tal vez temiendo que ayuden a sus detractores. Solo si se oyen claras contribuyen de verdad a la construcci¨®n.
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