?Son machistas los j¨®venes?
El creciente descontento de las nuevas generaciones con el discurso feminista podr¨ªa ser expresi¨®n de un fracaso social m¨¢s amplio
El curso de 5? de primaria fue un d¨ªa de excursi¨®n a un laboratorio. Al entrar y ver a las personas de bata blanca frente a las probetas, un ni?o exclam¨® ?Ah!, ?pero los hombres tambi¨¦n investigan? Alguien le debi¨® explicar que s¨ª, que sobre todo son los hombres los que investigan y la maestra pudo pensar orgullosa que tantos a?os dedicados en la escuela a visibilizar a las cient¨ªficas por fin daban resultados. No sabemos si ni?os y ni?as experimentan un choque similar entre el ecosistema escolar y lo de fuera cuando caen en la cuenta de que el ejercicio de la autoridad, el dominio de la materia, el orden, la fiesta y los abrazos no obran solo en poder del universo femenino. Pero al menos confiamos en que tantos a?os de socializaci¨®n en valores, igualdad, respeto y justicia social ayuden a que las generaciones futuras construyan una sociedad mejor.
Por eso nos causa tanta perplejidad cuando todas las encuestas recientes sobre pol¨ªtica, g¨¦nero y feminismo parecen apuntar a un rechazo mayoritario de los varones j¨®venes hacia el feminismo y al reconocimiento de la desigualdad entre los sexos que se une adem¨¢s a una creciente brecha ideol¨®gica entre los y las j¨®venes, con los primeros cada vez m¨¢s escorados hacia la derecha. ?Son relevantes estas evidencias? Sin lugar a duda, s¨ª. Miden la desconfianza, el resentimiento y la negaci¨®n al avance m¨¢s importante en las sociedades democr¨¢ticas de todo el siglo XX. El sexismo moderno parece ser una tendencia generalizada y en alza y nos importa en cuanto que se convierte en munici¨®n manejada con habilidad por las fuerzas de extrema derecha. Es adem¨¢s un componente significativo del riesgo de backlash de las democracias liberales. Pero precisamente por ello, son peligrosas las lecturas simplificadas y las conclusiones apresuradas, algo que sucede con frecuencia cuando el tema pasa velozmente a formar parte de una cierta artiller¨ªa discursiva medi¨¢tica y pol¨ªtica sin que sea del todo f¨¢cil vislumbrar su finalidad m¨¢s all¨¢ del ruido que genera.
En mi opini¨®n, cabe hacer tres consideraciones importantes. En primer lugar, si lo que queremos es entender d¨®nde se sit¨²an las generaciones m¨¢s j¨®venes en relaci¨®n con la igualdad, necesitamos observar las actitudes adem¨¢s de los discursos. Los valores igualitarios son clar¨ªsimamente dominantes entre los hombres j¨®venes. En la reciente encuesta del CIS, s¨®lo un 19% piensa que la maternidad es la mayor satisfacci¨®n que pueda tener una mujer, mientras que la mitad de los mayores de 65 a?os opina que s¨ª lo es. La pr¨¢ctica totalidad de los j¨®venes encuestados (97%) aprueba que un hombre se acoja al permiso de paternidad de 16 semanas. Es decir, aceptan lo que ha sido una de las pol¨ªticas sociales m¨¢s importantes de los ¨²ltimos a?os. Otras preguntas relacionadas con la igualdad en el empleo o las oportunidades en otros ¨¢mbitos de la vida dan respuestas similares. La nuestra es una sociedad que ha dejado atr¨¢s en un brev¨ªsimo espacio de tiempo la aceptaci¨®n de los estereotipos de g¨¦nero propios de una sociedad tradicional.
En segundo lugar, precisamente porque las generaciones m¨¢s j¨®venes han crecido en un entorno m¨¢s igualitario, perciben una menor desigualdad. M¨¢s que una negaci¨®n, se trata de la constataci¨®n de un avance. En tercer lugar, y ¨¦sta es la m¨¢s dif¨ªcil de reconocer en cuanto que nos interpela como sociedad, el creciente descontento con el discurso feminista podr¨ªa ser expresi¨®n de un fracaso m¨¢s amplio, un cabreo m¨¢s general. Es contradictorio concentrar tantas expectativas de cambio en la juventud para despu¨¦s no poder ofrecer un m¨ªnimo horizonte de emancipaci¨®n. La edad de salida del hogar paterno supera en Espa?a los 30 a?os. Esto son 4 a?os m¨¢s tarde que la media de los 27 pa¨ªses de la UE y 7 a?os despu¨¦s que pa¨ªses como Alemania o Francia. Podemos pensar que esto nada tiene que ver con el feminismo, pero la desconfianza en las instituciones, sus discursos y pol¨ªticas incluidas, no siempre tiene manifestaciones tan lineales. El abandono escolar, otro problema social que lideramos en Europa, afecta al 16,5% de los chicos y repercute directamente en sus oportunidades vitales m¨¢s inmediatas. Tenemos desde hace ya un tiempo evidencias emp¨ªricas que se?alan sesgos importantes en la educaci¨®n que perjudican sobre todo a los chicos y especialmente si son de origen migrante y clase trabajadora.
Resulta muy dif¨ªcil establecer una relaci¨®n causal entre estos fen¨®menos, pero deber¨ªamos hacer un esfuerzo por unir los puntos. El desfase entre lo mucho que pedimos y lo poco que damos es considerable. Que un pensionista entienda la utilidad de pagar impuestos m¨¢s que un chaval de 20 a?os m¨¢s que un signo de derechizaci¨®n de este ¨²ltimo parece una consecuencia l¨®gica de c¨®mo tenemos montado nuestro Estado de bienestar. Queremos unos j¨®venes que se crean y practiquen la igualdad desde las relaciones m¨¢s ¨ªntimas; queremos que no normalicen ni reproduzcan los espacios de privilegio masculino y para eso tenemos que empezar temprano, pero la verdadera voluntad pol¨ªtica de cambio exige constancia y coherencia.
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