Frente a Putin, respuesta o derrota
Los l¨ªderes dan pasos para reforzar el apoyo militar a Ucrania. Los esfuerzos deben concretarse con urgencia. Sin ellos, el resultado no ser¨¢ la paz, sino una debacle
Mientras en Rusia empezaba la farsa electoral dise?ada para perpetuar a Vlad¨ªmir Putin en el trono del Kremlin, los l¨ªderes de Alemania, Francia y Polonia celebraron una reuni¨®n en Berl¨ªn para enviar un mensaje de unidad en el apoyo a la agredida Ucrania. En la UE hay un amplio consenso pol¨ªtico acerca de la necesidad de dar consistentes pasos para mejorar nuestra capacidad de respaldar a Kiev y de garantizar nuestra propia seguridad futura en un contexto que exhibe a un Kremlin resiliente y una Casa Blanca evanescente. El consenso abarca fuerzas socialdem¨®cratas, populares o liberales ¡ªcomo los tres l¨ªderes del tri¨¢ngulo de Weimar reunidos en Berl¨ªn¡ª. Sin embargo, significativas discrepancias y procesos farragosos complican el camino cuando las circunstancias reclaman acciones urgentes. Es probable que el resultado de la guerra se decida en lo que se haga en estos meses.
En cuanto al consenso de fondo, se ve en los hechos. Alemania, con un canciller socialdem¨®crata al mando, protagoniza un poderoso incremento del gasto militar y encabeza la ayuda militar a Ucrania desde el ¨¢mbito de la UE. Francia, con un presidente liberal, muestra determinaci¨®n hasta el punto de negarse a descartar un posible env¨ªo de soldados a Ucrania en el futuro. La Comisi¨®n Europea, encabezada por la popular Ursula von der Leyen, empuja, entre otras cosas, una nueva estrategia industrial de Defensa; el alto representante de Exteriores y Seguridad, el socialdem¨®crata Josep Borrell, se halla entre lo m¨¢s elocuentes y eficaces promotores de la idea de que es necesario esforzarse, y con urgencia, para apoyar a Kiev en su defensa y estar a la altura del reto trascendental que enfrentamos.
Este consenso radica alrededor de una idea ampliamente compartida: renunciar al esfuerzo militar no conduce a la paz, sino a la derrota. As¨ª lo apunt¨® Macron en una entrevista televisada en Francia el jueves. El mandatario, autor de un lamentable giro a la derecha en materia migratoria, tiene en esto raz¨®n, expresando un concepto en el que coincide la gran mayor¨ªa del arco pol¨ªtico europeo.
Por supuesto hay partidos menores, representantes de partidos mayores y en general un segmento apreciable de la sociedad europea que sienten una comprensible reluctancia hacia la perspectiva del rearme. Pero esos ciudadanos con leg¨ªtimos recelos deber¨ªan primero considerar que corresponde a los ucranios decidir su futuro, y ellos con todo derecho no quieren ceder a la agresi¨®n con un eventual pacto que, adem¨¢s de conceder una amputaci¨®n, no dar¨ªa ninguna garant¨ªa de paz futura. Y luego deber¨ªan preguntarse si les debemos dejar tirados en su resistencia y si es desde la debilidad como se puede alcanzar la paz hoy en Ucrania y garantizarla ma?ana en Europa cuando al otro lado no est¨¢ Gandhi, sino Putin, sujeto para el cual solo la perspectiva de perder, no el respeto de los pactos, parece ser circunstancia inhibidora.
Si, con la menguante ayuda estadounidense, los europeos no reforzamos nuestro apoyo a Kiev, lo m¨¢s probable es que Mosc¨² apueste por subyugar a Ucrania ¡ªsu deseo desde siempre¡ª, no por pararse y negociar. Y si subyuga Ucrania, ?podemos confiar en que a partir de ah¨ª tendremos un Kremlin pacifista? Quedarse sentados y esperarlo mientras Rusia es una econom¨ªa de guerra y en EE UU puede ganar Trump es asumir un gran riesgo, como m¨ªnimo. Salvo a los accionistas de empresas armament¨ªsticas, a casi todos los dem¨¢s nos disgusta tener que gastar en armas en vez de ponerlo todo en hospitales y escuelas. Pero la situaci¨®n es la que es. Ucrania sufre, su resistencia se tambalea. Y, en un sector como el de la defensa, las decisiones sobre nuevos suministros o producci¨®n tardan meses ¡ªo a?os¡ª en materializarse.
Mucho apunta a que los l¨ªderes entienden el sentido de urgencia. En la reuni¨®n de Berl¨ªn, Scholz se?al¨® que hay acuerdo en usar los intereses recaudados con los activos congelados de Rusia para ayudar a Ucrania. La Comisi¨®n ha aprobado esta semana un nuevo fondo de asistencia militar para Kiev por valor de 5.000 millones, y otro de 500 para fomentar la capacidad de producci¨®n de munici¨®n.
Pero entre anuncios y hechos hay distancia. Y el consenso estrat¨¦gico no disipa disensos t¨¢cticos. Hay divergencias sobre c¨®mo recaudar el mucho dinero necesario ¡ªpor ejemplo, si recurrir a una emisi¨®n de deuda com¨²n¡ª, sobre c¨®mo gastarlo ¡ªcu¨¢nto en armas eficaces y disponibles en el mercado, donde sea, y cu¨¢nto en producci¨®n europea que nos garantice autonom¨ªa a medio y largo plazo¡ª, o sobre c¨®mo ayudar a Kiev en concreto. Macron habla duro, pero Francia ha proporcionado mucha menos ayuda a Ucrania que Alemania, incluso teniendo en cuenta el diferente tama?o de PIB, y fren¨® la necesaria compra de material fuera de la UE. Scholz ha hecho mucho, pero sus titubeos ¡ªdiciendo a menudo que no de entrada para aceptar despu¨¦s¡ª y los de otros han hecho perder tiempo precioso.
Ucrania sigue defendi¨¦ndose y logra infligir da?os considerables a Rusia. Pero su situaci¨®n es fr¨¢gil. Muy fr¨¢gil. Cada semana importa. Nada asegura que la par¨¢lisis de la ayuda de EE UU se desbloquee. Si no se produce un cambio de paso, un revulsivo, el conflicto se acercar¨¢ paulatinamente m¨¢s a una derrota de Kiev que a una paz justa.
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