El independentismo ¡®folcl¨®rico¡¯ que apoya a Pedro S¨¢nchez

No todos los partidos independentistas amenazan por igual la unidad de Espa?a. Y es que no es verdad eso de que este pa¨ªs se rompe ¡ªcomo dice la derecha¡ª por el peso que tienen Bildu, Junts, ERC o incluso los nacionalistas del PNV y el BNG para la gobernabilidad de Pedro S¨¢nchez. La realidad quiz¨¢s sea otra: nunca tuvieron m¨¢s influencia en el Congreso todas esas formaciones juntas, o en sus comunidades aut¨®nomas, pero su af¨¢n de autodeterminaci¨®n nunca fue tan inviable como ahora. Una especie de independentismo folcl¨®rico se abre paso.

El mayor ejemplo est¨¢ en Euskadi. Seg¨²n el bar¨®metro de 40dB. sobre las elecciones del 21 de abril, solo un 13% de encuestados demandar¨ªan hoy la independencia, pese al llamativo 70% de apoyos que sumar¨ªan entre Bildu y el PNV como fuerzas mayoritarias. Es m¨¢s, el ¨²ltimo Soci¨®metro del Gobierno vasco, difundido ayer, ilustra que solo un 18% de votantes del PNV apoya ahora la independencia, frente al 47% que registr¨® el mismo bar¨®metro en diciembre de 2014, y en el caso de Bildu, la ca¨ªda ir¨ªa del 86% al 57% en esos mismos 10 a?os. Como ya he comentado, en la actualidad el motor de crecimiento principal de la coalici¨®n abertzale no es tanto la cuesti¨®n nacional como las generaciones j¨®venes que ven en Bildu una especie de ¡°izquierda de proximidad¡±. Es decir, preocupada por los alquileres, el cambio clim¨¢tico o la ultraderecha. Hete ah¨ª la paradoja: no es necesario tener pulsiones de ruptura para decantarse por ciertas opciones identitarias.

As¨ª que existen partidos independentistas que se proclaman como tales y venden su idea de naci¨®n a los ciudadanos, pero cuyos fines est¨¢n muy lejos de ser posibles por falta de incentivos o de apoyos entre sus votantes. De ah¨ª lo de folcl¨®ricos. El caso vasco resulta n¨ªtido: no todos sus votantes compran el pack ideol¨®gico completo, y los motivos para la ruptura son adem¨¢s escasos, dado que el Concierto Econ¨®mico neutraliza las ansias de secesi¨®n. La pregunta es si el independentismo folcl¨®rico podr¨ªa extrapolarse a la Catalu?a del posproc¨¦s en adelante.

De un lado, no parece plausible desde la perspectiva del votante. El bar¨®metro de opini¨®n pol¨ªtica del CEO ¡ªel CIS catal¨¢n¡ª de este primer trimestre de 2024 cifra en un 89% el apoyo a la ruptura entre quienes apoyan a la CUP, otro 89% entre quienes votan a Junts y un 83% en el caso de ERC. Es decir, que la base social de esas formaciones es eminentemente independentista, a diferencia de los datos en Euskadi.

Sin embargo, a la v¨ªa folcl¨®rica se llega en Catalu?a por los incentivos pol¨ªticos. Es evidente que los l¨ªderes del proc¨¦s tienen ya p¨¢nico a volver a la c¨¢rcel: han pedido los indultos o la amnist¨ªa porque no quieren ser m¨¢rtires, y ese temor neutraliza la posibilidad de otro choque real como el de 2017. Sus votantes saben, adem¨¢s, del p¨¢nico de sus dirigentes, y por eso pagaron parte de esa frustraci¨®n con abstenci¨®n ¡ªcomo en los comicios del 28-M y del 23-J de 2023¡ª.

En consecuencia, el independentismo catal¨¢n amaga con hacer del Estado propio una especie de utop¨ªa en el horizonte: los partidos ya solo podr¨¢n vender la pantalla de un ¡°mientras tanto¡± no alcanzan sus objetivos, pero sin ning¨²n af¨¢n real de poner los medios para lograrlo. Afirmar¨¢n que est¨¢n trabajando por la causa, o mantendr¨¢n la tensi¨®n discursiva frente a Espa?a, abogar¨¢n por cuestiones ling¨¹¨ªsticas¡­ pero en la pr¨¢ctica, su gesti¨®n del d¨ªa a d¨ªa tal vez no diste mucho de la que llevaba a cabo la vieja Converg¨¨ncia hasta 2010 mediante su autonomismo catalanista.

El caso es que el independentismo folcl¨®rico no quiere decir que est¨¦ desactivado, porque puede reavivarse por razones sociales o instrumentales. Como analiza el periodista Mikel Segovia, los apoyos entre las bases de Bildu y PNV a un Estado propio no se han mantenido est¨¢ticos en el tiempo, sino que han registrado repuntes y ca¨ªdas. E incluso el descenso del apoyo a la independencia ha ido acompa?ado del crecimiento del respaldo a una independencia ¡°seg¨²n las circunstancias¡± ¡ªno a cualquier coste, con condiciones o en funci¨®n del contexto¡ª.

El panorama en Catalu?a juega en contra de un auge del secesionismo a medio plazo. Demogr¨¢ficamente, las nuevas generaciones de catalanes ¡ªlos mileniales y la generaci¨®n Z¡ª muestran menos inter¨¦s en la ruptura que los baby boomers. A fin de cuentas, el proc¨¦s tuvo su pico socializador en un votante que hoy tendr¨¢ alrededor de 30 a?os: ese que no conoci¨® la Catalu?a de Jordi Pujol, pero que creci¨® yendo a las manifestaciones por el ¡°derecho a decidir¡±, o se implic¨® en el 1 de octubre con la idea del ¡°malvado Estado espa?ol¡± como tel¨®n de fondo. Socialmente, incluso, los factores coyunturales que catapultaron el proc¨¦s en 2012 han ido quedando atr¨¢s ¡ªcomo la crisis econ¨®mica, el recorte del Estatut, o la mala relaci¨®n con el Gobierno de turno, de Mariano Rajoy¡ª.

Es el mayor aprendizaje que saca Espa?a tras 10 a?os de proceso independentista en Catalu?a: que se quede en folcl¨®rico o permanezca controlado, ya solo depende de la gesti¨®n del Estado en adelante, conocidos los motivos que lo catapultaron.